La homofobia de una estrella de rugby provoca un debate sobre discriminación en Australia

Por Jamie Tarabay y Isabella Kwai

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Con los años, Australia se ha vuelto cada vez más secular aunque la fe cristiana sigue siendo fuerte. Credit Asanka Brendon Ratnayake para The New York Times
Con los años, Australia se ha vuelto cada vez más secular aunque la fe cristiana sigue siendo fuerte. Credit Asanka Brendon Ratnayake para The New York Times

SÍDNEY — Para la mayoría de los australianos, la religión no es un buen tema para hablar durante la cena. El país se ha vuelto cada vez más secular y, en una encuesta reciente, la mayoría de los consultados opinó que la religión es más perjudicial que benéfica.

Sin embargo, los deportes son un tema diferente porque se han convertido en una obsesión nacional. Por lo tanto, en las semanas posteriores a que una estrella de rugby, cristiano evangélico, fuera despedido por haber hecho comentarios homofóbicos, los australianos han discutido sobre la libertad de religión, la libertad de expresión, la corrección política y los derechos de los homosexuales en casa, en línea y en los medios de comunicación.

El jugador de rugby, Israel Folau, fue expulsado de la selección nacional australiana a fines de mayo por haber violado su contrato con la publicación de un mensaje en Instagram en el que les dijo a los homosexuales, los alcohólicos y los ateos que "el infierno los espera". Luego, Folau demandó a la organización que dirige el rugby en Australia y el viernes una audiencia de mediación terminó sin un arreglo: es decir, el caso será llevado a los tribunales.

Hace una semana y media, Folau detonó un nuevo escándalo cuando recurrió al público en internet para que donara más de dos millones de dólares con el fin de solventar sus gastos legales. Folau, un millonario, logró reunir unos 350.000 dólares antes de que GoFundMe cerrara su página, tras llamarla una violación a sus términos de usuario. Entonces, un grupo cabildero cristiano comenzó su propia recaudación de fondos y juntó alrededor de 1,5 millones de dólares.

Si hay alguna manera de arrastrar a los australianos, orgullosos de su naturaleza tranquila, a una discusión sobre temas sociales divisivos, es con los asuntos que se inmiscuyen en el terreno de los deportes. Varios casos recientes han logrado eso.

Un documental sobre Adam Goodes, un futbolista indígena que se retiró en 2015 después de padecer el abuso de los espectadores, ha revivido un debate sobre el racismo; y los ataques en línea que sufrió Tayla Harris, otra futbolista, a raíz de una foto que muestra su condición atlética, forzó a los australianos a confrontar el sexismo y la misoginia.

Luego está el caso de Folau. El jugador de rugby de 30 años, antes mormón y ahora cristiano evangélico, tiene un historial de comentarios homofóbicos y transfóbicos en línea. El año pasado escribió en Instagram que el plan de Dios para los homosexuales era el "INFIERNO" a menos que se "arrepientan de sus pecados". Recibió una advertencia de parte de Rugby Australia, el organismo rector, porque divulgar esas opiniones contraviene su política de inclusión.

En los primeros meses de este año, Folau firmó un nuevo contrato con Rugby Australia por cuatro años y cuatro millones de dólares australianos (2,8 millones de dólares estadounidenses), el cual incluía cláusulas que restringen su comportamiento en las redes sociales. Sin embargo, eso no evitó que en abril publicara su mensaje de "el infierno los espera". Después de una investigación, Rugby Australia rescindió su contrato.

"Cuando le ofrecieron otro contrato a Folau, a nadie se le ocurrió que haría exactamente lo mismo", comentó Peter FitzSimons, exseleccionado nacional de rugby y actual columnista y autor. "No se puede creer que alguien acepte un contrato de cuatro millones de dólares y haga justo lo mismo que había hecho el año anterior, pero lo hizo".

Para algunas personas en Australia, donde aún hay una amplia base cristiana a pesar del aumento del secularismo, el debate sobre los comentarios de Folau es una lucha por la libertad religiosa. Folau ha defendido sus publicaciones bajo el argumento de que no esconderá su fe para darle gusto a su empleador, y en su demanda acusa a Rugby Australia de discriminación religiosa. Algunos de los donantes a su causa también han señalado cuestiones de libertad de expresión.

El caso ha resaltado las divisiones culturales entre los atletas australianos con ascendencia de las islas del Pacífico y sus compañeros de equipo. Casi la mitad de los jugadores de la selección nacional tiene lazos familiares con esas islas, y en su mayoría comparten las creencias religiosas evangélicas de Folau, quien nació en Australia y es de ascendencia tongana.

"También pueden despedirme a mí y a todos los demás jugadores de rugby de las islas del Pacífico de todo el mundo porque compartimos las mismas creencias cristianas", escribió el mes pasado el jugador Taniela Tupou en su página de Facebook después de que Folau fuera despedido.

Si el caso de Folau llega a la Corte Suprema de Australia, el asunto podría reducirse a si su contrato tenía cláusulas poco razonables sobre los derechos para practicar su religión, afirmó Gillian Triggs, expresidenta de la Comisión de Derechos Humanos de Australia.

Sin embargo, muchos australianos consideran que el debate no es por un asunto de libertad religiosa, sino el reflejo de una reacción violenta conservadora por un referendo que se llevó a cabo hace dos años, el cual allanó el camino para el matrimonio entre personas del mismo sexo.

"Los resentidos y los homofóbicos habían esperado desde la votación del SÍ que hubiera un detonador para una campaña a favor de las 'libertades religiosas' que sirviera de venganza", tuiteó Kerryn Phelps, la primera mujer lesbiana en ser elegida presidenta de la Asociación Médica Australiana que hace poco se postuló como candidata independiente en las elecciones federales.

David Marr, un columnista australiano que trabaja para The Guardian, se hizo eco de los comentarios de Phelps.

"Entonces, ¿por qué están peleando? La libertad de expresión, pero una libertad de expresión particular que mantiene a los homosexuales en la línea de fuego. A medida que Australia sucumbe ante los valores seculares en torno al matrimonio, el sexo y la familia, ese asunto se vuelve cada vez más complicado y hace que la misión cristiana sea más urgente", escribió.

Triggs señaló que el caso de Folau demostraba la necesidad que tiene Australia de promulgar una carta de derechos humanos que vuelva ilegal la discriminación con base en la orientación sexual, al igual que ahora lo es la discriminación racial.

"Somos un país muy conservador y aislado; no contamos con las estructuras legislativas que tiene la mayoría del mundo democrático", comentó Triggs. "En general, hemos andado a ciegas".

FitzSimons, el exseleccionado nacional de rugby, afirmó que habría un impacto a largo plazo en el juego si Folau tiene éxito con su demanda, la cual busca una gran indemnización por perjuicios.

"Si gana el caso y le saca diez millones de dólares al rugby, pues solo hay un lugar de donde eso puede venir", mencionó, y agregó que "mucha gente del rugby se verá afectada".

No obstante, también hay riesgos de vida o muerte, agregó. "El punto de partida de todo este debate es la vulnerabilidad de los adolescentes gays que se quitan la vida a una tasa cinco veces mayor que la de los adolescentes heterosexuales". Si una figura pública les dice a esos adolescentes que hay algo malo en ellos, "nos corresponde al resto de nosotros decirle: 'Cállate'", opinó.

Copyright: 2019 New York Times News Service

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