Hace once años las llamas se esparcieron por una zona de Universal Studios en Hollywood.
En ese momento, la empresa dijo que el incendio destruyó la atracción de King Kong en el parque temático, así como una bóveda con videos que solo contenía copias de obras antiguas.
Sin embargo, un nuevo artículo de The New York Times Magazine reporta que el fuego también destruyó un archivo de valiosas grabaciones, lo que el artículo de la revista califica como "el peor desastre en la historia de la industria musical".
¿Qué sucedió?
El incendio empezó en las primeras horas del 1 de junio de 2008.
Durante la noche los trabajadores de mantenimiento usaron sopletes de soldador para reparar el techo de un edificio en el plató de los estudios llamado New England Street, unas fachadas construidas en estilo colonial estadounidense para escenas de películas y programas de televisión. Los trabajadores siguieron con el protocolo —esperaron a que las tablillas se enfriaran después del soldado— pero el incendio empezó poco tiempo después de que se fueran, alrededor de las 5 de la mañana.
Las llamas alcanzaron el Edificio 6197, conocido como la bóveda de video que tenía videocasetes, carretes fílmicos y, lo más importante, una biblioteca de grabaciones maestras de Universal Music Group.
Cientos de bomberos acudieron a intentar apagar el fuego. Después de usar material ignífugo y agua de un lago cercano, el personal de emergencia decidió desmantelar el almacén donde estaba la bóveda para poder apagar las llamas con mayor facilidad.
¿Qué se perdió?
Prácticamente todas las grabaciones maestras de audio en la bóveda fueron destruidas por el fuego, incluyendo los audios producidos por algunos de los músicos más famosos desde la década de 1940.
En un reporte confidencial de 2009, que fue revisado por The New York Times Magazine, Universal Music Group estimó que había perdido unos 500.000 sencillos.
Esas obras probablemente incluyen grabaciones maestras de la colección de Decca Records de artistas como Billie Holiday, Louis Armstrong, Duke Ellington, Al Jolson, Bing Crosby, Ella Fitzgerald y Judy Garland. El incendio también habría quemado varias de las principales grabaciones de Chuck Berry para Chess Records, así como demos y audios maestros de las primeras veces que Aretha Franklin fue grabada.
Casi todos los audios maestros de Buddy Holly se perdieron, al igual que los de John Coltrane en su colección para Impulse Records. El incendio también destruyó varios sencillos muy populares, como "Rock Around the Clock" de Bill Haley and His Comets y "At Last" de Etta James.
La lista de artistas afectados por la pérdida de los audios pasa por casi todas las décadas de la música popular. Las grabaciones destruidas incluyen las de Ray Charles, B.B. King, Four Tops, Joan Baez, Neil Diamond, Sonny y Cher, Joni Mitchell, Cat Stevens, Gladys Knight and the Pips, Al Green, Elton John, Eric Clapton, Jimmy Buffett, Eagles, Aerosmith, Rufus con Chaka Khan, Barry White, Patti LaBelle, Tom Petty and the Heartbreakers, The Police, Sting, Steve Earle, R. E. M., Janet Jackson, Guns n' Roses, Mary J. Blige, No Doubt, Nine Inch Nails, Snoop Dogg, Nirvana, Beck, Sheryl Crow, Tupac Shakur, Eminem, 50 Cent y los Roots.
¿Qué son las grabaciones maestras y por qué importan?
Una grabación de audio maestra es un registro original único de una pieza musical. Es la fuente de la cual se hacen todas las demás versiones, en vinilo, CD, mp3 o cualquier formato.
Según el reportaje, los documentos muestran que la bóveda tenía grabaciones maestras desde hace décadas, incluidos audios de varias pistas en los que los instrumentos individuales estaban aislados de los demás que aparecen en la mezcla. También hay grabaciones maestras de sesiones especiales, como audios que nunca fueron lanzados comercialmente. Las grabaciones en la bóveda provenían de varias de las disqueras más famosas de la historia.
Los aficionados y profesionales del audio tienen una gran estima por las grabaciones maestras.
"Un master es la captura más fiel de una pieza de música grabada", dijo Adam Block, expresidente de Legacy Recording, el brazo de Sony Music Entertainment dedicado al catálogo. "En cuestión sonora las grabaciones maestras pueden ser deslumbrantes por cómo captan un momento en el tiempo. Cada copia posterior es una degradación sonora".
En ese entonces el incendio fue reportado en todo el mundo, con menciones a la bóveda. Pero la mayoría de los reportes solo se enfocaron en los videos perdidos del archivo y muchos medios presentaron el desastre como una crisis superada.
Jody Rosen, el autor del reportaje en The New York Times Magazine, describió el esfuerzo de Universal Music Group para aminorar la percepción de la pérdida como un "triunfo de la gestión de crisis" en la que participaron empleados de Universal en todo Estados Unidos. Esos esfuerzos sin duda estaban pensados para reducir la vergüenza pública por la pérdida, pero algunos sugirieron a la revista que la empresa estaba preocupada por las críticas y reacciones de los artistas y los encargados del patrimonio de artistas cuyas grabaciones fueran destruidas.
La magnitud de la pérdida quedó en evidencia en las demandas legales consignadas en documentos de Universal que fueron revisados por Rosen, el autor del reportaje.
Rosen calificó el incidente como una pérdida histórica y Universal Music Group lo describió, en un documento privado de 2009, de esta manera: "Lo que se perdió en el incendio fue, sin duda, una enorme herencia musical".
Las disqueras tienen antecedentes problemáticos respecto a cómo lidian con estas grabaciones y ha habido casos en los que muchas fueron desechadas de golpe. Hace décadas se reportó que los empleados de CBS Records usaron motosierras contra grabaciones maestras de varios sencillos para vender los restos como chatarra. En los años setenta, RCA destruyó grabaciones maestras de Elvis Presley durante una limpieza en su catálogo.
Debido a ese historial, los profesionales de la industria musical han cuestionado en varias ocasiones si las disqueras realmente están preparadas para preservar artefactos que son irremplazables.
Hoy en día la mayoría de las grabaciones comerciales del siglo pasado, y otras más antiguas, están en posesión de tres grandes disqueras: Sony Music Entertainment, Warner Music Group y, claro, Universal Music Group.
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