China ha pasado casi dos décadas construyendo un muro digital entre ella y el resto del mundo, una barrera de un solo sentido diseñada para excluir a empresas como Facebook y Google, al tiempo que permite que los rivales chinos salgan de casa y se expandan por todo el mundo.
Ahora el presidente estadounidense, Donald Trump, está sellando ese muro desde el otro lado.
El 20 de mayo, Google comenzó a limitar los servicios de software que proporciona a Huawei, el gigante de las telecomunicaciones, después de que una orden de la Casa Blanca restringió la semana pasada el acceso de la compañía china a la tecnología estadounidense. El software de Google hace funcionar los teléfonos celulares de Huawei, y sus aplicaciones vienen precargadas en los dispositivos que Huawei vende en todo el mundo. Según cómo se ejecute la orden de la Casa Blanca, esto podría llegar a su fin.
Para Huawei, el gran efecto será en el extranjero, pues los clientes chinos ya tienen acceso limitado a los servicios de Google. El repliegue de Google tendrá su mayor efecto en Europa, donde se ha convertido en un gran vendedor de teléfonos móviles. Otras empresas, inevitablemente, le seguirán el paso. En efecto, esta decisión ejerce presión en los sueños de expansión internacional de Huawei.
Si China y Estados Unidos han comenzado una guerra fría tecnológica, entonces la orden dirigida a Huawei puede considerarse como el comienzo de una cortina de hierro digital. En esta posible visión del futuro de la tecnología, China seguirá excluyendo a gran parte del mundo. Según esta lógica, Estados Unidos y muchos otros países a su vez bloquearán la tecnología china.
La postura estadounidense más tenaz está cerrando muchas de las vías mediante las cuales Estados Unidos y China intercambiaban ideas y hacían negocios a pesar del régimen chino de censura. Estas puertas cerradas podrían afectar profundamente no solo los negocios tecnológicos, sino también la manera en que el mundo usará y entenderá los dispositivos y servicios del futuro.
La censura y el control estricto que China ejerce sobre la vida digital de sus ciudadanos ya han aislado eficazmente a un quinto de la población del mundo que usa internet, lo cual ha dado lugar a una generación que no sabe qué significa buscar algo en Google o suscribirse a un canal de YouTube.
La nueva postura agresiva de Estados Unidos simplemente acelerará ese proceso y abre la posibilidad de que un día los ciudadanos de China solo puedan usar celulares chinos y dispositivos impulsados por microprocesadores y programas creados en su país. Todo esto está pasando con una velocidad que ha impactado a muchos en el país asiático.
"La decisión del Gobierno de Trump es mucho más amplia de lo que muchos chinos esperaban", dijo Nicole Peng, analista en Canalys, una firma de investigación tecnológica. "También llegó mucho antes. Muchas personas acaban de darse cuenta de que es en serio".
No está nada claro si las decisiones del Gobierno de Trump aislarán de verdad a Huawei del resto del mundo. La Casa Blanca ha tenido problemas para convencer a otros países a dejar de comprar el equipo de telecomunicaciones de Huawei con base en posibles problemas de espionaje (Huawei niega las acusaciones de espionaje para el Gobierno chino). Huawei ya ha desarrollado sus propios microprocesadores y otras funciones, y ha dicho que ha acumulado equipo para el día en que pierda acceso al conocimiento y los equipos estadounidenses.
El ataque contra Huawei también se está llevando a cabo en el contexto de una guerra comercial que empeora, por lo que se ha convertido en una de las piezas dentro de un juego de ajedrez más grande. Así como lo hizo el año pasado, cuando la Casa Blanca cedió ante una orden similar que afectaba al rival de Huawei, ZTE, Estados Unidos podría dejar de presionar a Huawei para aliviar tensiones entre Washington y Beijing.
En la actualidad, el internet chino a primera vista no se parece mucho al que usa el resto del mundo. Tiene distintos ideales, plataformas y estrategias comerciales, todos atendidos cuidadosamente por los censores.
No obstante, el muro era, en su mayor parte, unilateral. Los microprocesadores y programas estadounidenses impulsan los servidores y los ordenadores centrales chinos. China ha sido un gran aportador de ingresos para Apple, Oracle, Intel, Qualcomm y otros grandes nombres de la tecnología. Gran parte de esto ocurrió por necesidad, ya que China no podía fabricar esas tecnologías por sí misma, pero aun así les dio a las empresas estadounidenses un papel en la dirección del futuro digital chino.
Los vínculos son más profundos. Muchos de los fundadores de las empresas tecnológicas más exitosas de China fueron educados en Estados Unidos. Los inversionistas estadounidenses los ayudaron a establecerse, y algunas de esas compañías chinas invirtieron en empresas estadounidenses. Los académicos de ambos países colaboraban e intercambiaban información de manera regular.
Ahora, Estados Unidos, preocupado por asegurar la propiedad intelectual, está intentando bloquear algunos de esos medios. Ha endurecido los límites a la inversión china. Algunos estudiantes chinos de ciencia y tecnología han tenido problemas para obtener visas estadounidenses. Se han revocado las visas de algunos académicos chinos por temor al espionaje.
Respecto de los límites impuestos a Huawei, el Gobierno de Trump citó el tema de la seguridad. El Departamento de Comercio anunció la semana pasada que había colocado a Huawei y a sus decenas de filiales en una lista de firmas que se consideran un riesgo a la seguridad nacional. El listado evitará que Huawei compre partes y tecnologías estadounidenses sin solicitar la aprobación del Gobierno estadounidense.
La orden ejecutiva, emitida después de que colapsaron las charlas en materia de comercio con China, podría afectar todos los sectores del negocio de Huawei. La empresa ha señalado que los proveedores estadounidenses conforman casi una quinta parte de su gasto de adquisiciones. Incluso partes pequeñas podrían ser esenciales. Nadie quiere comprar un enrutador de lujo de Huawei que solo se haya completado al 95 por ciento.
Sin embargo, en la expansión internacional, empresas como Google le dan a Huawei una plataforma común para los clientes fuera de China. Sus celulares vienen precargados con Google Play, la tienda de aplicaciones y contenidos, así como con aplicaciones populares como Gmail y YouTube. Su licencia para usar Android le da a Huawei acceso a las actualizaciones de seguridad y nuevas funciones.
Sin la cooperación de Google, Huawei tendría que idear su propia versión de Android o usar un sistema operativo creado internamente. Muchos clientes en lugares como Europa preferirían no lidiar con eso. China ha estado tratando de crear sus propios sistemas operativos a lo largo de las últimas tres décadas, pero no ha tenido mucho éxito.
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