Mis dientes de leche no se cayeron, yo me los arranqué, con raíces y todo, en cuanto se aflojaron.
Podría haberme ahorrado un dolor inmenso si hubiese dejado que la naturaleza siguiera su curso, pero soy un "precrastinador" en serie: les doy vuelta a los panqueques antes de que se les formen burbujas en la superficie; llego al supermercado antes de que abra; entrego el trabajo antes de la fecha límite. La necesidad de terminar una tarea es tan grande que me adelanto incluso cuando sé que si esperara podría obtener mejores resultados.
Sí, quizá suene un poco ilógico, pero es muy común.
David Rosenbaum, un profesor de Psicología de la Universidad de California, en Riverside, publicó un estudio en 2014 en el que acuñó el término "precrastinación", que él define como la tendencia de cumplir con submetas a la primera oportunidad, aunque eso implique hacer un esfuerzo adicional.
"Es como ir al supermercado, llenar tu canasta con un montón de manzanas, luego, ir de un lado a otro con ellas mientras sigues de compras, a pesar de que sabes que volverás a pasar por donde se encuentran las manzanas de camino a la caja", comentó Rosenbaum.
En un estudio similar de 2018, dirigido por Lisa Fournier, una profesora de Psicología de la Universidad Estatal de Washington, se les asignó a los participantes la tarea de recoger dos cubetas de pelotas. Una se encontraba entre 2 y 4 metros de distancia frente a ellos, mientras que la otra estaba entre 2 y 3 metros más lejos. El 80 por ciento de los participantes recogió la primera cubeta y la llevó consigo todo el camino hasta la segunda, y luego trajo ambas de regreso hasta el punto de partida.
"Solemos comenzar con la tarea que puede hacerse cuanto antes", dijo Fournier. "Yo lo hago con mis listas de pendientes".
De hecho, entre más larga sea tu lista de pendientes, habrá mayores probabilidades de que precrastines. Para aterrizar este punto, Fournier y sus coautores hicieron que algunos de los participantes aumentaran su carga mental pidiéndoles que memorizaran una lista de números que tendrían que recordar después de recoger las pelotas. El resultado: el porcentaje de precrastinadores se elevó al 90 por ciento.
¿Por qué es tan difícil no adelantarse a los acontecimientos?
Una explicación está relacionada con la evolución. Si no tomas la fruta que está colgando del árbol en este momento, es probable que más tarde ya no esté. Se te podría acabar el tiempo de terminar la tarea u olvidarte por completo de ella. Carpe diem, ¿cierto?
"De hecho yo interrumpo bastante a las personas, pues temo que, de otro modo, se me olvide lo que iba a decir", dijo Fournier.
La otra explicación es la meticulosidad. La investigación demuestra que las personas que precrastinan no son impulsivas, sino que suelen ser bastante racionales y están ansiosas por demostrar que son responsables. Adam Grant, un psicólogo organizacional y profesor de Administración y Psicología en Wharton, afirmó que la precrastinación es una alteración de la diligencia.
"Es el lado oscuro de ser muy bueno cumpliendo con las cosas", dijo. "Se deriva de la preocupación de que no tendrás tiempo suficiente para hacer algo bien, en especial cuando otras personas dependen de ti".
Rosenbaum agregó que las pruebas sugieren que precrastinamos con el propósito de liberar a la memoria de trabajo.
"Mentalmente es demasiado oneroso llevar una lista de pendientes en la mente, por lo que nos enfrascamos en conductas que nos permiten reducir esa carga cognitiva, incluso si ello significa hacer un esfuerzo mayor", aseguró.
No importa que realmente no tengas que "recordar" recoger la cubeta cuando pases de regreso. "Cuando tienes una tarea que hacer, eso genera un poco de tensión", dijo Rosenbaum. "Y esa tensión seguirá presente hasta que termines la tarea".
Es inherentemente satisfactorio tachar cosas en nuestras listas de pendientes. Unos neurocientíficos de Princeton descubrieron que el centro de la recompensa del cerebro, llamado núcleo accumbens, se activa con más fuerza cuando has completado una tarea que requiere menos esfuerzo.
No obstante, paradójicamente, todos esos recuadros palomeados pueden obstaculizar tu productividad. La mayoría de la gente, cuando se enfrenta a una lista de pendientes muy larga o a una tarea compleja, se siente atraída hacia las tareas o submetas que se pueden completar en un tiempo más reducido y con una recompensa más inmediata.
"Nuestro cerebro se estimula mucho cuando nos enfocamos en el tiempo", aseguró Meng Zhu, una profesora adjunta que estudia el sentido de urgencia en la Facultad de Negocios Carey de la Universidad Johns Hopkins. "Dejas de preguntarte por qué estás haciendo algo y simplemente lo haces".
En otras palabras, llevas una "cubeta" contigo de forma innecesaria con la única finalidad de completar la tarea de recogerla, aun cuando eso te dificulte cumplir con otras metas.
"Lo que sucede cuando precrastinas es que tu ansiedad por avanzar te hace lanzarte de cabeza en lugar de darte tiempo para considerar tus opciones", dijo Grant.
"En el posgrado, conocí a un chico que escribió su tesis acerca del primer tema que se le vino a la mente", relató Grant. "Antes de poder entregarla, su disco duro se descompuso. Se dio cuenta de que su tesis no estaba funcionando en absoluto y escribió una completamente diferente que terminó siendo mucho mejor. Eso es algo que solo les sucede a los precrastinadores".
Además, la precrastinación puede convertirse incluso en una carga para los demás. "Tengo un estudiante que siempre me envía borradores en los que no ha trabajado mucho tiempo porque quiere deshacerse de ese pendiente para pasármelo a mí", explicó Fournier. "Eso me vuelve loca".
"El solo hecho de estar consciente de esta tendencia puede ser de gran ayuda", afirmó Rosenbaum, pero no te hará cumplir la meta. Estos son algunos consejos que podrían ayudarte.
1. Aligera tu carga
La investigación de Zhu ha descubierto que mientras menos ocupado estés, es menos probable que precrastines.
"Elimina cualquier tarea que sea agradable pero innecesaria", recomendó Julie Morgenstern, una experta en productividad. Después elige qué tareas puedes aminorar (por ejemplo, ordena comida a domicilio en lugar de cocinar desde cero) y cuáles puedes delegar (como pedirle a alguien de tu equipo que responda a una solicitud de trabajo nueva en lugar de hacerlo tú mismo).
2. Programa tus pendientes
"A todos mis clientes les digo que integren su lista de pendientes a sus calendarios", dijo Morgenstern. En cuanto a las tareas recurrentes, como responder correos, intenta agruparlas: en lugar de responder en cuanto recibes cada mensaje, destina unos cuantos minutos del día para ocuparte de tu bandeja de entrada. Si hay un mensaje que no puedes, o no debes, teclear a toda prisa, prográmalo.
"Tengo un viejo amigo que tarda años en responder los correos electrónicos", narró Rosenbaum. "Así que, aunque soy precrastinador, evito responderle, a propósito, hasta que hayan pasado seis semanas. No responder de inmediato elimina la presión en los demás y en ti mismo".
3. También programa tus citas
"¿Qué es importante en la vida? La salud, la familia y el amor", dijo Zhu. "Pero algunos de nosotros jamás programamos una revisión médica, que nos podría salvar la vida, ni una caminata con nuestros hijos porque para esas cosas no hay una fecha límite".
Si eso tendrá relevancia cuando estés en tu lecho de muerte, ponlo en el calendario. Planea tu día para incluir tiempo para actividades significativas pero no necesariamente "productivas", como meditar o pasar tiempo de calidad con pareja.
4. Redefine el concepto de progreso
Suena contradictorio, pero bajar el ritmo puede ayudarte a recuperar tiempo al final.
Al abordar una tarea creativa, sin importar si se trata de redecorar tu sala o redactar una propuesta, "la primera fase debe ser generar una cierta cantidad de ideas", dijo Grant.
"No debes medir tu progreso inicial por cuántas palabras has escrito ni cuántos brochazos has dado, sino por cuántas posibilidades has puesto sobre la mesa".
* Copyright: 2019 The New York Times News Service