El fiscal general de Israel anunció que planea imputar al primer ministro Benjamín Netanyahu por sobornos, fraude y abuso de confianza, lo que pone en jaque el futuro político de Netanyahu apenas cuarenta días antes de la votación en la que busca ser reelegido.
El anuncio del fiscal Avichai Mandelblit fue la culminación de dos años de investigación sobre los tratos de Netanyahu con empresarios adinerados, entre ellos un productor de películas en Hollywood, directores de medios israelíes y el dirigente del mayor conglomerado de telecomunicaciones del país.
Netanyahu, quien se postuló para su cuarto mandato consecutivo como primer ministro, ahora tiene derecho a una audiencia para desafiar que se presenten los cargos. Si el caso procede pese a ello será la primera vez que se impute a un premier en funciones en Israel.
La policía acusó a Netanyahu, de 69 años, de intercambiar favores públicos a cambio de regalos de cientos de miles de dólares como cigarros, champaña y joyería, así como cobertura mediática favorecedora con valor incalculable.
Netanyahu, quien estuvo en el cargo durante tres años en los noventa antes de volver a gobernar hace una década, ya enfrentaba a un fuerte contrincante en la elección del 9 de abril, con la candidatura de un popular exdirigente del ejército.
La decisión del fiscal será un nuevo golpe a su campaña de reelección.
En los últimos dos años, Netanyahu casi no sufrió en las encuestas de opinión, a pesar de que se acumularon los casos de investigación por corrupción, y la cobertura en medios de estas.
Ha mantenido buen apoyo público al ser considerado por muchos el único político israelí con la experiencia y peso de encabezar una nación democrática rodeada por países hostiles, y para representar los intereses israelíes en el ámbito mundial.
Desde hace tiempo, para mantener el respaldo de sus seguidores de derecha, ha acusado que la investigación es una "cacería de brujas" armada por medios que respaldan a sus enemigos en la izquierda.
Pero conforme la acusación ganaba fuerza, Netanyahu su discurso se volvió más estridente y divisivo, lo que alienó incluso a algunos de los votantes de derecha cuyo apoyo necesita para reelegirse.
Eso ha mejorado las posibilidades de su principal rival, el teniente general Benny Gantz, ex jefe del Estado Mayor que ha hecho campaña con el argumento de que Israel necesita un gobierno limpio que empiece de nuevo. "Gracias por los últimos diez años", ha dicho Gantz en la campaña a Netanyahu. "Nosotros nos encargamos ahora".
La decisión del fiscal Mandelblit también afectaría a Netanyahu aunque gane la elección, pues reduce sus opciones para formar una nueva coalición de gobierno y quizá no podría ni siquiera dirigirlo.
Su partido conservador, Likud, necesitaría unir fuerzas con otros partidos más pequeños para conseguir la mayoría, de por lo menos 61 escaños en el Parlamento de 120 legisladores. Las encuestas muestran que sus aliados usuales de derecha y ultraortodoxos, que han prometido respaldarlo hasta que los cargos no se formalicen, no conseguirían suficientes votos.
Además, un sondeo publicado por el periódico Times of Israel antes del anuncio de Mandelblit arrojó que una posible imputación resultaría en que Gantz consiga hasta 44 escaños parlamentarios en rechazo a Netanyahu y en comparación a 25 curules para Likud.
Puede que Netanyahu también elija dejar el cargo como parte de un acuerdo con la fiscalía.
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