BRUSELAS — Desde que su plan para el brexit fue rechazado de manera abrumadora el mes pasado, Theresa May, primera ministra del Reino Unido, ha partido en repetidas ocasiones a Bruselas, ostensiblemente para negociar nuevos términos para la salida de su país de la Unión Europea.
Cada misión ha concluido sin un acuerdo, ni siquiera indicios de progreso, lo que ha causado que los observadores se cuestionen sobre qué, exactamente, May y los funcionarios europeos conversan durante estas reuniones. Ahora, un documento confidencial del lado europeo que resume un encuentro sostenido el 7 de febrero ofrece una respuesta: "Nada".
Después de cada ronda de negociaciones, altos funcionarios europeos ofrecen una lectura privada a diplomáticos europeos séniores, los cuales la transcriben para su propio uso. Un diplomático europeo brindó una copia de su documento a The New York Times, el cual es una mezcla de citas directas y comentarios. Un vocero del gobierno británico en Bruselas decidió no hacer comentarios.
La lectura muestra que May usó la reunión del 7 de febrero con el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, para solicitar nuevamente algo que en repetidas ocasiones ha sido rechazado: una fecha límite en la llamada cláusula de salvaguarda (backstop) respecto a la frontera irlandesa, la cual podría mantener al Reino Unido en la unión aduanera de la Unión Europea de manera indefinida.
May sugirió que existía una posible alternativa, pero aparentemente no ofreció ningún detalle sobre cuál podría ser. "May no explicó a qué se refería con acuerdos alternativos a la salvaguarda. En lo absoluto", señala el documento.
El sumario revela lo que muchos observadores han concluido desde hace tiempo: que para toda la retórica política, las negociaciones entre el Reino Unido y la Unión Europea no han logrado nada. El documento subraya la convicción creciente en Europa de que May no tiene ninguna propuesta para resolver el actual punto muerto en las negociaciones y está demasiado restringida políticamente para proponer una. El documento presenta un panorama de un proceso de negociación que básicamente no ha rendido frutos en los últimos meses y que es mantenido con vida en gran parte para hacer tiempo para la política de riesgo de May en el Reino Unido.
"En este momento, solo hay cabida para la discusión dentro del Reino Unido, pero no con nosotros", señala el sumario del 7 de febrero, y subraya la conclusión de que los problemas de May son nacionales, políticos y que es poco probable que se resuelvan al hablar con líderes europeos.
Después de hablar con Juncker, May se reunió con Donald Tusk, presidente del Consejo Europeo. El documento describe el encuentro como "en su mayoría una repetición de la conversación con Juncker".
Tusk alentó a May a trabajar en conjunto con Jeremy Corbyn, el líder de izquierda del opositor Partido Laborista, para forjar un compromiso. Sin embargo, May respondió que, aunque ambos han estado en contacto, era poco probable que miembros del Partido Conservador, al cual pertenece, respaldaran cualquiera de sus ideas, de acuerdo con el sumario.
Tusk sugirió que, sin importar el trato que May vislumbró, consiguiera respaldo para él en Londres antes de pedir el apoyo de los líderes de otras naciones europeas. Eso evitaría una repetición de la espectacular derrota del mes pasado, en la que el parlamento rechazó rotundamente un trato del brexit que May había acordado con Europa.
"Deberías primero obtener el voto o hacer un trato con Corbyn", dijo Tusk, de acuerdo con el documento.
"May apenas mostró alguna reacción", indica el documento.
Expertos dijeron que la ambigüedad de May era de alguna manera estratégica, para reflejar una postura política difícil. "Cuando el gobierno anota cualquier cosa o da algunos detalles, produce una reacción negativa", dijo Tony Travers, profesor de Gobierno en la London School of Economics. "Así que la gran belleza de tener una posición ambigua y no declarada es que mantiene a todos de su lado en Londres".
El resultado, dijo él, era que May acudió a las negociaciones sin una postura y sin nada que solicitar. "Ella dice: 'Necesito que me des algo. Dime qué es'", dijo Travers.
No obstante, el tiempo se acaba. Está programado que el Reino Unido abandone la Unión Europea el 29 de marzo; los líderes empresariales, economistas y otros expertos advierten que salir sin un acuerdo sobre comercio, fronteras y otros asuntos podría ser desastroso.
Sin el apoyo del acuerdo para retirarse que negoció, y sin señales de que pueda negociar uno mejor en las próximas semanas, May tiene pocas opciones. Miembros del partido de oposición la han acusado de hacer tiempo, con lo que apostaría a que los legisladores finalmente respaldarán su acuerdo al enfrentarse a la posibilidad de un brexit sin trato o de que no haya brexit.
Muchos funcionarios europeos también ven la utilización de ese cálculo. El documento obtenido por el Times concluye que la visita de May fue esencialmente una táctica dilatoria.
"La visita fue solo para ganar tiempo, porque en cuestión de contenido fue nada".
* Copyright: 2019 The New York Times News Service