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NUEVA YORK — Los métodos más comunes del narcotraficante Joaquín Guzmán Loera para evadir la prisión en México fueron la fuga (en dos ocasiones de dos distintos penales en su país) y evitar que lo atraparan en primer lugar.
Pero ahora que el Chapo está bajo juicio en la Corte Federal de Distrito de Brooklyn, sus abogados se vieron obligados a montar una defensa legal. El martes 29 de enero, como muchos sospechaban, quedó claro que no iban a presentarla.
Su exposición a favor del Chapo frente al jurado empezó a las 9:38 de la mañana en Nueva York cuando uno de los abogados, Jeffrey Lichtman, llamó al banquillo a un agente del FBI que discutió cómo obtuvo una evidencia que no tenía relación con el caso del Chapo. Lichtman después leyó en voz alta una estipulación, un documento según el cual desde hace varios años su cliente ha estado endeudado.
Lichtman concluyó su presentación a las 10:08 de la mañana. "Y así, su señoría, concluye la defensa", dijo.
Desde el inicio del proceso en el tribunal quedó claro que había poco que hacer a favor de Guzmán Loera quien ha estado bajo investigación por parte de las autoridades estadounidenses desde hace más de una década. La situación se complicó aún más porque en 2016 confesó ser un narcotraficante en una entrevista para la revista Rolling Stone.
Aún así, la presentación de los abogados ante el jurado de tan solo media hora fue notablemente corta en comparación a la de los procuradores, que dieron por concluida su demostración el lunes. Durante más de diez semanas, los fiscales ahogaron en montañas de evidencia a la defensa con los testimonios de 56 personas y pruebas que incluyeron llamadas telefónicas en las que el Chapo discute negocios del Cártel de Sinaloa, así como mensajes interceptados de él con su esposa, Emma Coronel, y con mujeres con las que tuvo amoríos.
Los problemas en el juzgado para Guzmán Loera comenzaron desde noviembre, en cuanto Lichtman dio su expoosición inicial. Su apuesta fue presentar a su cliente como un hombre a quien durante años había incriminado su socio del cártel, Ismael "el Mayo" Zambada; según Lichtman, el Mayo conspiró con agentes estadounidenses deshonestos y con un gobierno mexicano irremediablemente corrupto .
Hubo dos grandes problemas con ese argumento. El primero fue que el juez encargado, Brian Cogan, interrumpió a Lichtman a la mitad del discurso, a pedido de la procuraduría, para enfatizarle que cualquier cosa que afirmara ahí tendría que respaldarla después con evidencia contundente. El segundo fue que ese argumento, verdadero o no, no excluye la posibilidad de que el Chapo sí sea un narcotraficante y culpable de los diversos cargos que enfrenta.
Durante el juicio, Licthman y los otros dos integrantes del equipo de defensa —William Purpura y A. Eduardo Balarezo— dedicaron su tiempo a intentar socavar la credibilidad de los catorce testigos cooperantes (los que declararon a cambio de una posible reducción en su sentencia). Esos intentos fueron exitosos en algunas ocasiones, y fracasaron en otras. La mayoría de los testigos ya habían sido acusados de diversos delitos federales en Estados Unidos y usualmente confesaban sus fechorías antes de que la defensa pudiera sacarlas a la luz.
Antes de que iniciara el proceso en el tribunal, los abogados del Chapo se habían enfocado en señalar las duras condiciones de su detención, en el ala de máxima seguridad de la prisión federal de Manhattan. Debido al historial de fugas de Guzmán Loera, fue puesto en aislamiento durante varios meses y se le prohibía estar en la misma habitación que sus abogados. Las reuniones previas al juicio se realizaron por medio de una ventana de plexiglás, con la incomodidad que eso conlleva.
El equipo de abogados intentó con varias mociones persuadir al juez Cogan de que esas condiciones habían socavado el derecho de su cliente a recibir asesoría legal adecuada, como prevé la Sexta Enmienda de la Constitución de Estados Unidos. El juez buscó que se mejoraran algo las condiciones del arresto, pero los abogados no lograron convencerlo de que se habían violado los derechos constitucionales de Guzmán Loera.
Hacia mediados de enero empezaron a surgir rumores de que la estrategia sería que el mismo Guzmán Loera subiera al banquillo como testigo en su propia defensa. Pero después de conversarlo durante varios días con sus abogados, el lunes el Chapo le dijo a Cogan que no planeaba comparecer.
Se sabe poco sobre esas conversaciones que tuvo con su equipo de defensa dadas las protecciones del privilegio abogado-cliente, que norma la confidencialidad de las discusiones del asesoramiento jurídico. Sin embargo, Purpura sí le dijo a Cogan que él y sus abogados le explicaron a su cliente los peligros legales de someterse al contrainterrogatorio de un juicio. Guzmán Loera entonces decidió no testificar "de manera voluntaria e informada", dijo Purpura.
Los abogados del capo tendrán una última oportunidad para intentar persuadir al jurado este jueves 31 de enero, cuando presentarán su recapitulación. Sin embargo, habrá restricciones a lo que puedan decir, si es que prosperan las mociones de la procuraduría.
La noche del 28 de enero, los fiscales presentaron un documento en el que le piden al juez Cogan que la defensa no tenga permitido argumentar, como lo hicieron en sus declaraciones iniciales, que el Mayo Zambada conspiró con funcionarios de México y de Estados Unidos para incriminar al Chapo.
Los procuradores indicaron que esa afirmación es estrafalaria y además citaron lo que el mismo Cogan dijo en el segundo día del juicio.
"Puede que haya dos narcotraficantes, uno de los cuales está sobornando al gobierno y uno que no", indicó en ese entonces el juez. "Eso no significa que el que no está sobornando no cometió crímenes".