Quizás la prueba de esta historia de amor, el vínculo orgánico y genuino con el que más de una marca desearía sentirse parte, queda evidenciado cada vez que se enciende un micrófono y un rapero dispara una rima filosa y pegadiza arriba del escenario. Habrá entonces que alzar la vista y si hay una botella en alto, será prueba suficiente de que esta relación de cariño está totalmente consumada.
Hennessy, el cogñac que tranquilamente nuestros abuelos podrían beber, es fuente de inspiración para los raperos de todo el mundo y encarna el aspiracional de una escena musical que se mantiene siempre vigente. Esta historia de amor desinteresada no solo está plasmada arriba del escenario sino en las cientos de canciones grabadas que mencionan a esta bebida. El fanatismo de los artistas trasciende tanto al punto que algunos de ellos -incluso- lo llevan tatuado en la piel.
El rap y el hip hop esconden miles de historias y caminos dentro la propia cultura que representa. En lo que hace a usos y costumbres, se cuela esta bebida que no pasa desapercibida. De hecho, la robusta mitología, literatura y fábulas que existen a propósito de esa relación señala que, antes de la aparición oficial de los primeros DJs, b-boys, MCs, grafiteros y hasta de cualquier bloc party, este cogñac había tendido un puente con la comunidad afroamericana.
Y si en Estados Unidos, cuna del rap, se convirtió en la bebida más elegida por los artistas del género, en Argentina, cuyos talentos locales siempre respetaron a sus antecesores, el hilo también iba a tenderse: hoy, los grandes referentes del trap y rap doméstico eligen este cogñac.
En términos artísticos, la inclusión de Hennessy en el imaginario rapero generó una cuestión de status y su ostentación es, también, una pista tanto de prosperidad como de deseo: de 2 Pac feat, Obie Trice en “Hennessy”, a DeJ Loaf feat. Lil Wayne con “Me U & Hennessy”, pasando por Drake en “One Dance” y su “I need a one dance/ got a Hennessy in my hand” (“Necesito un baile / tengo un Hennessy en mi mano”), hasta el paso del mismísimo NAS como embajador oficial de la marca o la legendaria Erykah Badu siendo rostro de alguna campaña.
Se trata, aseguran, de vínculos auténticos, genuinos, forjados en un anhelo recíproco. Todos y cada uno de ellos ungieron una relación romántica con el coñac. Fueron embajadores informales, mensajeros de un sentido de pertenencia. Así las cosas, el aval de estos referentes provocó un efecto cascada: todos quieren su botella.
Fenómeno en Argentina
De esta manera, los raperos y traperos argentinos también incursionaron en la adopción de este cogñac francés, una bebida que, al menos en nuestro país, antiguamente fue elegida –casi de forma exclusiva- por un segmento etario diferente. Sin embargo, por estos días, es cada vez más habitual que los talentos locales vayan a contramano de ese preconcepto y se muestren junto a Henny, lo sumen a sus letras, videos e imaginarios.
Entre ellos Emanero, Cazzu y Duki quien en una de su canciones, menciona al coñac: “Donde las horas no pasan, ‘tá para’o mi reloj / Dímelo, si vienen los haters, solo esquívenlos / Salto tanto que ya me creo LeBron / Demonios en mi cabeza, no me dejan dormir (no) / Tengo la droga en la media si viene la police (oh, oh-oh) /‘Toy como el Playboi Carti, modelando en N.I. (ey, yeah) / Un trago al piso por los muerto’, vaciando mi Hennessy”.
Franky Style, otro exponente, directamente le puso a una canción Hennessy. Al igual que Duki aparecen en el video de la canción tomando el coñac. Como si fuera un trofeo, en todos los casos la botella aparece bien en alto.
Big Soto, un trapero venezolano, sigue el mismo camino en un video suyo de la canción que también lleva el nombre del coñac. Eladio Carrión, Cazzu y Cosculluela hicieron un tema en colaboración donde también dejan una clara referencia a la bebida.
Cazzu canta en otra canción: “Y no soy así. Pero siempre termino en la misma cuando bebo Hennessy”.
Tal y como pasó con los referentes del rap y trap internacional, que encontraron en el cogñac una representación necesaria, los máximos referentes del rap y el trap local también advirtieron en Hennessy un cobijo, un artefacto pop, una seña identitaria.
Y, con este envión, el cogñac viró en una especie de contraseña distintiva, en una suerte de abrazo con el imaginario del rap norteamericano y, fundamentalmente, se convirtió en una medalla. En su medalla.
Y para desenmarañar ciertos misterios hay que hacer un close-up y viajar hasta los convulsionados tiempos de la Primera Guerra Mundial, cuando los soldados afroamericanos pisaron coordenadas parisinas por primera vez y, de alguna manera, le “dejaron de regalo” al jazz y, a cambio, “adoptaron” el coñac, símbolo de sofisticación y elegancia.
En ese sentido, así como París se convirtió en la cuna jazzera de las capitales europeas, el pueblo afroamericano del sur prescindió del whisky, la bebida que históricamente elegían los caucásicos de la región (quienes, para ese entonces, eran sus opresores), para adoptar al cogñac. Casi como respuesta y hasta como un “trofeo”, Hennessy devino en la bebida predilecta de la población afroamericana de Estados Unidos.
“Muchos raperos reconocen que Henny era la bebida que tomaban sus abuelos. Entonces, para un rapero que nació en la década del ‘70 u ‘80, que probablemente tuvo a su abuelo presente en la Primera Guerra Mundial, esa bebida le recuerde a él”, explicó Tomás Linch, periodista especializado en gastronomía y aficionado al hip hop.
Desde muy temprano, la marca comprendió que ahí, en esa elección, debía trazar un vínculo. “En las primeras revistas especializadas para el público afroamericano ya había publicidades de Henny”, continúa Linch. En tanto, ese vínculo sucedió de forma natural, casi instantánea.
“La marca siempre apostó por esa segmentación de edades, geografías y gustos”, suma Pluzito, el primer rapero argentino en realizar una activación con Hennessy. Y quien, incluso, le dedicó unas barras en “HennyBerry”.
Y ese ida y vuelta de los raperos y traperos argentinos con sus pares norteamericanos encendió una sinergia justa: Hennessy es, ahora, una de sus bebidas preferidas. Igual que en Estados Unidos, los artistas locales provienen de las calles, de las plazas, de la periferia y su configuración hace nudo en un espejo. En cierta parte, salvo los kilómetros, la matriz artística y hasta geográfica se posa sobre las mismas bases.
Aquí, entonces, más allá de citas, homenajes o cuestiones aspiracionales, la decisión de adoptar a Henny e incluirlo en sus cosmovisiones artísticas va en sintonía con un tendal de honestidad: por las razones que ellos estén encontrando, la actitud de Hennessy los está representando.
Durante una entrevista se le preguntó a Maurice Richard Hennessy, el hijo de octava generación de la dinastía Hennessy, qué pensaba sobre la historia de amor que estos artistas de rap tienen con el famoso producto de su compañía. Lo dejó muy en claro, ellos no solo quieren saber acerca de este sabroso elixir, se sienten bien al momento de hacer rimar el nombre del coñac.
“La palabra ‘Hennessy’ va bien en una canción. Algunas personas me dicen: ‘¿Cómo puedes siquiera hablar con estos artistas de rap?’ He conocido a bastantes de ellos y son buenas personas. No quiero saber sobre su vida privada o pública, pero cuando los conozco, se interesan, les encanta saber de qué se trata el Coñac. A menudo provienen de entornos pobres y me preguntan sobre recomendaciones, cómo beberlo, cómo se hace”, resumió.
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