Un nuevo estudio sugiere que el tipo de personalidad está relacionado con el rendimiento en el dormitorio. Los hombres con una personalidad de tipo “D” -que son tímidos y pesimistas- son más propensos a sufrir disfunción eréctil. Estas personas tienden a evitar las interacciones con los demás, son propensas a la vergüenza y tienen dificultades para mostrar sus emociones. Pero en qué se basan estas afirmaciones
Los investigadores afirman que aquellos con estas características en la personalidad también podrían estar menos dispuestas a buscar ayuda, razón por la cual sufren mayores tasas de disfunción eréctil. También pueden tener una menor adherencia a la medicación y un mayor riesgo de depresión en comparación con la población general.
Se calcula que entre el 17 y el 39% de las personas del Reino Unido, Estados Unidos y Europa tienen una personalidad de tipo D. Los científicos encuestaron a 1.740 hombres taiwaneses sexualmente activos de entre 20 y 40 años, a los que hicieron preguntas sobre su personalidad y su vida sexual por Internet.
Los resultados, publicados en The Journal of Sexual Medicine, mostraron que 941 (el 54,1%) tenían personalidad de tipo D. De todos los voluntarios, el 15,9% (360 hombres) declararon tener una disfunción eréctil moderada o grave. Pero la cifra se elevó al 19,4% (229 hombres) entre los que se clasificaron como tipo D.
Y los que tenían este tipo de personalidad también tenían peores puntuaciones de depresión: 17 de 32, en comparación con 13 entre todos los participantes. Además, eran menos activos, más propensos a fumar y a seguir una dieta inadecuada, factores todos ellos que se ha demostrado que aumentan el riesgo de padecer disfunción eréctil.
Aquellos con personalidad de tipo D también eran menos propensos a acudir a los médicos cuando se encontraban mal y a seguir los consejos médicos. Los investigadores señalaron que no examinaron el historial médico de los participantes, que podría influir en su disfunción eréctil.
Investigaciones anteriores demostraron que la disfunción eréctil, que se cree que afecta a una quinta parte de los británicos y estadounidenses, empeora la calidad de vida de los hombres y sus parejas. Las tasas son mucho más elevadas entre los hombres de más edad, pero el trastorno “no es infrecuente” en los hombres jóvenes, entre los que podría tener un “efecto dramático” en su vida, señalaron los investigadores de la Universidad Nacional Yang Ming Chiao Tung de Taipei.
La mala salud mental también aumenta el riesgo de disfunción eréctil, ya que los estudios demuestran que las personas con depresión tienen un 40% más de probabilidades de padecerla, mientras que las que padecen disfunción eréctil tienen tres veces más probabilidades de estar deprimidas.
La excitación sexual masculina es un proceso complejo que involucra al cerebro, las hormonas, las emociones, los nervios, los músculos y los vasos sanguíneos. La disfunción eréctil puede ser el resultado de un problema con alguno de estos. Del mismo modo, el estrés y las inquietudes relacionadas con la salud mental pueden provocar disfunción eréctil o empeorarla.
“A veces, la disfunción eréctil se debe a una combinación de cuestiones físicas y psicológicas. Por ejemplo, una enfermedad física leve que hace que tu respuesta sexual sea más lenta puede generarte ansiedad con respecto a mantener una erección. Esta ansiedad puede provocar o empeorar la disfunción eréctil”, advierten especialistas de la Cínica Mayo.
Contrario a lo que algunas personas consideran, el deseo sexual tiene su origen en el cerebro. En este sentido, el deseo sexual se produce por la actuación de sustancias químicas en varias partes del cerebro, incluido el hipotálamo, el cual es responsable de regular las emociones, la temperatura corporal, el apetito, la sed y otros instintos básicos.
De esta manera, las sustancias químicas que funcionan como neurotransmisores son capaces de incrementar y mejorar la actividad de las células cerebrales y se evidencia en el aumento de flujo sanguíneo que experimentan los órganos sexuales. No obstante, trastornos mentales asociados a los estados de ánimo como la depresión dificultan el proceso químico que se desarrolla en el cerebro haciendo casi imposible el deseo sexual.
Entendemos que la depresión afecta a la sexualidad de forma global, ya que la sexualidad humana es un aspecto de la salud mental y física de la persona. Por tanto, la frecuencia, el placer, la excitación, el deseo y la capacidad de fantasear se ven limitadas. Por ello, cabe señalar que, ante los primeros síntomas es importante acudir a la consulta del médico especialista. Allí podrán determinar cuáles son los probables factores desencadenantes y cuáles son las estrategias y recursos para la mejora de la calidad de vida.
SEGUIR LEYENDO: