Las neurociencias son el grupo de ciencias que estudian la relación del cerebro con las funciones mentales, incluyendo las emociones, las decisiones y otras funciones cognitivas como la memoria y el lenguaje. Las mismas están presentes en todos los aspectos de nuestra vida y son fundamentales para nuestro trabajo, nuestro rol en la familia y para nuestra vida en sociedad.
Además, las neurociencias generan datos e información que permite conocer mejor nuestro cerebro y su funcionamiento, y esto se puede aplicar a la economía, la filosofía, las políticas públicas, la educación, las organizaciones, entre otras. Por ello, comprender el rol de las mismas nos permite adquirir información sobre todas las actividades que hacemos.
Según explica María Roca, directora de Ineco Organizaciones, las neurociencias tienen mucho para aportar en el mundo corporativo. “En las empresas trabajan personas, que piensan, sienten y deciden de maneras particulares que la neurociencia viene estudiando hace tiempo. Aplicar esos conocimientos permitirá diseñar políticas organizacionales que no se apliquen de manera abstracta sino desde el conocimiento del órgano sobre el que influyen: el cerebro”, afirma la profesional y asegura que, si bien las neurociencias pueden aportar a distintos ámbitos (que van desde el diseño de productos hasta la experiencia del usuario), en los últimos tiempos su aporte se ha centrado en el bienestar y la salud mental de sus colaboradores.
“La incertidumbre de los tiempos que corren ha aumentado los niveles de estrés y malestar emocional y ya está claro el impacto que éstos tienen en la productividad de las personas y por lo tanto los han marcado como una prioridad. Aquellas empresas que puedan gestionar adecuadamente su bienestar y el de sus equipos, estarán sin duda mejor preparadas para el futuro”, concluye.
Respecto a la toma de decisiones, Verónica Rial, miembro del Departamento de Terapia Cognitiva de INECO, afirma que las neurociencias nos demuestran que decidimos muchas veces en forma no consciente, basados en experiencias y emociones previas y en un contexto que cambia permanentemente.
“Múltiples estudios han evidenciado que la racionalidad humana es ecológica, contextual, guiada por atajos emocionales y que esta estrategia es la más adecuada para tomar decisiones. Las neurociencias nos enseñan que las mejores decisiones se toman cuando se tiene conciencia de cómo estos atajos están operando automáticamente, y saber identificar en qué situaciones no debe tomarlos en cuenta”, explica la especialista.
Entre los principales aportes de las neurociencias aplicadas al campo de la toma de decisiones, Verónica Rial destaca las estrategias para identificar y reestructurar sesgos sistemáticos; herramientas para identificar decisiones saludables, funcionales y efectivas de otras que no lo son; técnicas para manejar el impacto del estrés en las decisiones, estrategias para desarrollar reflexión consciente y autocontrol; y recursos para entrenarse en pasos de toma de decisiones en un contexto altamente cambiante.
Por su parte, Dinka Piromalli Girado, coordinadora Académica en INECO-U, concluye que, en el caso de la educación, las neurociencias son clave: “Nosotros aprendemos con nuestro cerebro, por lo que el estudio del cerebro representa un bastión fundamental para la educación. Conocer cómo funciona el mismo en procesos de aprendizaje y funciones cognitivas asociadas a dicho proceso, como la memoria, la atención y la inhibición, se torna de gran importancia”.
Asimismo, la coordinadora académica afirma que las neurociencias pueden ayudar a entender cómo funciona un cerebro al aprender, cómo hacerlo de una manera más efectiva y cómo generar nuevas planificaciones escolares basadas en conocimientos científicos.
“Un claro ejemplo de esto último es la planificación horaria de materias que requieren más recursos cognitivos. La evidencia ha demostrado que, en los horarios tempranos, los chicos deberían realizar tareas que demanden menos esfuerzo cognitivo pero que pueda activarlos físicamente, como por ejemplo las clases de gimnasia o educación física. Con este breve y simple ejemplo podemos poner bajo la lupa cómo las neurociencias y las investigaciones basadas en evidencia pueden brindarnos conocimiento para generar intervenciones que pueden ser aplicadas directamente a las aulas y proporcionar mejoras en el sistema educativo”, concluye la especialista.
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