Generación Z sin hijos: cuáles son las 3 incertidumbres que desvelan a los jóvenes y qué rol juega el cambio climático

Cómo equilibrar las propias pasiones con el mundo laboral y los ingresos, son algunos de los argumentos de esta decisión que puede desde ser una postergación de la edad para formar la propia familia, hasta la idea de no procrear directamente. Cómo incide esto en los cambios demográficos según un informe. Dos expertas analizan a Infobae el nuevo paradigma

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“Tener un hijo no es algo que yo descarte 100 por ciento en un momento de vida, pero no es algo que quiera o desee hoy en día, en un futuro cercano, ni es algo que proyecte o tenga planeado”, dice Agustín Jamele, un joven de 27 años
“Tener un hijo no es algo que yo descarte 100 por ciento en un momento de vida, pero no es algo que quiera o desee hoy en día, en un futuro cercano, ni es algo que proyecte o tenga planeado”, dice Agustín Jamele, un joven de 27 años

Tener hijos o no. Esa es la cuestión para la Generación Z, los jóvenes nacidos en los últimos años de la década del 90 e inicios del 2000. Ellos, al menos se detienen un momento a pensar la decisión de dejar descendencia. Y no se trata de una forma de pensar desinteresada, ni poco afectiva. Tampoco tiene que ver con escapar a tamaña tarea. Para muchos, se trata de un nuevo paradigma que avanza anclado en una serie de variables reales, que bien podrían englobarse dentro de una palabra: incertidumbre.

Episodios como la pandemia, la crisis económica, las guerras y hasta el cambio climático, hacen que este grupo etario pare la pelota y analice sobre la importante decisión de tener hijos. Y, si deciden que los van a tener, dejan ese momento para una edad más adulta, por lo general, después de los 35 años. Los jóvenes de la Generación Z son definitivamente protagonistas de una película completamente distinta a la de otras generaciones.

“Tener un hijo no es algo que yo descarte 100 por ciento en un momento de vida, pero no es algo que quiera o desee hoy en día, en un futuro cercano, ni es algo que proyecte o tenga planeado”, suelta a Infobae Agustín Jamele, un joven de 27 años. “Hoy la respuesta es no. Y si me preguntas en relación al tiempo ese “no” es de acá a los próximos 5 a 7 años. El principal motivo es lo económico. Tener un hijo hoy me obligaría a tener que volver a vivir con mis viejos, a trabajar más o a no llevar a a cabo planes personales que tengo. Desde lo global, no se sí tanto la pandemia, pero el cambio climático o las guerras, me hace pensar que no veo un futuro tan copado como para traer alguien al mundo”, agrega Jamele.

Las palabras del joven tiene consonancia con un informe de la consultora Trendsity al que accedió Infobae, sobre las profundas transformaciones demográficas en los países de la región. Según el estudio, la no maternidad/paternidad es una opción. “Una proporción creciente de personas hoy eligen no ser padres o madres. Detrás de esta consigna, aparecen variedad de motivos: las condiciones socioeconómicas donde se hace difícil pensar en sostenerse en forma independiente. La incertidumbre general que no permite proyectar. El desarrollo profesional y la inserción laboral de las mujeres. La crisis climática donde no se puede asegurar el agua potable ni veranos con menos de 50° La dificultad de tomar una responsabilidad a tan largo plazo en épocas de incertidumbre y angustia relacionada con el propio futuro”, dice el informe.

Full length of smiling young multi-ethnic male and female university students sitting on steps at community college
Full length of smiling young multi-ethnic male and female university students sitting on steps at community college

“En distintas mediciones observamos que la Generación Z no sólo se diferencia por la posibilidad de eludir los mandatos tradicionales acerca de la conformación de la familia, sino que se cuestiona la posibilidad de la no maternidad/paternidad como una elección posible, cada vez menos cuestionada por la sociedad como elección. La incertidumbre actual acerca del futuro, la responsabilidad de erigirse su propio destino y hacerse cargo de sus decisiones, el temor por otras cuestiones como el calentamiento global, las crisis económicas y el cómo equilibrar las propias pasiones con el mundo laboral y los ingresos, son los argumentos para sostener esta decisión que puede, desde ser una postergación de la edad para la formación de la propia familia, hasta la decisión de no procrear directamente”, explica a Infobae Mariela Mociulsky, CEO fundadora de Trendsity.

Del mismo informe se desprende que hay una disminución de la tasa de crecimiento de la población y progresivo envejecimiento de los habitantes. “Manifestación de la acelerada baja de la fecundidad y la menor mortalidad. A mediados del siglo pasado, la tasa de crecimiento anual de la población regional era de 2,8%, en la actualidad es de solo 1,2%”, dice el texto. “Las mujeres tienen menos hijos y son madres a mayor edad. “La pandemia profundizó las brechas, presentando grandes retos para la recuperación. Enfrentando los rezagos históricos en cuanto a las enormes desigualdades económicas, sociales, étnicas, de género”, agrega el informe.

Las poblaciones se “achicarán” a distintos ritmos. “América Latina llegará al pico de crecimiento de su población en 2058, con diferencias por países. Brasil y Chile alcanzarán ese punto máximo en apenas dos décadas. Y Colombia lo hará en 30 años. Las poblaciones de Argentina y México tardarán 40 años para empezar a decrecer. El “achicamiento” de la población será más lento en Perú, donde se estima que será en 50 años el pico máximo de crecimiento”, dice el informe.

América Latina llegará al pico de crecimiento de su población en 2058, con diferencias por países. Brasil y Chile alcanzarán ese punto máximo en apenas dos décadas. Y Colombia lo hará en 30 años. Las poblaciones de Argentina y México tardarán 40 años para empezar a decrecer
América Latina llegará al pico de crecimiento de su población en 2058, con diferencias por países. Brasil y Chile alcanzarán ese punto máximo en apenas dos décadas. Y Colombia lo hará en 30 años. Las poblaciones de Argentina y México tardarán 40 años para empezar a decrecer

Quedan atrás los tiempos en que América Latina era calificada como joven. “En palabras sencillas: las personas viven más y tienen menos hijos. La edad promedio de la población en la región era: en 1950: 19,8 años. En 2020: 31 años”, reza el estudio. Según las proyecciones la edad promedio será: en 2050: 40,8 años En 2100: 49,6 años.

Luego de la pandemia, se espera una nueva conformación de las familias: menos hijos y más mascotas. Entre los ítems que se vislumbran aparece: diversidad como consigna de la nueva época; confluencia de edades en las nuevas familias; conviven varias generaciones, producto de la mayor expectativa de vida y la extensión de la edad para tener a los primeros hijos. “Familias más pequeñas y de distintos tipos de familias. Menos hijos y más mascotas por familia. Cambios en los roles de género, tareas compartidas y menos tiempo para la preparación de alimentos”, resume el informe de Trendsity.

Otra característica de la pandemia es que expuso las brechas, entre ellas las desigualdades que anidan dentro de los hogares. “El apoyo en las tareas escolares o homeschooling de los hijos es realizado exclusivamente por la madre, según el 39% de los encuestados. Queda claro que es la madre quien está siempre presente en dicha escena, tanto para los hombres como para las mujeres”, dice le estudio.

Nuevas formas de “hacer familias”

La crisis económica hace que los jóvenes piensen más de una vez si podrán mantener a un hijo
La crisis económica hace que los jóvenes piensen más de una vez si podrán mantener a un hijo

“Hoy los roles basados en las diferencias de género han cambiado sustancialmente. Son más compartidos y a veces, intercambiables. No es ninguna novedad que las mujeres salen a trabajar a la par de los hombres y que pueden funcionar como “proveedoras” en el hogar y que los varones se ocupan de hacer compras, cocinar y cambiar pañales. Y que ambos pueden funcionar en el mundo laboral y doméstico a la vez”, dice a Infobae María Fernanda Rivas, psicoanalista, miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina, especialista en parejas y familias, especialista en niños y adolescentes.

“La noción de familia también ha ido cambiando. Los mandatos sociales que recaen sobre los jóvenes -de ambos sexos- no contemplan solamente el armado de una pareja y una familia, como antaño. Estos mandatos coexisten con otros, de igual o mayor potencia, que tienen que ver con la productividad, con el estudio y el trabajo, el viajar, el rendimiento deportivo, el perfeccionamiento laboral, el ganar dinero”, agrega la psicoanalista, quien además es autora del libro “La familia y la ley. Conflictos-Transformaciones”.

De la mano de las transformaciones señaladas se registran cambios en los sistemas de valores y el estilo de vida de las personas. “Se experimenta un sentido de la privacidad alejado de lo público, que permite a las personas mantener un modelo doméstico-privado en función de sus intereses económicos y afectivos. En definitiva, se asiste a un cambio de mentalidad en el que valores como la autonomía y la independencia económica adquieren una centralidad cada vez mayor entre hombres y mujeres, lo que ha ido transformando decisivamente sus identidades”, sigue Rivas.

Se asiste a un cambio de mentalidad en el que valores como la autonomía y la independencia económica adquieren una centralidad cada vez mayor entre hombres y mujeres. A su vez el cambio climático genera desconfianza en la Generación Z. "¿Es conveniente traer una persona al mundo en este contexto?", se preguntó a Infobae uno de los jóvenes consultados
Se asiste a un cambio de mentalidad en el que valores como la autonomía y la independencia económica adquieren una centralidad cada vez mayor entre hombres y mujeres. A su vez el cambio climático genera desconfianza en la Generación Z. "¿Es conveniente traer una persona al mundo en este contexto?", se preguntó a Infobae uno de los jóvenes consultados

Hoy, dice la especialista, la discusión se centra en lo que se denomina formas de “hacer familias”, es decir, “en las configuraciones de parentesco, distribución de roles y tareas, concepciones parentales y filiatorias que ponen en entredicho las nociones tradicionales. Vale la aclaración de que la pareja es considerada ya una forma de familia y que representa el desprendimiento de las familias de origen de cada uno y el armado de un “nosotros””.

Explica Rivas: “En este contexto se observa un número importante de parejas que deciden no tener hijos. En ellas, el mandato social relativo a formar parte de una cadena para la supervivencia de la especie, parece resolverse de maneras diferentes”.

Las formas de “ahijar” o “gestar” -y que pueden estar presentes en parejas que deciden no tener hijos- se relacionan con un cuidado más universal según Rivas, con “una preocupación por un mejoramiento cualitativo de la vida de todos los niños, de los animales, del cuidado por el planeta. Se plasma muchas veces también en una forma de “caridad” que, a nivel social, permitiría ofrecer a las poblaciones en desarrollo, vitalidad y posibilidades de supervivencia. Implica, por tanto, incluir a otros seres en la preocupación generativa propia (preocuparse por preocuparse por otros) o transformarse en un modelo valioso para la próxima generación como transmisor de valores e ideales a través de tareas como la docente, la productiva, la solidaria, la curativa”, dice la psicoanalista.

"Pensar el por qué los jóvenes denominados la Generación Z, mayormente eligen no tener hijos, es un tema que nos enfrenta a cierta complejidad y vivencia catastrófica", analizan los expertos
"Pensar el por qué los jóvenes denominados la Generación Z, mayormente eligen no tener hijos, es un tema que nos enfrenta a cierta complejidad y vivencia catastrófica", analizan los expertos

Eva Rotenberg, miembro Didacta de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA), directora de la Escuela para padres Multifamiliar, analiza a Infobae: Pensar el por qué los jóvenes denominados la Generación Z, mayormente eligen no tener hijos, es un tema que nos enfrenta a cierta complejidad y vivencia catastrófica. Podríamos preguntarnos si ¿nos enfrentamos a una crisis de valores? Actualmente la familia tradicional tiene resquebrajamientos, no hay modelos culturales de la parentalidad, es más, está puesta en cuestión. Las familias con padres del mismo sexo, monoparentales, con padres trans, también implican una ruptura de la familia tradicional”.

Y sigue Rotenberg: “El cambio de posición de la mujer, la caída del patriarcado, la dificultad de sostener un contrato amoroso y ético con el otro, la elección de proyectos breves, la dificultad de sostener proyectos “para toda la vida” y la necesidad de vivir en el presente frente a la incertidumbre climática, política, económica y la guerra, son algunos de los motivos que llevan a muchas personas y parejas a no proyectarse con hijos”.

Para la especialista “la crisis de sentido, la falta de trabajo estable, el ecocidio hace reflexionar si es un acto de amor traer hijos al mundo hoy, o si es un acto de irresponsabilidad y egoísmo”.

Y concluye: “La maternidad ya no es más el destino de la mujer, tener hijos es una decisión posible para ambos sexos. Muchos padres/madres deciden serlo después de los 40, conformando diferentes modos de parentalidad. Hay una crisis en sostener la pareja, es más frecuente disolverla frente a un conflicto que enfrentarlo juntos. Podemos preguntarnos, ¿Qué pasó? ¿qué está sucediendo? ¿Con estas elecciones, los jóvenes se sienten más libres o más solos/as?”

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