Si bien es cierto que las redes sociales y apps de cita parecen ser el escenario perfecto para mentir u ocultar información a la hora de iniciar una relación con otra persona, todo indica que la llamada generación Z dio un salto de “madurez” en este punto y prefieren decir la verdad desde el comienzo, al momento de conocer a alguien.
Es que, se sabe, hay mentiras que serán fáciles de descubrir en una primera cita, como si la persona se puso o quitó kilos o centímetros de altura en su descripción. Aunque habrá otras que generarán más dolores de cabeza, como saber cuál es realmente la disponibilidad de la otra persona, esto es, si busca una relación estable o prefiere algo pasajero.
En ese sentido, algo parece haber cambiado en los últimos años, y es lo que en la actualidad se conoce como “hardballing”, es decir, dejar claro desde el principio lo que se está buscando o no al entrar en una red.
¿Un cambio generacional?
Al parecer, el cambio no partió de las propias redes, sino en cómo decidieron usarlas los nuevos usuarios.
Es que la llamada generación Z, nombre con que se nuclea a los jóvenes adultos de 18 a 25 años, entró pisando fuerte en las apps de citas y comenzó a cambiar parte de esas “reglas de juego” no escritas.
Según observaron desde Tinder en su web, más de la mitad de sus miembros de todo el mundo son Gen Z y gran parte de ellos se unieron a la red a raíz de los confinamientos producto de la pandemia de COVID y la necesidad de contacto con personas de su edad, aunque más no fuera online. Así, estos usuarios marcaron nuevas formas de relacionarse que se caracterizan por ser más honestas y sinceras.
Por “hardballing” se conoce una nueva tendencia que, básicamente, promueve la sinceridad desde el comienzo de una relación acerca de si se está buscando algo estable o pasajero. Preferiblemente antes de llegar a verse en persona, para no hacer que nadie pierda su tiempo.
Aquí es donde se marca la principal diferencia con sus predecesores, los millennials, que parecían preferir optar por el ghosting cuando descubrían que sus intereses no cuadraban con el de la otra persona, después de varias conversaciones infructuosas. Por el contrario, los Z prefieren ir directo desde el primer momento para ahorrarse decepciones y falsas expectativas.
El por qué de esta sinceridad
Decir lo que se busca desde el principio tiene sus ventajas. Y aunque parece obvio, lo que no queda claro a los expertos es por qué recién con el arribo de la generación Z a las redes ocurre este fenómeno.
Para Raquel Graña, sexóloga y experta en educación sexual, sencillamente se trata de que los jóvenes reciben una educación diferente a las pasadas generaciones. “Cada vez hay más concienciación de lo que es una relación sana. Además, se está visibilizando mucho la importancia de ir al psicólogo, de ser transparentes, de comunicarnos de forma adecuada”, destacó la especialista.
Y tras resaltar que por otra parte “se trata de una generación nativa en las redes sociales, y, por lo tanto, es lógico que creen sus propias normas”, Graña resaltó: “En las clases que imparto de educación sexual, y sobre todo los universitarios, te dicen que ahora ligan sobre todo relacionándose por Instagram, principalmente a través de reacciones de stories, likes, etc”.
Consultada sobre si la sinceridad en las redes es sólo una moda o se trata realmente de un cambio de modelo que acabará por implantarse, la especialista confió en que sí y en que “todos lo pongan en práctica”. “Las personas que tenemos redes sociales y nos dedicamos a terapia hacemos mucho hincapié en esto, porque nos influye enormemente”, aportó la psicóloga.
El límite entre la sinceridad y el sincericidio
El otro punto que analizan los expertos es si hay diferentes formas de practicar el “hardballing”. Es que si bien está bien ser sinceros con las intenciones personales, hay muchas formas de plantearlas y expresarlas al otro.
Y muchas veces la sinceridad, mal expresada, puede ser tan hiriente como una mentira.
“El llamado hardballing puede ser el extremo de lo sincero”, opinó por su parte el psicólogo Enrique Vázquez Oria, para quien “el problema llega cuando esta sinceridad se expresa sin empatía y sin sensibilidad hacia la otra persona, o cuando hace que todo sea un intercambio práctico y frío, sin dejar margen a la improvisación o al dejar fluir las cosas”.
Para él, “la excesiva naturalidad puede chocar con los protocolos y rituales de seducción necesarios, acabar con la magia de las primeras palabras y los primeros encuentros, aunque virtuales, llevando al terreno de lo excesivamente evidente”.
En ese sentido, el antídoto a este “sincercidio” sería optar por una comunicación asertiva y empática, “que exprese las emociones desde la simpatía, siendo agradables, sin excesos, ni prisas”. Según el experto, “no se trata sólo de ser honestos, sino de aprender a serlo para que realmente resulte algo positivo”.
Para finalizar, el especialista reconoció que si bien está bien saber la disponibilidad inicial del otro, “la realidad es que las mejores relaciones son las que ‘se cuecen a fuego lento’. Es decir cuidando con mimo y con tacto las primeras palabras, sin mentiras, pero tampoco con verdades que asusten al rito necesario de la seducción entre personas que tienen ciertas intenciones aparentes”.
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