Aunque algunos crean que la alegría y la felicidad, o el miedo y la vergüenza no son lo mismo, la realidad puede brindarles un cambio de parecer. Es que existen diferencias entre las emociones y los sentimientos. Y cada uno tiene un aspecto importante en nuestra salud mental. Con lo cual, poder diferenciarlos es esencial para alcanzar el bienestar.
Lo cierto es que “las emociones son experiencias vivenciales que tienen rostro expresivo. ¿Qué quiere decir esto? Significa que no se aprenden cuando uno va creciendo, lo traemos por naturaleza. Siempre que tenemos una emoción básica ponemos el rostro que corresponde”, indicó en diálogo con Infobae el doctor Daniel López Rosetti, médico (MN 62540) y presidente de la Sección de Estrés de la World Federation for Mental Health (WFMH).
En ese tono, el experto destacó que las emociones básicas son: miedo, ira, tristeza, alegría, asco y sorpresa. “La emoción es una vivencia intensa y aguda que se extiende por poco tiempo. Minutos o alguna hora, pero no más que eso. Y como se puede apreciar en el rostro es un evento público, yo me doy cuenta que el otro lo tiene, y el otro se da cuenta que tengo esa emoción”, señaló el experto.
En tanto, los sentimientos “son experiencias vivenciales que tienen más de razonamiento y componente mental o cognitivo”. En palabras del experto, los sentimientos habituales en el ser humano son: amor, odio, culpa, vergüenza, orgullo, fe, esperanza y felicidad. “A diferencia de las emociones primarias, los sentimientos pueden durar mucho tiempo, incluso, a veces, toda la vida”, indicó López Rosetti.
“Cuando uno tiene un sentimiento se lo tiene que comunicar al otro”, agregó el especialista y destacó que, por estos aspectos, es que “concluimos que las emociones y sentimientos no son lo mismo”. “En la vida cabalgamos mezclando siempre ambas cosas porque los seres humanos somos además de razón, emociones. Y esas emociones se dividen en dos: emociones y sentimientos. Las emociones y los sentimientos no sólo juegan un papel relevante en nuestras acciones y decisiones, sino que también son fundamentales para alcanzar el bienestar y la felicidad”, recalcó.
Lo cierto es que, pese a que podemos conocer estas diferencias, no siempre podemos detectar que estamos ante situaciones diferentes. Nuestra calidad de “humanos” nos hace dudar de las diferencias, en especial cuando estamos inmersos en situaciones que nos provocan estas acciones.
“Nuestro cerebro trabaja descubriendo las emociones, los sentimientos y las experiencias que nos llegan, pero para que éstas se conviertan en una expresión simbólica y que podamos entenderlas, debemos ponerlas en palabras”, resaltó López Rosetti y continuó: “Al realizar esto les damos forma para poder identificarlas y entender qué es lo que nos pasa, y qué es lo que transcurre en nuestra mente, para eso es necesario ponerle palabras a lo que experimentamos”.
Según el experto, cuando buscamos poner en palabras a las emociones, logramos brindarles una “expresión simbólica”, con lo cual la realidad se transforma en “algo entendible”. “Esto es parte del mecanismo para lograr que una vivencia se haga consciente”, recalcó López Rosetti.
Al tiempo que, para finalizar, señaló que “cuando este mecanismo funciona bien mentalmente, uno entiende lo que siente uno mismo y lo que sienten los demás”. Ahora, cuando esta estrategia no alcanza el objetivo impuesto, el resultado es que, “muchas veces, las personas no registran lo que sienten. No lo pueden poner en palabras y provoca que estas personas tengan una suerte de analfabetismo emocional”
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