Ningún rostro humano es simétrico. Si se traza una línea imaginaria vertical justo por la mitad de la cara de cualquier persona –es decir, que la atraviese desde la frente hasta el mentón– nunca el lado derecho es una réplica exacta (aunque invertida) del lado izquierdo. Siempre hay diferencias, aunque sean muy sutiles.
De hecho, esa es una de las razones por las cuales a tanta gente le gusta cómo se ve en el espejo pero odia salir en fotos. El reflejo en el cristal muestra una imagen invertida; las fotos, en cambio, ofrecen el aspecto “real”. Si las caras fueran simétricas, ambas representaciones coincidirían. Pero no es eso lo que sucede. Ese desagrado ante las fotos propias suele deberse a que la persona no ve el rostro que le resulta familiar (el que contempla todos los días en el espejo) sino uno ligeramente distinto.
Por supuesto, hay grados: desde unas asimetrías apenas perceptibles hasta otras muy pronunciadas. Algunos estudios científicos han postulado que, cuanto más simétrico es un rostro, más bello y atractivo resultará, e incluso hay trabajos que han sugerido que la simetría facial sería un indicio de mayor “calidad genética”. Tales ideas, no obstante, se han puesto en tela de juicio en numerosas ocasiones.
Para la psicoanalista Fiorella Litvinoff, “en nuestra era, es decir la era de la imagen, solemos estar capturados por lo visual y la imagen que presentamos al otro es crucial”. “Pero esto no solo sucede en nuestra época, sino que a lo largo de la historia la imagen cobra gran relevancia porque tiene que ver con la belleza y el reconocimiento propio y ajeno. En la época griega la simetría era sinónimo de belleza y perfección, hoy continúa esto pero hay más concepciones acerca de lo que es bello. El surrealismo por ejemplo rompe con esta idea de que lo único bello es lo simétrico ya que los rostros de Picasso por ejemplo no son simétricos. No hay nada que sea en sí mismo bello, sino que lo que se confiera estético está vinculado a construcciones sociales de época y la subjetividad de quién mira”, indicó a Infobae la especialista.
Para encontrar el origen de nuestra fijación por el rostro simétrico tendríamos que remontarnos al año 1345 a.C donde encontramos el famoso busto de Nefertiti, la gran esposa real del faraón egipcio Akenatón, concebido en base a una representación rigurosamente simétrica de su rostro. Más adelante, en la época griega, lo más importante fue la búsqueda de la proporción.
Lo que ni egipcios ni griegos probablemente pudieron anticipar es que más de 3000 años más tarde, millennials y centennials desarrollarían una obsesión por la proporción y la simetría que rozaría la manía.
“La gente en TikTok está obsesionada con la simetría facial, lo que significa que, por las leyes del algoritmo, yo también lo estoy”, relataba hace unos días la escritora Haley Nahman en un artículo para The Guardian en el que exploraba los orígenes de esta nueva fijación que se transmite a toda velocidad de filtro en filtro y de perfil en perfil.
Más de 100 millones de publicaciones invaden TikTok con el hashtag #symmetricalface (#carasimétrica), donde los usuarios prueban filtros para descubrir cuán simétrico es su rostro mediante un efecto espejo que compara ambos lados y cuál de los dos lados sería, por contraste, su lado bueno. En Instagram, la plataforma que más obsesionada está con la proporción, los resultados de búsqueda muestran resultados diversos: consultas de cirujanos plásticos que muestran el antes y el después de las operaciones de simetría facial, sesiones de masajes faciales para arreglar asimetrías cuyo origen pueda ser muscular, apreciación de rostros simétricos de celebridades o selfies de mujeres preguntándose “¿por qué no puedo tener una cara simétrica?”.
Ante la consulta de este medio, Elsa Wolfberg, psicoanalista y psiquiatra de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA), y vicepresidente del Capítulo de Prevención Cuaternaria, Psiquiatría Preventiva y APS de la Asociación de Psiquiatras Argentinos, manifestó: “Supongo que esta fijación por los rostros simétricos es un modo y una moda de control social para que las personas se entretengan con el espejo y no piensen en lo asimétrico de las sociedades donde viven: inequidad, discriminación y guerra, por ejemplo”.
Instagram nació en el año 2010. Aunque los filtros formaron parte de la plataforma desde sus orígenes, al principio estos jugaban con el brillo, el contraste o la textura. FaceTune, la aplicación que permite retocar fotografías desde el teléfono móvil, se hizo popular en el año 2013. Al poco tiempo, el proceso natural de subir una fotografía a Instagram, especialmente cuando se trataba de un selfie, pasaba por hacer una serie de mejoras previas a través de FaceTune, como suavizar la piel para ocultar imperfecciones en forma de granos, arrugas o rojeces, y después publicarla. Así, al menos, lo hacían las famosas a las que todo el mundo seguía.
En agosto de 2016, Instagram lanzó su propia versión de la popular red social Snapchat: Instagram Stories. Y fue en Instagram Stories donde empezaron a proliferar filtros que convertían una cara normal en un ícono de belleza: pecas sobre la nariz, eyeliner, pestañas largas, labios gruesos, nariz más afilada o mandíbula más marcada. Cuando TikTok nació en el año 2016, ya se había masificado el uso de filtros y además, toda una generación ya se había acostumbrado a ver y a redescubrir su imagen retocada a través de las pantallas móviles.
“Nadie puede negar que TikTok invita a tener cierta fijación con el Yo. Los filtros pueden mostrarte qué edad parece en realidad que tienes, tu color de ojos ‘auténtico’, a qué celebridad te pareces o cómo lucirías si fueras un niño de los 90″, escribió Nahman, “la simetría como definición de la belleza juega también a esto. Yo también me lo creía, pero al observar a tanta gente enloquecer colectivamente por su asimetría me di cuenta de que esta fijación es absurda y equivocada”. Para ella, “las caras perfectamente simétricas se ven desconcertantes. La perfección, estéticamente, es aburrida casi por definición. Puede haber estudios que muestren que los humanos se sienten atraídos por las caras simétricas , pero también hay estudios que muestran lo contrario”.
“Si creas una cara perfectamente simétrica en el laboratorio, que es lo que he hecho, esas caras tienen calificaciones de belleza muy bajas”, explicó Dahlia W Zaidel, profesora de psicología de la Universidad de California en Los Ángeles, a Stephanie Shapiro en un artículo sobre la belleza de la asimetría para el Chicago Tribune. “Nunca miramos caras perfectamente simétricas, nunca desde el momento en que nacemos. Cuando anunciamos la simetría como algo divino, olvidamos el atractivo de lo real y lo orgánico”, aseguró.
En el año 2019, Instagram tomó la decisión de prohibir todos aquellos filtros con efecto “cirugía plástica” en un intento de priorizar, según la empresa, la salud mental de sus usuarios. En los últimos años, existe un incremento de interés por parte de los adolescentes en todo lo relacionado con su cuerpo, ya que cada vez se sienten más presionados para ofrecer una buena imagen de sí mismos, parecida a aquella que muestran a través de sus distintos perfiles sociales. La realidad es que, después de anunciar la prohibición, Instagram tan solo eliminó aquellos filtros que hacían referencia, de manera literal, a la cirugía plástica, como el filtro “Plástica” o “Fix Me”.
Actualmente, Instagram y TikTok muestran un amplio catálogo de efectos, a través de los cuales los usuarios pueden jugar a ver distintas versiones de sí mismos. La simetría facial, esa que lleva obsesionando a hombres y mujeres en búsqueda constante de la belleza desde tiempos clásicos, es tan solo la última moda en las plataformas que exhiben los miedos, los defectos y las ansias por alcanzar un ideal inexistente.
SEGUIR LEYENDO: