Del pijama y los conjuntos deportivos al arnés y la máscara que cubre el rostro completamente. Parece que la moda no entiende de medias tintas en el panorama de acercarse progresivamente a la normalidad. La pandemia y la obligación de llevar una máscara despertaron fuertemente las tensiones y el deseo de entregarse a nuevas fantasías. Una teoría que, por supuesto, se hace sentir en la escena de la moda. En las últimas temporadas, las casas de moda y los diseñadores han jugado con la “estética bondage” y han ampliado los límites. Apuestan por el género y la sexualidad para crear looks que pueden ser tan poéticos como libidinosos.
El sexo y la moda están interminablemente interrelacionados, y lo han estado durante décadas: desde las colecciones descaradamente sexys de Versace de principios de los 90 hasta el corsé inspirado en el BDSM de Mugler, la influencia de la alta costura inspirada en el sexo ha dejado su huella en la moda y se ha anunciado como una tendencia que está aquí para quedarse.
Ahora, con las apuestas del próximo otoño-invierno 2022/23 sobre la mesa, los expertos en moda ya han comenzado a diseccionar las propuestas de las diferentes firmas de moda y a encontrar rasgos comunes entre ellas. De todas las tendencias que ya se pueden vaticinar hay una que impera: el fetishcore. Así lo anuncia también el portal de moda Lyst, quien ha situado esta corriente como la tendencia que más rápido está creciendo este mes de marzo atendiendo a datos como la subida de un 132% en las búsquedas de arneses y de un 100% en chokers de cuero.
Entre las celebrities que ya se han querido sumar a esta atrevida tendencia nos encontramos principalmente con Kim Kardashian o Julia Fox, dos grandes amantes del efecto látex y del total look de cuero. Pero, ¿qué es exactamente la estética fetishcore? Este código responde a algunos rasgos que se han asociado siempre al fetichismo, como el color negro, el cuero, el látex, los arneses o las botas altas hasta los muslos. También engloba prendas como los corsés, las transparencias extremas o los cut out más atrevidos.
Más allá de que esta estética se haya colado con fuerza en las pasarelas de firmas como Versace, Dolce & Gabbana, Balmain, Fendi o Roberto Cavalli, o en el armario de algunas de las famosas más influyentes del momento, las causas del éxito del fetishcore también podrían ubicarse en las redes o en cuestiones sociales.
Históricamente, la ropa fetichista ha salido a la luz después de recesiones económicas o eventos importantes, como la primera y la segunda guerra mundial, y Lou Austin, copropietario del sitio fetichista MegaPleasure, cree que está relacionado con un trauma colectivo. “No me sorprendería si esta pandemia desencadena un resurgimiento del uso de máscaras tanto en los dormitorios como en las pasarelas como un guiño al tedioso trauma compartido que todos hemos estado viviendo durante el último año”, dijo en diálogo con el diario británico The Guardian.
Para el profesor profesor de diseño de moda en la Universidad de Westminster en Londres, Andrew Groves, cocurador de Undercover, una exposición que analiza el uso de mascarillas durante la pandemia en espacios públicos, “el resurgimiento de la moda fetichista es en parte una reacción al confinamiento”. “Durante los últimos 18 meses, todos hemos estado en una extraña relación BDSM con el gobierno que ha controlado nuestros cuerpos, nos obliga a usar máscaras y nos dice a quién podemos besar o tocar. Adoptar la ropa fetiche como moda puede interpretarse como un deseo de cambiar la relación, recuperar el control y mostrarles quién está realmente a cargo”, aseveró el experto.
El término “fetichismo” (del calzado femenino) fue definido por primera vez por el autor francés Nicolas Edme Restif de la Bretonne en el siglo XVIII. “Se hizo popular en la década de 1920 con la compañía francesa Yva Richard que vendía sombreros, lencería y zapatos”, explicó Jennifer Richards, tutora del Royal College of Art. “También se destacaron por su creación de un sujetador cónico de acero con tachuelas”, añadió, un precursor del sujetador cónico de Jean Paul Gaultier que Madonna hizo famoso. Richards reconoció que el trabajo del diseñador de moda Rudi Gernreich en la década de 1960 influyó enormemente en diseñadores como Helmut Lang, que popularizó el look fetiche. “El trabajo de Gernreich fue una reacción a la sexualización abierta del cuerpo de la época, buscó eliminar el estigma de la vergüenza y abrazar el cuerpo en su totalidad”, remarcó.
El espectro de la moda fetichista ha sido parte de nuestro vocabulario visual moderno. Groves cree que nuestra exposición continua a tales artículos los hace menos impactantes. “Su significado se diluye”, dijo, destacando la máscara gimp. “Su progresión de fetiche a objeto de moda por parte de Westwood en la década de 1970, luego reinterpretada por la diseñadora de moda Margiela en la década de 1990 y ahora usada por Kanye West ejemplifica que su fuerza se ha debilitado como resultado de su difusión interminable”.
Aún así, Richards cree que hay un mensaje importante que debe extraerse del uso de estas prendas. “Estas prendas permitieron tanto la transformación como el empoderamiento. Si miramos hacia atrás a la teoría original de Freud, entonces el fetichismo tiene que ver con el control. En un momento en el que intentamos ser más abiertos y transparentes en torno al sexo, estas prendas pueden ser una forma de comenzar a recuperar el control sobre nosotras mismas”, concluyó.
La pandemia ha reforzado considerablemente el interés de la moda por el fetichismo como forma de recuperar el control de la vida y la identidad, sobre todo cuando la condición de personaje público se pega a la piel. Por lo tanto, la ropa fetichista parece ser algo más que una tendencia. Pero, ¿esto significa que quienes lo llevan lo hacen realmente, o son verdaderamente conscientes de lo que representa? Nada es menos cierto. Pero si puede hacer que la gente piense y abra su mente, eso es algo.
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