China está luchando contra su mayor brote de COVID-19 desde los primeros días de la pandemia. Ayer domingo, el gigante asiático reportó 3.939 contagios en 24 horas, el doble que el día anterior, la cifra más alta en dos años en el país donde todo comenzó a fines de 2019.
Y las autoridades sanitarias no lo dudaron: fieles a su estrategia de “COVID cero”, recurrieron a los confinamientos de la población para evitar que los contagios se extiendan más aún.
Lo cierto es que no se veían estas cifras desde el primer brote de Wuhan a principios de 2020. Además, los contagios provocados por la variante Ómicron están muy extendidos por más de 20 provincias. Del 10 de febrero al 13 de marzo, el número de casos internos confirmados aumentó de siete diarios a más de tres mil. Los puntos críticos más grandes son Jilin y la provincia nororiental de Shandong, donde cerraron todas las escuelas de su ciudad más grande, Qingdao.
El Gobierno chino también ordenó ayer domingo el confinamiento de Shenzhen, la capital tecnológica de China, que tiene 17 millones de habitantes. Todos los residentes tendrán que pasar tres rondas de pruebas PCR. El distrito de Futian, de 300 mil personas, ya había sido puesto bajo llave y ante el aumento de los casos de coronavirus en los últimos días el Gobierno municipal tomó la misma medida.
Los contagios también están aumentando en Shanghai, donde ya se habilitaron ocho mil habitaciones de hotel para las cuarentenas. Según cuentan los residentes del centro económico, los bloqueos en algunos barrios fueron tan rápidos que sorprendieron a muchos trabajadores en sus oficinas, de las que no pueden salir hasta que no tengan el resultado negativo de una prueba PCR.
La estrategia es la misma desde el comienzo de la pandemia en Wuhan: rápidos cierres y confinamientos para frenar los contagios, pruebas masivas y castigos a funcionarios locales por no haber visto venir el brote antes de que se propagara.
Pero, ¿podrá China mantener su estrategia “COVID cero” ante el aumento de contagios?
El gigante asiático es uno de los pocos que siguen la estrategia para contener la pandemia. Pero después de dos años de fronteras virtualmente cerradas, pruebas masivas, confinamientos focalizados y cuarentenas, la estrategia está siendo puesta a prueba como nunca antes con un brote de contagios en todo el país.
China se aisló del mundo en marzo de 2020 al adoptar una estrategia que denominó “dinámica cero” para contener los brotes con confinamientos estrictos y pruebas masivas.
Allí, las personas pueden ser impedidas de salir de su edificio u obligadas a permanecer en una habitación de hotel si se les considera un contacto de alto riesgo.
Con aplicaciones para seguir a las personas contagiadas, los contactos suelen ser detectados y puestos rápidamente en cuarentena.
Tiendas, escuelas, sitios turísticos, edificios de oficinas y centros comerciales fueron cerrados con personas adentro luego de detectar un solo contacto de alguien contagiado.
Las autoridades locales se ven presionadas a contener cualquier foco de contagio para evitar ser destituidos o criticados en la prensa estatal.
Los pobladores son obligados a permanecer en casa de un momento a otro, como ocurrió con los 17 millones de habitantes de Shenzhen, puestos en cuarentena el domingo.
El número de vuelos comerciales colapsó y los pocos pasajeros que llegan pasan semanas en cuarentena estricta. El gobierno dijo que no renovará los pasaportes chinos vencidos a menos de que el portador tenga un motivo válido para viajar, lo que redujo la demanda de viajes al exterior.
Mientras tanto, los brotes de nuevos contagios también se registran en algunos países de Europa, y el fantasma de un nuevo recrudecimiento de la pandemia a escala global se hace cada vez más presente.
Entre el 2 y el 10 de marzo, los contagios diarios en Alemania subieron 19%, en Italia 17,7% y en Austria 25,3%. En el caso alemán, la subvariante BA.2 ya representa el 50% de los nuevos infectados y por ello el ministro de Salud de ese país, Karl Lauterbach, calificó la situación como “crítica”.
Según observó el médico infectólogo Roberto Debbag (MN 60253), “el mundo está viviendo momentos de calma y de intranquilidad en relación al COVID”. “Hay un efecto que yo llamo ping pong, que está dado por el recrudecimiento de los brotes en algunas regiones o países y la disminución en otras y esto es lo que pasa ahora en China, es decir circulación de la subvariante BA.2 de Ómicron, en poblaciones que tal vez con las vacunas que recibieron están en una caída de la inmunidad”, analizó el experto ante la consulta de Infobae.
“Y la otra preocupación pasa en este momento por los países europeos, donde se estima que el aumento de los contagios se debe a la subvariante con mayor transmisibilidad en aquellas personas que no recibieron la tercera dosis o están en esa caída de la inmunidad luego de los cuatro meses de completar su esquema”, agregó Debbag, para quien “esto va a seguir en el tiempo, y va a hacer que algunos países se vean más afectados y otros no tanto y eso va a depender de la inmunidad de la población y la circulación de las nuevas variantes”.
En esa línea, los expertos en China señalan que la relajación de las medidas de cuidado, la elevada transmisión de la variante BA.2 y la disminución de la inmunidad tras la vacunación y/o la infección son los motivos detrás de la suba.
Un destacado científico chino había asegurado recientemente que el país debería aspirar a coexistir con el virus. Mientras tanto, el gobierno anunció que estaba introduciendo pruebas rápidas de antígenos por primera vez, lo que permitiría realizar pruebas en el hogar, una posible relajación del control estatal sobre la crisis de salud.
Es que investigadores de la Universidad de Pekín advirtieron que China podría sufrir un “brote colosal” que abrumaría su sistema médico si relajara las restricciones a un nivel similar al de Europa y Estados Unidos.
El epidemiólogo Zhang Wenhong, uno de los más influyentes en ese país, aseguró que “no es el momento de debatir sobre la política de COVID cero”, según publicó hoy el diario Global Times.
En una publicación en su cuenta en la red social Weibo, en la que tiene más de cuatro millones de seguidores, el experto explicó que el país asiático debería “usar este período como una oportunidad para diseñar estrategias antipandémicas más sabias, completas y sostenibles”.
Zhang admitió que China se enfrenta al “momento más difícil” desde que estalló la pandemia a comienzos de 2020, ya que “en solo once días”, del 1 al 12 de marzo, se pasó “de 119 nuevos casos diarios a 3.122″.
Pese a la extensión de los rebrotes, el reconocido epidemiólogo señaló que “la virulencia del coronavirus ha disminuido” y añadió que “las personas con una inmunidad normal y que hayan recibido una dosis de refuerzo no tendrán problema”.
Sin embargo, Zhang aseguró que si China -que permanece desde hace dos años con las fronteras prácticamente cerradas a extranjeros no residentes y que exige una cuarentena mínima de 14 días a todo el que entra en su territorio- se abriese al extranjero, “aumentaría el número de casos en un período muy corto y el sistema médico nacional quedaría sobrecargado”, lo que causaría un “daño irreparable” a la sociedad.
El epidemiólogo Zeng Guang, exjefe del Centro para el Control y Prevención de Enfermedades, declaró recientemente que “las restricciones no durarán para siempre” y que China “presentará su hoja de ruta para coexistir con el virus en un momento adecuado”.
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