La sabiduría popular indica que la mirada optimista promueve una mejor calidad de vida. Sin embargo, los estudios científicos en torno a su veracidad eran escasos. De hecho, por mucho tiempo se consideró a esta condición como una variable difícil de mensurar para ser incluida en este tipo de relevamientos.
Sin embargo, las ciencias blandas ganaron terreno en la medida en que los especialistas comenzaron a zambullirse en ellas y a detectar acciones capaces de ser medidas como consecuencia del optimismo o el pesimismo.
Lewina Lewis es psicóloga del Sistema de Salud de Asuntos de Veteranos de Boston, en Estados Unidos. Dedica su investigación a rastrear indicios de por qué las personas optimistas viven más. En sus últimas conclusiones encontró confirmación sobre de qué modo viven mejor, por qué sus cuerpos están más saludables y qué impacta para que registran menos eventos estresantes en sus vidas. En un intercambio por correo electrónico exclusivo con Infobae explicó que en sus más reciente estudio, junto a su equipo, pudo concluir que “las personas que tienen una perspectiva optimista del mundo pueden vivir vidas más saludables y más largas porque tienen menos eventos estresantes que enfrentar”.
-¿Cómo definiría el optimismo?
-Lo entendemos como el modo de interpretar y analizar cómo somos nosotros mismos y el mundo que nos rodea. Se trata de reconocer cuánto control se tiene en una situación, de qué modo se espera o no un buen resultado; qué tipo de medidas se toman para controlar los sucesos; sobre qué tipo de eventos se intenta tomar control y el modo en que se lee la expectativa de futuro, además de la actitud que se toma en los hechos que se transitan.
-¿Se trata de una elección o es un condicionante de vida?
-Uno de nuestros estudios comparó dos grupos de personas para evaluar sus patrones de pensamiento. El primero completó un ejercicio de 5 minutos que involucró pensamientos positivos sobre su futuro, mientras que el segundo simplemente siguió con su vida diaria sin esforzarse por pensar de manera optimista. El primer grupo aumentó significativamente su optimismo durante el período de dos semanas, y muchos de ellos se sintieron más optimistas después de solo un día. De modo que entendemos que una persona puede acrecentar sus pensamientos optimista, tomando medidas para pensar positivamente. Sin embargo, aún tenemos datos encontrados en torno a saber si un sujeto pesimista puede volverse optimista. Sí creemos que puede progresar en sus condición hacia un pesimismo menor o un rango mayor de optimismo. Una forma de volverse más optimista es desarrollar una conciencia plena de cómo reaccionamos internamente o juzgamos una situación. A menudo, nuestra reacción automática implica una evaluación negativa o el peor de los casos. Será útil que nos sorprendamos haciendo eso y luego intentemos idear diferentes formas de abordar la situación.
-¿Es consistente relacionar la condición optimista con la longevidad?
-Tanto en hombres como en mujeres, nuestros investigadores encontraron una asociación dependiente de la dosis de niveles más altos de optimismo asociados con una mayor longevidad. Este estudio involucró a más de 70.000 participantes que completaron una encuesta para medir sus niveles de optimismo, salud general y hábitos de estilo de vida como fumar, consumo de alcohol y tipo de dieta. Uno de los objetivos de esta investigación fue identificar los factores psicosociales específicos que promueven el envejecimiento resiliente a lo largo de la vida. Algunos participantes del estudio fueron seguidos durante un máximo de tres décadas (1986-2016). Los resultados demostraron que, en promedio, los hombres y mujeres más optimistas del estudio tenían probabilidades de llegar a los 85 años entre un 50 y un 70 por ciento más que los participantes del estudio menos optimistas. Estas estadísticas tienen en cuenta las diferencias demográficas y el estilo de vida.
-¿Por qué la presencia de espíritu positivo aporta a una vida más longeva?
-Si bien la investigación ha identificado muchos factores de riesgo de enfermedades y muerte prematura, sabemos relativamente menos sobre los factores psicosociales positivos que pueden promover un envejecimiento saludable. Este estudio tiene una gran relevancia para la salud pública porque sugiere que el optimismo es uno de esos activos psicosociales que tiene el potencial de extender la vida humana. Una investigación paralela que realizó nuestro equipo sugiere que las personas más optimistas pueden regular las emociones y el comportamiento, así como recuperarse de los factores estresantes y las dificultades de manera más efectiva. El vínculo entre el optimismo y la salud, y por ende con la longevidad, se está volviendo más evidente.
-Su más reciente investigación se centra en el vínculo entre el estrés y el optimismo, ¿cuáles fueron sus hallazgos al respecto?
-Dado el trabajo previo que relaciona el optimismo con la longevidad, el envejecimiento saludable y los menores riesgos de enfermedades importantes, parecía un siguiente paso lógico, estudiar si el optimismo podría proteger contra los efectos del estrés entre los adultos mayores. Analizamos la información que nos ofrecieron 233 hombres que tenían al menos 21 años cuando se inscribieron en el Estudio Normativo sobre el Envejecimiento de Asuntos de Veteranos de Estados Unidos, entre 1961 y 1970. Las encuestas en los años ‘80 y ‘90 evaluaron sus niveles de optimismo. Entre 2002 y 2010, completaron hasta tres diarios de ocho días que registraban su estado de ánimo y cualquier situación estresante que encontraron. Luego del seguimiento, ahora pudimos concluir que los más optimistas informaron tener menos factores estresantes diarios, lo que explica en parte sus niveles más bajos de estado de ánimo negativo. Eso nos sugirió que quizás los hombres más optimistas limitaron su exposición a situaciones estresantes, o que eran menos propensos a percibir o etiquetar las situaciones como estresantes.
-¿Cuál es el efecto del diálogo interno en la producción de estrés?
-Es, precisamente, donde se dispara el pensamiento positivo. El diálogo interno es el flujo interminable de pensamientos no expresados. Son automáticos y pueden ser positivos o negativos. Parte del diálogo interno proviene de la lógica y la razón. Otros diálogos internos pueden surgir de conceptos erróneos que el sujeto cree debido a la falta de información o expectativas debido a ideas preconcebidas de lo que puede suceder. Si los pensamientos son en su mayoría negativos, es más probable que la visión de la vida sea pesimista. Si los pensamientos son en su mayoría positivos, es probable que suceda lo contrario.
-¿Cómo se puede identificar los pensamientos negativos?
-Los hay de varios tipos. Los de filtración magnifican los aspectos negativos de una situación. Los personalizados son los que emergen automáticamente donde el sujeto se inculpa. Los catastróficos delimitan lo peor que puede suceder en una situación. Los inculpatorios, intentan adjudicar responsables concretos y externos a los sucesos. Los aumentadores ponen una lupa a hechos menores. Los perfeccionistas imponen estándares difíciles de alcanzar y, finalmente, los polarizadores tienden a ver sólo dos estados posibles: buenos o malos, sin matices. Ya existen pruebas en nuestras investigaciones que demuestran que las personas pueden aprender a convertir el pensamiento negativo en positivo con algunas técnicas sencillas.
-¿Como cuáles?
-Reconocer el pensamiento negativo y darle una segunda oportunidad diferente a la planteada. Estar abierto a pensar las situaciones con algo más de humor. Descartar a los culpables asignados comprendiendo que el suceso ya es, ni importa quién lo haya causado. Revisar la mirada catastrófica bajo un mantra e “y si…”, es decir, “y si no sale lo peor, qué alternativa existe”. Modificar el diálogo interno negativo no es sencillo. Es un proceso. Pero las investigaciones en nuestro centro indican que es posible y si el estrés y la longevidad están en juego, sería recomendable intentarlo.
-¿Por qué cree que la condición optimista se asocia habitualmente con una mirada ingenua de la realidad?
-Un pensamiento más optimista no significa ignorar los riesgos, que es un concepto erróneo común sobre el optimismo. Puede implicar reconocer nuestras fortalezas, ejemplos anteriores de éxito y áreas sobre las que tenemos control, para que podamos llegar a una perspectiva más positiva y segura. Los optimistas realmente pueden llevar existencias más libres de problemas que los pesimistas. Puede ser más fácil la convivencia con las personas optimistas y, en consecuencia, reducir la frecuencia y gravedad de conflictos. También es probable que se interpreten los eventos diarios menos estresantes. Con una predisposición optimista es posible que se alcance un mejor nivel de relativización de sucesos triviales.
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