Tras dos años de pandemia y restricciones, reanudar la rutina de vacaciones o escapadas ha sido muy complejo para todos los destinos en todo el mundo. De hecho, aún no se retoman los índices de traslados que se tenían previos a la pandemia y tampoco se han alcanzado la cantidad de vuelos de 2019.
Cuando esto estaba en franco avance, intentando superar las dificultades, el escenario europeo vuelve a ensombrecerse con la invasión de Rusia a Ucrania. Los especialistas en psicología coinciden en que el temor trasciende las fronteras en conflicto. Por un lado, el presidente de la Confederación Española de Agencias de Viajes (CEAV), Carlos Garrido, estimó que estos hechos tendrán incidencia en los destinos cercanos a Rusia.
Sin embargo, el presidente de la Asociación Corporativa de Agencias de Viajes Especializadas (ACAVe) de España, Martín Sarrate, es algo más cauto y se expresa con temor a “que provoque un miedo psicológico en el turista y eso lo disuada de viajar como sucedió en anteriores guerras”.
Según indica Garrido, “estamos muy preocupados, porque el turista por lo general es muy miedoso, esperamos que esta sensación se circunscriba únicamente a la zona más cercana al foco del conflicto. Es una mala de noticia para el sector porque estábamos justo en el momento de la reactivación”.
En este escenario, el miedo a viajar se empieza a configurar como un tema de debate entre quienes transitan Europa, vuelan con aerolíneas afectadas por el conflicto o deben atravesar zonas cercanas con compromiso por las rutas aéreas o la duración o ejecución real de sus vuelos. La hodofobia es el término médico para el miedo a viajar. Algunas personas lo llaman “trip-a-phobia”.
Esta una fobia que puede desarrollarse después de eventos o desastres muy publicitados que infunden miedo en el público. “El miedo a viajar se suele producir a partir de una experiencia negativa pasada mientras se viajaba -explicó Rocío Rodríguez Rey, psicóloga experta en Información y profesora del departamento de Psicología de la Universidad Pontificia de Comillas, España-. El recuerdo del evento crea una mayor respuesta de estrés físico y emocional ante una nueva oportunidad de viaje”.
Sin embargo, los especialistas reconocen que aparece una segunda causa que se origina después de que un evento mundial importante atrae la atención nacional o internacional. Los brotes pandémicos son un ejemplo de tales eventos que crean temores de viaje en las persona, del mismo modo que la guerra entre Ucrania y Rusia. Rodríguez Rey, señaló que “es normal que enterarse de estos eventos provoque efectos psicológicos adversos como angustia, ansiedad, tristeza o dificultad para dormir. La adrenalina se dispara y no siempre permite tener una visión adecuada de la realidad. En este escenario, postergar viajes implica una doble problemática: e miedo a concretarlo por un lado, y la decepción de suspenderlo por el otro”.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha indicado que vivir una guerra en primera persona provoca más depresión, esquizofrenia, estrés postraumático, ansiedad y bipolaridad que entre aquellas personas que no han experimentado estas traumáticas experiencias. Sin vivencias cercanas de acciones bélicas, sufren estos trastornos psicológicos 1 de cada 14 personas, pero en una guerra lo padecen 1 de cada 3, según el estudio publicado en la revista científica The Lancet.
Además, la OMS advierte de que, aunque finalice la guerra, el trauma psicológico que provoco se prolonga durante años. “Una realidad que no es directamente aplicable a los viajeros, por supuesto, pero que afecta en ese mismo sentido sus conductas y decisiones”, dijo Rodríguez Rey.
Los expertos indican que, a la par de los miedos personales, los hechos reales también exacerban los temores, como la pandemia y los conflictos armados. La especialista asegura que “mirar para otro lado y no informarse no es una solución. Es una situación real que está ocurriendo”.
Claudio Plá Alem, médico psiquiatra y fundador de Poder Volar, una organización que brinda soluciones a personas con miedo a los aviones, coincide al afirmar que “la modernidad ha traído mayores exigencias y nos fuerza a cambios adaptativos que son generadores de ansiedad. Todos hoy manejamos altos montos de incertidumbre, que genera la angustia de tener que hacer elecciones entre múltiples caminos, con el miedo a fallar que eso conlleva”.
“Los efectos de los conflictos bélicos son particulares en este tiempo -afirmó Francisco de las Heras, sociólogo emérito de la Universidad Deusto-. Los miedos se multiplican por que podemos enterarnos de todo pocos minutos después de que sucede. Las personas pueden tomar decisiones no siempre basadas en situaciones reales”.
La ansiedad es el síntoma principal de la hodofobia. Puede manifestarse como un miedo que crea reacciones físicas y mentales, e incluso puede convertirse en un ataque de pánico. En 2020, se estimó que el 25% de la población estadounidense tenía niveles significativos de ansiedad por viajar. “La fobia a viajar y la ansiedad que la acompaña se amplifica enormemente durante eventos mundiales como lo fueron las pandemias del SARS y el COVID-19, las guerras, los movimientos sociales y el transporte utilizado como método de terrorismo -añadió de las Heras-. Una particularidad que se presenta en estos cuadros es que no necesariamente se despiertan en el público directamente afectado. Pueden ocasionar temor en quienes no están geográficamente viajando hacia o por los destinos del conflicto”.
Para este especialista, el modo en que cada sujeto toma decisiones respecto de sus viajes en este contexto dependerá de la capacidad de resiliencia personal. Al respecto, sugiere “que esa cualidad permite adaptarse mejor a situaciones estresantes, y colabora en la capacidad de tomar decisiones correctamente”.
Racionalidad para embarcar
No se trata de viajar a pesar de todo. Rodríguez Rey aseguró que “los miedos pueden ser un modo de aplicar la cautela y evitar riesgos innecesarios. Esos rangos son muy personales y algunos pueden elegir no volar en absoluto por Europa, por ejemplo, mientras otros pueden considerar que viajar a Moscú, una zona geográfica no impactada por el conflicto, puede ser seguro después de todo”.
Para tomar la decisión sobre si suspender o postergar un viaje, o decidir realizarlo, frente a una situación particular de conflicto, como el bélico de este momento, los psicólogos recomiendan tomarse algunos recaudos. Informarse por los canales adecuados: la agencia de viajes, la aerolínea, la embajada del país de destino en el de partida, y la propia en el sitio de arribo.
“Rusia es un punto relevante para la industria de los cruceros y los circuitos. Se ha convertido en un destino de peso”, afirmó Sarrate. De hecho, además de los cierres de espacios aéreos, la reprogramación de rutas y escalas, se suman las cancelaciones de vuelos y de otros medios de transportes. Por ejemplo, MSC Cruceros ya anunció la cancelación de todas sus escalas en la ciudad de San Petersburgo.
Analizar las situaciones de urgencia, evaluar si se viaja solo o en grupo y, por otra parte, evaluar si hay menores en el contingente. Nunca olvidar consultar validez de las coberturas médicas en el sitio que se visitará. “Aún si se sanearon todas las dudas, si se observa que no existen riesgos serios y, aún así, el temor continúa y es más fuerte que las ganas, lo mejor es no viajar. Es posible que las situaciones de ansiedad terminen produciendo otros contratiempos de salud que implicarán un bucle negativo en la experiencia”, apuntó Rodríguez Rey.
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