Si bien cada vez se sabe más del COVID-19 y todo lo que implica su tratamiento, lo que los especialistas dieron en llamar COVID prolongado, long COVID o post COVID sigue siendo una incógnita. Se tratan de las complicaciones en la salud y/o síntomas persistentes semanas y meses después de la infección inicial por coronavirus.
Es relativamente frecuente, ya que hasta tres de cada cuatro personas declaran al menos un síntoma seis meses después de la recuperación de la infección por COVID-19, siendo la fatiga, la debilidad muscular y el insomnio las manifestaciones más frecuentes.
Ahora, una nueva investigación que se presentará en abril en el Congreso Europeo de Microbiología Clínica y Enfermedades Infecciosas, que este año se realizará en Lisboa, del 23 al 26 de abril sugiere que muchos de los síntomas relacionados con el síndrome post COVID podrían estar relacionados con el efecto del virus en el nervio vago.
Se trata de uno de los nervios multifuncionales más importantes del cuerpo, y se extiende desde el cerebro hasta el torso y el corazón, los pulmones y los intestinos, así como varios músculos, incluidos los involucrados en la deglución.
Como tal, este nervio es responsable de una amplia variedad de funciones corporales, incluido el control de la frecuencia cardíaca, el habla, el reflejo nauseoso, la transferencia de alimentos de la boca al estómago, el movimiento de los alimentos a través de los intestinos, la sudoración y muchas otras.
En el estudio realizado por la doctora Gemma Lladós y la doctora Lourdes Mateu, del Hospital Universitario Germans Trias i Pujol, Badalona, España, las investigadoras y sus colegas describieron que el COVID prolongado es un síndrome potencialmente incapacitante, que afecta aproximadamente al 10-15% de los sujetos que sobreviven a la enfermedad por SARS-CoV-2.
Según los autores, la disfunción del nervio vago (VND, por sus siglas en inglés) mediada por el SARS-CoV-2 podría explicar algunos síntomas prolongados del COVID, como disfonía (problemas de voz persistentes), disfagia (dificultad para tragar), mareos, taquicardia (frecuencia cardíaca anormalmente alta), ortostática hipotensión (presión arterial baja) y diarrea.
Para estudiarlo, realizaron una evaluación piloto, morfológica y funcional extensa del nervio vago, utilizando imágenes y pruebas funcionales en una cohorte observacional prospectiva de sujetos con COVID prolongado con síntomas sugestivos de VND. En su cohorte total de 348 pacientes, 228 (66%) tenían al menos un síntoma sugestivo de VND.
La evaluación actual se realizó en los primeros 22 sujetos con síntomas de VND (10% del total) atendidos en la Clínica Larga COVID del Hospital Universitario Germans Trias i Pujol entre marzo y junio de 2021. El estudio aún está en curso y continúa reclutando pacientes.
De los 22 sujetos analizados, 20 (91%) eran mujeres con una edad media de 44 años. Los síntomas relacionados con la VND más frecuentes fueron: diarrea (73%), taquicardia (59%), mareos, disfagia y disfonía (45% cada uno) e hipotensión ortostática (14%). Casi todos (19 sujetos, 86%) tenían al menos tres síntomas relacionados con VND.
La mediana de duración previa de los síntomas fue de 14 meses, y seis de los 22 pacientes (27%) mostraron alteración del nervio vago en el cuello, según pudieron observar en la ecografía, incluido el engrosamiento del nervio y un aumento de la “ecogenicidad”, lo que indica cambios reactivos inflamatorios leves.
Una ecografía torácica mostró “curvas diafragmáticas” aplanadas en 10 de 22 (46%) sujetos, lo que los investigadores analizaron como una disminución de la movilidad diafragmática durante la respiración, o más simplemente respiración anormal. Asimismo, un total de 10 de 16 (63%) individuos evaluados mostraron presiones inspiratorias máximas reducidas, mostrando debilidad de los músculos respiratorios.
En cuanto a la alimentación y la función digestiva, los autores hallaron que también se vieron afectadas en algunos pacientes: 13 de 18 evaluados (72%) presentaron una prueba positiva de disfagia orofaríngea autopercibida (dificultad para tragar), una evaluación de la función gástrica e intestinal realizada en 19 pacientes reveló que 8 (42%) tenían alterada su capacidad para llevar alimentos al estómago (a través del esófago), y 2 de estos 8 (25%) informaron dificultad para tragar.
Además, se observó reflujo gastroesofágico (reflujo ácido) en 9 de 19 (47%) individuos; con 4 de estos 9 (44%) nuevamente teniendo dificultad para llevar alimentos al estómago y 3 de estos 9 (33%) con hernia de hiato, que ocurre cuando la parte superior del estómago sobresale a través del diafragma hacia la cavidad torácica.
Asimismo, una prueba Voice Handicap Index 30 (una forma estándar de medir la función de la voz) resultó anormal en 8 de 17 (47%) casos, y 7 de estos 8 casos (88%) sufrieron disfonía.
“En esta evaluación piloto, la mayoría de los sujetos con COVID prolongado con síntomas de disfunción del nervio vago tenían una variedad de alteraciones significativas, clínicamente relevantes, estructurales y/o funcionales en su nervio vago, que incluyen engrosamiento del nervio, dificultad para tragar y síntomas de dificultad para respirar -concluyeron los autores de manera preliminar-. Nuestros hallazgos hasta ahora apuntan a la disfunción del nervio vago como una característica fisiopatológica central de la COVID prolongado”.
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