Los seres humanos no tenemos el sentido del olfato tan desarrollado en comparación con los animales, pues su capacidad olfativa es mayor debido a que cuentan con más cantidad de células olfatorias.
El sentido del olfato ocupa el 3% del genoma del ser humano, eso hace que cada uno de nosotros tengamos un olor particular. Los diferentes mecanismos biológicos responsables de la producción del olor corporal que distingue a cada una de las personas intervienen en la preferencia y elección de la pareja sexual.
La piel es el órgano más extenso del organismo y los olores emanan de ella desde lugares específicos: la capa más superficial (la epidermis) se compromete con la higiene individual y es donde se sitúan las glándulas sudoríparas que secretan el sudor. Debemos cuidarla y mantenerla limpia con agua y jabón. El uso de perfumes, una costumbre ya arraigada en nuestra sociedad, no hace más que enmascarar ese olor tan personal.
De la capa intermedia de la piel provienen los olores de la dieta que llevamos, influenciada muchas veces por costumbres alimentarias de cada lugar geográfico o de la etnia.
Nuestro olor se origina por debajo de estas dos capas y, dado que se trata de un olor único que distingue a cada persona, se lo puede comparar con nuestra huella digital en términos de identidad.
Recordemos que los olores son sustancias químicas que están en el medioambiente y que ingresan junto con el aire por las fosas nasales; llegan al epitelio olfatorio y luego se unen a los receptores de la célula principal del sentido del olfato, la célula olfatoria o primera neurona.
Se transforman por un proceso metabólico en el que colabora otra célula del mismo sentido, la célula de sostén. Esta transformación da lugar a un estímulo eléctrico que viaja por el nervio olfatorio, más precisamente, la señal llega a los bulbos olfatorios, donde se procesa, se codifica y transcurre por la secuencia olfatoria hasta llegar al centro olfativo en la corteza cerebral.
Relación entre el olfato y la atracción sexual
El olfato es un poderoso hechicero que se vale de las feromonas, que son sustancias químicas que usan los animales para comunicarse entre sí y desencadenar respuestas determinadas.
En los seres humanos, las feromonas se encuentran en la saliva, el sudor, la orina, las lágrimas y las secreciones de los órganos sexuales. Son captadas por el órgano accesorio del sentido del olfato llamado órgano vomeronasal o de Jacobson, ubicado entre la nariz y la boca. Desde allí, las feromonas viajan y llegan al sistema límbico, específicamente al hipotálamo. Este es una estructura nerviosa que regula las conductas sexuales y que, ante la llegada de un olor, desencadenará un cambio conductual apetitivo como la atracción y el deseo.
Como consecuencia, el sistema nervioso simpático reacciona generando respuestas emocionales y físicas, con aumento del deseo y el placer. Por este motivo, es válido decir que un buen olfato es determinante para el resultado de la relación sexual, el desempeño de la pareja y el deseo.
Podríamos decir que el sentido de la vista rige la atracción, pero es el olfato quien decide el éxito de una experiencia sexual.
* La Dra. Stella Maris Cuevas. MN: 81701, es Médica otorrinolaringóloga - Experta en olfato – Alergista. Expresidenta de la Asociación de Otorrinolaringología de la Ciudad de Buenos Aires (AOCBA)
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