Los tiempos han cambiado, afortunadamente, y las visitas a los lugares naturales ya no se realizan para cazar animales, al menos no de manera legal. Una de las formas que más se está difundiendo para realizar visitas a zonas silvestres son las salidas fotográficas o, a veces llamadas, safaris fotográficos: las armas son reemplazadas por las cámaras y el trofeo del visitante es llevarse la belleza de distintas especies animales y vegetales en imágenes donde permanecerán siempre vivos.
A veces aficionados, otras veces profesionales, quienes incursionan en zonas conservadas cumplen la función de promover la admiración por la naturaleza y la conciencia en la necesidad de conservar los ecosistemas.
En el caso de los profesionales, “el fotógrafo de naturaleza, a través de la difusión de sus imágenes, acerca al público a la conciencia de la necesidad de preservar el frágil ecosistema en el que vivimos”, explica a Infobae Nicholas Tinelli, fotógrafo especializado en naturaleza y retratos.
En ocasiones, el trabajo de estos profesionales es “también útil para fines científico. A menudo se muestran ejemplares en peligro de extinción, así como escenas de contaminación ambiental. Escenarios que la mayoría de la gente no conocería sin las imágenes del fotógrafo de naturaleza, que es un observador atento y paciente”.
Algunos de ellos suelen acompañar a grupos de turistas interesados en observar a los animales en su ambiente, como es el caso de Tinelli. Se trata de una actividad que se realiza con extremo cuidado porque implica ingresar en un lugar reservado para las especies salvajes. “Siempre nos acercamos a los animales con un guía local certificado, que transmite al grupo todas las reglas necesarias para no molestar al animal en su hábitat”, precisó Tinelli. En algunos sitios de Argentina, en ocasiones “el mismo fotógrafo tiene estos conocimientos y puede instruir el grupo es el caso, por ejemplo, de Darío Podestá, en Puerto Madryn que, además de dedicarse a la fotografía de naturaleza, es biólogo del CONICET”. Para conocer sobre las características de la zona muchas veces también se encuentra a los propios pobladores que relatan la historia, costumbres y detalles de los sectores de interés.
Pero fotografiar la naturaleza no es una acción exclusiva de los profesionales, “se puede ser aficionado y lograr buenas fotos de animales silvestres también, con un equipo básico, si el animal se queda cerca y, por ejemplo, tenemos la posibilidad y el tiempo de componer bien con el paisaje”, cuenta a este medio Tinelli, fotógrafo italiano residente en Buenos Aires y fundador de Argentina Photo Workshops.
“Pero si queremos asegurarnos de llegar bien a cada tipo de animal silvestre, sobre todo cuando se trata de aves, es necesario tener un buen equipo: posiblemente una cámara reflex o mirrorless (sin espejo) y un lente con una distancia focal de 200 a 500-600 milímetros”, explicó.
En Argentina existen numerosos destinos para fotografiar la vida silvestre. Por su extensa superficie de 3.761.274 km2, según datos del Instituto Geográfico Militar, el país se caracteriza por sus diversas condiciones climáticas y geográficas. Ecosistemas únicos con una flora y fauna exuberantes, desde selvas tropicales hasta praderas, montañas, pantanos y el desierto patagónico, un lugar desolado, fuera del tiempo.
Aquí mostramos 5 destinos imperdibles para un fotógrafo de naturaleza, según el criterio de Tinelli, un especialista en estos recorridos. Las posibilidades son muchas: desde pingüinos, hasta ballenas, pumas, yaguaretés, vicuñas, guanacos, flamencos, etc. En Argentina se pueden encontrar algunas de las especies más espectaculares del planeta.
1. Los Esteros del Iberá
Los Esteros del Iberá, en la provincia de Corrientes, son un paraíso de la vida silvestre argentina. Una inmensa reserva natural que por su extensión (unos 12.000 km2), en el mundo sólo es superada por el Pantanal, que abarca Brasil, Bolivia y Paraguay. El Parque Nacional Iberá, creado en 2018, ocupa un área protegida de unos 1.400 km2.
El ecosistema del Iberá está formado por un conjunto de pantanos, estanques, lagunas, esteros, pastizales, sabanas, bosques, palmerales y cursos de agua.
Alberga un gran número de especies animales, entre ellas la mayor población de ciervos de los pantanos del país, dos especies de caimanes, el yacaré overo y del Para, 350 especies diferentes de aves, como garza, cigüeña, pato, martín pescador y flamenco, además de la anaconda amarilla, el carpincho, el mono aullador, el aguará guazú, el lobito de río, el oso hormiguero gigante, el yaguareté, el tapir, etc..
Los avistamientos de fauna en la Reserva Natural del Iberá son muy frecuentes, ya sea navegando por sus aguas o caminando por los senderos que se adentran en el ecosistema.
2. Península Valdés
Unos 1.400 km al sur de Buenos Aires, a lo largo de la costa que limita con el océano Atlántico, se encuentra la Península Valdés, en la provincia de Chubut. Esta reserva natural fue declarada patrimonio de la UNESCO y es uno de los destinos más importantes para fotografiar la fauna marina en Sudamérica.
Una oportunidad para encontrar de mayo a diciembre a los gigantes del océano, en una de las zonas con mayor densidad de ballenas en el mundo. Además de orcas, toninas overas, pingüinos de Magallanes, leones marinos, focas, guanacos, zorros grises, etc. Un destino de ensueño para un fotógrafo de naturaleza.
3. Cataratas del Iguazú
Las cataratas del Iguazú, en el noreste del país, en la provincia de Misiones, son uno de los espectáculos naturales más bellos y grandiosos del planeta. Una verdadera demostración de la fuerza de la naturaleza.
Declaradas patrimonio de la UNESCO en 1984, las áreas protegidas de Iguazú, entre Argentina, Brasil y Paraguay, constituyen una importante zona de conservación para muchas especies animales pertenecientes al ecosistema de la selva atlántica, entre ellas: el yaguareté, el coatí, el ocelote, el tapir, el tucán, el yacaré, el mono maicero, el lagarto overo, las tortugas y muchas especies de aves y mariposas.
4. Laguna Mar Chiquita
La Laguna Mar Chiquita (o Mar de Ansenuza) es un área protegida ubicada al norte de la provincia de Córdoba. Se trata de un enorme humedal de agua salada con presencia de numerosas especies de aves. Es considerada una de las áreas de conservación de avifauna más importantes del país.
Gran protagonista de la fauna de la laguna es el flamenco. Según un censo de 2018 realizado por el GCFA (Grupo de conservación del flamenco andino), se estima que hay más de 200 mil ejemplares.
De hecho, la salinidad de las aguas de la laguna crea un entorno ideal para los flamencos, que se alimentan de moluscos, insectos acuáticos y pequeños crustáceos y la eligen como hábitat para anidar.
Además de las tres especies de flamencos típicas de Sudamérica (flamenco chileno, flamenco andino y flamenco de James), también hay muchas otras aves y algunas especies en peligro de extinción como la tortuga terrestre argentina, el lobo del río y el aguará guazú.
Un lugar único para la vida silvestre argentina, declarado Reserva de la Biosfera por la UNESCO en 1995, pero aún no se ha instituido un parque nacional, lo que ayudaría a proteger aún más este ecosistema de la contaminación por parte de la industria local y el turismo no reglamentado, señaló Tinelli.
5. Parque Nacional Calilegua
Calilegua, en el norte de Argentina, es un parque nacional situado en la provincia de Jujuy, constituido por una gran biodiversidad. El parque se creó en 1979 para preservar el ecosistema de las Yungas (bosques de montaña) y fue reconocido en 2002 como Reserva de la Biosfera de la UNESCO.
Un destino de aventura para fotografiar la fauna silvestre, con más de 250 especies de aves, y muchos mamíferos, como el yaguareté, el yaguarundí, el ocelote, el gato del pajonal, el puma, el tapir, los monos, el osito lavador, el ciervo taruca, el pecarí, la corzuela colorada, el zorro del monte, el carpincho, el hurón mayor, el coatí, el lobo del río, etc. Ingresar a Calilegua es una inmersión total en la selva verde y salvaje de Jujuy.
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