El tiempo es un nuestra joya más preciada. La tecnología, en especial las pantallas de nuestros televisores, computadoras y celulares cada vez parecen robarnos más de ese bien siempre escaso. Lo diábolico es que el mismo aparato, a través de infinidad de aplicaciones, nos puede informar de manera precisa qué hemos hecho con cada minuto de nuestro tiempo cada día. Eso podría ayudarnos a cambiar nuestros hábitos y tratar de llevar una vida más saludable. Pero no siempre ocurre. O, más bien, casi nunca.
No es una estimación. Hay datos precisos. Una encuesta del Pew Research Center muestra que el 21% de los estadounidenses (31% de los que ganana más de USD 75.000 anuales) utiliza un reloj inteligente u otro aparato para cronometrar sus habitos de salud. Y más de un 80% tiene un teléfono inteligente que cumple esa tarea.
“Pero la información sobre la forma en que usamos nuestro tiempo no siempre es valorada y, cuando disponemos de ella, no siempre estimula cambios”, afirma Michelle Drouin, experta en tecnología, relaciones, pareja y sexualidad en un reciente artículo publicado en el por The reader del MIT.
La oficina de estadísticas de Estados Unidos recolectó en 2020 datos impacantes: los estadounidenses tienen en promedio 5 horas y media libres por día. Pero poco de ese tiempo lo utilizan en actividades saludables o de esparcimiento. Para ser precisos, pasan en promedio 22 minutos haciendo deportes, 32 minutos socializanco o comunicándose son amigos y 26 minutos relajándose o pensando. En contraste, pasan 211 minutos frente al televisor. Es decir, ¡2,6 veces el tiempo que dedican a todo lo anterior!
Es paradójico, porque diversos estudios muestran que aquellos que pasan muchas horas frente a la TV están menos satisfechos con sus vidas así como quienes pasan mucho tiempo en las redes sociales son, por lo general, personas muy solitarias.
Claro, esto no es casual. “La tecnología y las pantallas han sido diseñadas para cautivarnos. Podríamos volvernos adictos a las redes sociales debido a una característica complicada de nuestra anatomía: un bucle de retroalimentación de dopamina que nos hace sentir bien, estimulados por la forma en que funcionan estas plataformas y cómo recompensan nuestro compromiso y participación. Es como si estuviéramos sentados en una máquina tragamonedas que paga al azar, y nunca podemos anticipar cuándo vamos a tener un gran éxito”, escribió Drouin.
Ella misma cuenta que se horrorizó cuando su hijo tomó su telefono hace pocas semanas y le mostró cuánto tiempo había pasado en él haciendo llamadas, respondiendo correos electrónicos y usando las redes sociales.
Pero, al mismo tiempo, señala la experta, no hay que dar todo por pedido y aceptar que es inevitable que pasemos horas y horas frente las pantallas. Porque los seres humanos también soms muy buenos haciendo “economía social”, es decir, decidiendo con racionalidad y activamente cómo y en qué queremos gastar nuestro tiempo. ¡Somos muy buenos eligiendo!
Por ejemplo, con solo ver en promedio 3 pinturas podemos definir si el estilo de un pintor nos gusta o no, con 2 escritos de un aspirante podemos definir si lo vamos a contratar para determinado puesto y con solo 173 días de salir con una persona solemos definir si queremos casarnos y compartir la vida con él.
Droin no propone dejar de lado los teléfonos celulares y el resto de la pantallas que hoy son herramientas vitales de nuestra existencia. Pero sostiene que somos muy capaces de definir qué uso y qué tiempo le queremos dedicar en nuestra vida para que no interfiera con nuestra felicidad.
Su plan propone cuatro pasos: precontemplación, contemplación, preparación y acción. Los primeros dos tienen que ver con pensar y constatar qué uso estamos haciendo de la teconología.
Luego, preparar el plan de acción y activarlo. Hay dos maneras de hacerlo: la omisión (dejar lejos el teléfono en momentos como la cena o cuando está en la cama con su pareja) o la substitución (cambiar tiempo en las redes sociales o una llamada telefónica por una caminata o un café cara a cara con un amigo).
“Pequeños cambios en la vida cotidiana pueden llevar a grandes cambios en el uso diario de su tiempo”, explica la experta. Aunque no se erá sencillo al comienzo. “Toma 66 días solidificar un nuevo hábito”, advierte. Pero un buen incentivo puede ser pensar en que en 2 meses su vida puede ser más sociable, saludable y, sobre todo, disfrutable junto a las personas que más queremos.
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