En psicología hablamos de esquema mental para referirnos a la construcción que desarrollamos internamente sobre un aspecto de nosotros mismos y del mundo.
Por ejemplo, es bien conocido el concepto de esquema corporal que hace referencia a la imagen mental que construimos respecto a nuestro cuerpo físico. Esta imagen puede verse distorsionada en lo que respecta a la forma y tamaño de lo que es el cuerpo físico real y además va acompañada de aspectos emocionales y valoraciones positivas o negativas.
Menos conocido pero igual de importante es el esquema sexual, que es la visión cognitiva que tenemos de nuestra propia sexualidad. Se trata de cómo me veo yo sexualmente. Este autoconcepto se construye a partir de la autoestima, las creencias, la información recibida y las experiencias y se manifiesta en pensamientos, sentimientos, valores y conductas.
Cuanto más positivo sea nuestro esquema sexual mayor deseo, acercamiento y receptividad tendremos hacia la actividad erótica. Así como también tendremos más recursos para afrontar situaciones de crisis o frustración. Un esquema negativo puede inclinarnos hacia la inhibición y evitación de situaciones sexuales. Son como los lentes por donde voy a mirar al mundo y mis interacciones sexuales.
A lo largo de la vida, este esquema se pone en juego y se va a ir reconstruyendo, adaptando y cambiando. Pero si vengo con esta estructura más floja, el desafío de enfrentarme a los cambios será mayor. Es decir que este esquema representa las cartas con las que voy a responder ante las crisis y exigencias que se nos plantean por delante.
Se construye a partir de cuatro variables que veremos a continuación: la autoestima, las creencias, la información recibida y las experiencias.
1-La información
Si hay algo que al ser humano no tolera es la incertidumbre, la falta de respuestas. Ante ese agujero de información vamos a ir buscando cómo completarlo; el problema es que si la información adecuada no está a nuestro alcance, lo vamos a rellenar con falsa información, aportada por lo que tengamos más a mano: el porno, los amigos, lo que dijo tal que leyó o escuchó, los medios, etc.
La falta de educación sexual es uno de los factores predisponentes para desarrollar un desorden sexual. Cuanta menos información científica y adecuada tengamos, más frágil será nuestro esquema sexual. Menos información, más posibilidades de tener experiencias negativas, mayor impacto en nuestra autoestima y salud.
2-Las creencias
Las creencias son ideas que tomamos como verdades. Te invito a que te preguntes y revises qué creencias acerca de la sexualidad tenés dando vueltas. Y en cómo las creencias sociales se internalizan en cada uno, generando creencias nucleares más o menos rígidas, y cómo nos influencian en nuestra conducta, nuestras conclusiones, nuestros vínculos.
Estas creencias se forman sobre mensajes religiosos, sociales y familiares. Por ejemplo, que el tamaño, la frecuencia o “la primera vez” importan; que el sexo y el orgasmo son siempre con penetración; que las mujeres no se tocan; que siempre hay que tener orgasmo; que la falta de sexo en la pareja es señal de infidelidad; que los hombres siempre quieren; que no hay que tener sexo en la primera cita; que la menopausia mata al deseo; que el sexo es espontáneo; que no hay que masturbarse si estás en pareja; que si no se le para/moja, no le gustás; etc.
3-La autoestima
Una autoestima adecuada nos hace sentir que somos capaces de complacer y de ser complacidos, de ofrecer amor y de amar. Es nuestro caballito de batalla contra el miedo al rechazo, el miedo al abandono y nos va a dar la sensación de seguridad. Es fundamental construir un espacio individual seguro, que sea nuestro refugio pero que sea lo suficientemente flexible y permeable para poder relacionarnos.
Dentro de la autoestima, me parece importante hacer una mención aparte sobre el aspecto de la imagen corporal, debido al fuerte impacto que tiene en la sexualidad. La relación que construimos con nuestro cuerpo impacta directamente en nuestro deseo, en la posibilidad de vincularnos y en la capacidad para sentir placer.
4-Las experiencias
Dijimos que el autoesquema sexual es una estructura dinámica. Dentro de este, las experiencias sexuales que tengamos van a ir incorporándose, construyendo y reconstruyendo nuestra sexualidad. Cada elemento de este esquema está interrelacionado: las experiencias impactan en la autoestima y también nos llevan a construir creencias.
A partir de las experiencias sacamos conclusiones, parciales y subjetivas, que alimentan nuestro esquema y que pueden ir cristalizándose a lo largo de la vida.
El esquema sexual varía de persona a persona, y es a la vez cambiante durante diferentes momentos y etapas personales. Lo importante es poder comenzar a hacerse las preguntas adecuadas para saber cómo lo construimos y qué aspectos podemos modificar o desarrollar.
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