Santiago García ama correr por sobre todas las cosas. Ya sea desde su columnas radiales, en sus libros y en las propias notas que escribe para Infobae, el reconocido referente del running en Argentina -periodista además- contagia esa emoción genuina de afecto que tiene por esta disciplina que tanto ha crecido en el último tiempo, y con la que ha recorrido el mundo entero participando en las maratones más importantes.
“Volver a correr tiene muchos significados”, dice García en el comienzo de “Volver a correr” (Aguilar), su cuarto libro, donde aborda este tipo de ejercicio con una mirada totalmente actual, y que tiene que ver con varios “volver”. Porque este atrapante texto no solo trata de pensar cómo es ponerse otra vez las zapatillas y salir a correr, sino que va más allá y analiza con inteligencia el hecho conceptual de volver a estar en movimiento, quizás el nuevo combustible que varios encontraron -y se dieron cuenta que era útil- para sobrellevar mejor la rutina del día a día.
Dicen que es bueno subir las pulsaciones cuando hacemos ejercicio. El corazón de García late fuerte en estas páginas: habla de reencontrarse con los afectos luego del parate que implicó la situación inédita del encierro pandémico.
En 2013, el corredor había contado la experiencia de su ingreso al mundo runner en Correr para vivir, vivir para correr (Debate), libro que terminó de consolidarlo como el mayor referente argentino en su tema, y que luego continuó en Correr mejor, vivir mejor (Debate, 2014), Correr para vivir, vivir para correr. Edición definitiva (Debate, 2016) y Aprender a correr (Debate, 2018).
“Nunca antes nos toco tener que pasar tanto tiempo para regresar a aquello que más amamos”, define García ahora con este nuevo libro, con un guiño para los que ya corren hace algún tiempo.
Esta vuelta, dice García, fue un proceso accidentado pero imprescindible para quienes no imaginamos una vida sin correr. “Y entonces nuestros pies se encontraron otra vez frente a la línea de largada, nuestro corazón latiendo con fuerza: por lo que estaba por venir, sí, pero también por todo lo que atravesamos para regresar. Volver significa entonces muchas cosas: volver a entrenar y a competir, recuperar la fuente de nuestra salud, energía y felicidad, reencontrarnos con los amigos para fundirnos en un abrazo y también reconectar con nosotros mismos”, se leen en la contratapa del libro.
Fortalecido por la experiencia, Santiago narra en el libro los aprendizajes de esta etapa difícil, de cara a los tiempos que vienen, para los que vuelven y, como siempre, para los que quieren empezar. “Cada uno sabe el camino que ha recorrido hasta aquí”, nos dice García. Llegó el momento de salir, de viajar, de ser felices. Llegó la hora de volver a correr.
“Volver a correr es el resumen de muchas sensaciones e ideas que surgieron a partir de las prohibiciones de hacer actividad física al aire libre. Al regresar fue mágico ver que con los amigos todo estaba como si hubieran pasado cinco minutos de separación. Pero lo que más motivó fue saber que no nos habían vencido. Qué las ganas de correr estaban intactas y que finalmente se confirmó lo que yo ya sabía, correr es mi forma de vida, mi manera de mantener la salud mental y física, mi vida social, mi conexión con el mundo, incluso mi trabajo. Lo mejor de volver a correr fue recuperar la libertad”, dice García a Infobae.
Hay una cuestión, si de hábitos positivos que afloraron post pandemia se trata, que tiene que ver con que mucha gente tomó conciencia en cierta forma del presente y de las cosas que realmente valen la pena en la vida. Dice García al respecto: “Muchos corredores que habían dejado de correr antes de la pandemia retomar ahora, eso muestra que muchos se dieron cuenta de la necesidad de hacer actividad física. Correr es todo lo contrario al encierro, es lo más opuesto, por lo cual no es raro que la gente quiere empezar con el running. El consejo es básico. Primero un chequeo médico para saber donde están parados. Y luego ponerse las zapatillas. Con las zapatillas puestas empieza la felicidad. Progresión y constancia. Ir de a poco, no abandonar, conseguir un entrenador y un running team”.
El corredor dice que en el running no hay milagros, “lo que vos das es lo que obtenés”, resume. Y sigue: “Eso es lo más lindo, todo el progreso te pertenece. Muchos te pueden ayudar, pero el camino es tuyo. Lo que parece imposible deja de serlo. Lo que solo era un sueño, se transforma en una realidad. Eso se hace extensivo a todos los órdenes de la vida. Mentalmente aprendo a dividir todo como en un maratón, saber que hay que guardar energía, manejar la ansiedad, tener un plan. La planificación se aprende entrenando una carrera. Fortaleza mental aprendí. Y lo digo todo el tiempo: aprendí el valor de la libertad y el pelear por mis propios espacios para ejercerla”.
En el libro, García comenta que para correr una maratón no alcanza con desearlo, también hay que entrenarse. Por aquí sigue la charla.
-¿Cuáles son hoy las claves para mantener un entrenamiento constante?
-Salir a entrenar no es un debate del congreso, se sale y punto. Las zapatillas listas y a correr. Cada día de entrenamiento es un paso más cerca del objetivo. Un entrenamiento puede parecer irrelevante, la suma de todas esas jornadas te convierte en un maratonista. Ninguna pieza es clave, todas las piezas lo son. Un plan puesto por escrito, marcando cada jornada completa. Lo lejos que se ven los maratones cuando uno se entrena! Y de golpe estás ahí, en la línea de largada. Todo el camino al cielo es el cielo, todo el camino a la llegada del maratón, ya es el maratón. Soñar con esa línea, entrenar para cumplir ese sueño.
-¿Cuál fue la maratón que más te gustó y por qué?
-La más rápida siempre es la que más te gusta. Pero tengo el corazón en el maratón de Boston. La corrí dos veces, en el 2014 y el 2017, las dos veces me fue bien. Es el maratón más antiguo que se realiza en el mundo. Es maratonlandia. Todos los que corren son corredores con experiencia, clasificados por tiempo, enamorados del maratón. Por eso la amo. La ciudad la festeja como si fuera la final de un partido de fútbol.
-¿Y la que más te costó?
-La más difícil fue Deseret News Marathon 2021. Pleno verano en Salt Lake City, Utah. Muchas subidas, las más duras que he visto en un maratón de calle y un calor insólito. Pero todos los maratonistas sabemos algo: lo que cuesta, vale. Cada vez que me dan la medalla de finisher la tomo con fuerza y la llevo al pecho, siempre recuerdo que un día soñé con empezar a correr y acá estoy, pasando una vez más la línea de llegada. Dicen que el maratón es un estado mental, un estado mental que nos enseña que todo es posible.
Aquí un adelanto del libro de Santiago García
Parte siete: Volver a Correr
1. Todo regreso requiere una estrategia
Todo regreso requiere una estrategia. Este libro empezó con algunos consejos que servían para novatos, pero también para los que volvían a correr luego de estar encerrados durante meses. Una situación inédita a la que cada uno se enfrentó como pudo. Dietas, ejercicios, motivación, todo se vio afectado. Todo quedó en pausa, a la espera de poder volver a las calles.
Imaginemos que un corredor estuvo lesionado y no pudo correr durante al menos sesenta días. La situación no es exactamente la misma, pero se parece en dejar de ejercitarse correctamente. Cuando se puede volver a correr se necesita ir de manera progresiva e inteligente. En el caso de la cuarentena esto es más sencillo porque el propio cuerpo da pistas de los límites a los que se enfrenta.
Cuando volví a correr con mi gente se notó la diferencia. Yo tenía más aire por haber usado la cinta, pero no pasó mucho tiempo antes de que pudiéramos estar todos al mismo nivel nuevamente. El nivel respectivo de cada uno, claro. En el regreso unos fondos livianos es lo ideal. Prestar atención a las sensaciones para no cometer errores. Sensaciones mezcladas con una alegría que no nos entraba en el corazón. Tanta felicidad nos limpió la cabeza al instante, la motivación estaba intacta. Quedaba por recorrer un camino largo todavía, pero salir a correr era lo que más queríamos hacer.
Hubo que esperar unos días antes del trabajo de series o pasadas y también hubo espera para las cuestas. Todo esto siempre de forma progresiva. Algunos prefirieron salir todos los días liviano y otros, día por medio con un crecimiento de intensidad. Cada cuerpo es diferente. La mayoría subió un poco de peso, pero eso volvió a la normalidad con el correr de los días.
El proceso de volver a correr no podía hacerse a lo loco, la guía de los entrenadores volvió a ser clave. Entrenar, descansar, avanzar día tras día y saber que, para quien no había corrido nada durante la cuarentena, el proceso llevaría un tiempo. Antes de fin de año, muchos habían recuperado la totalidad de su entrenamiento y se habían encontrado con un beneficio inesperado y no elegido: un calendario de carreras cancelado también funcionó como un alivio. No fue una opción, pero había que tomarlo como una chance para sentirnos bien sin esos desgastes.
2. Como decíamos ayer
El despertador sonó más temprano de lo habitual. La cuarentena había terminado. Se permitía salir a correr, pero hasta las 8 a. m. Es decir que, si uno quería entrenar por la mañana, había que arrancar un poco antes de las 7 a. m. Si uno optaba por la noche, siempre hablando de la ciudad de Buenos Aires, recién podía entrenar a partir de las 8 p. m.
En junio, esos horarios invernales no incluyen la luz del sol. Amanecía al final del entrenamiento, cuando se hacía la hora de volver. Luego se ampliaron los horarios, pero a las 6.30 a. m. estuvimos el primer día listos para correr. Hacía frío y no nos importaba. Nos encerraron en otoño y nos liberaron en invierno en los horarios sin sol. Se podía entrenar de a pares y con distancia. Así, los pares de corredores nos cruzábamos de lejos y nos saludábamos.
Con mi gente salimos en dos pares, cosa que era investigada en redes sociales como si fuera una manifestación, porque, aunque parezca mentira había gente que condenaba las salidas a correr aun con este distanciamiento. Verse las caras después de tanto tiempo no resultó tan fuerte como imaginábamos, fue más bien un regreso a la naturalidad, a lo que somos y a aquello a lo que nos dedicamos. Un día a la vez salimos y, aunque pasó mucho tiempo para volver al running team, los días se alargaron, los horarios también y, poco a poco, volvimos a vernos. Fue más fácil recuperar eso que el estado físico. Como todos entrenamos en el mismo lugar, cada pequeña unidad eligió un sector para arrancar, algo que se fue flexibilizando a medida que recuperamos el sentido común. “La amistad no necesita frecuencia”, dijo alguna vez Jorge Luis Borges y quedó demostrado en estos tiempos.
Los corredores nos vimos y fue como si no hubiera pasado un minuto sin vernos. No hubo abrazos al comienzo, lo que le dio algo de dignidad y evitó el exceso de emociones que estaban a punto de estallar. También para eso habría tiempo, el regreso recién empezaba.
3. Valorar cada instante y agradecer lo que uno tiene
Siempre me sentí agradecido por esa segunda oportunidad que me dio el running en la vida. Lo incorporé poco a poco hasta convertirlo en el centro de mi cotidianeidad. Cuando se escucha la expresión de que correr es una forma de vida, muchos creen que es un lugar común, pero no lo es. El cuerpo, la mente, nuestra agenda y nuestra forma de comer y descansar se vinculan directamente con correr.
Nuestras amistades, nuestra vida social, todo se conecta en gran parte con el running. Yo nunca lo olvido y siempre me siento feliz por ello. Cuando nos lo arrebataron fue un momento de gran inquietud, sin duda, pero cuando regresamos la felicidad fue enorme. Antes de llegar al parque, mientras trotaba los habituales dos kilómetros que llevan hasta allí, sentía que podía respirar la libertad nuevamente. Lo más importante que hay en el mundo es eso: la libertad. Nadie podrá jamás convencerme de lo contrario. En la cuarentena pensaba en volver a correr y en estar en estado, ese pensamiento me permitió siempre subirme a la cinta, sin excepción, y hacer mi entrenamiento.
No es un agradecimiento inconsciente; cada día que pasó, me sentí agradecido. Al volver lo valoré como nunca, lo sentí en cada salida. Miraba el parque, el lago, veía a los corredores y sentía mis pasos al trotar. Tal vez por haber empezado a correr de grande es que no puedo dejar de sentirme agradecido. En cualquier lugar del mundo donde esté corriendo, siempre hay un momento en el que siento esa gratitud y tomo registro de la felicidad que me da correr.
Es un placer al que me he acostumbrado y que, a la vez, me sigue maravillando. Correr es hermoso, me hace sentir humilde y agradecido. Aconsejo tomarse siempre un instante para recordarlo.
Santiago García nació en Buenos Aires en 1970. Periodista de extensa y reconocida trayectoria, empezó su vida de maratonista en 2009. Desde entonces su amor por el running lo ha llevado a correr por todo el país y por el mundo. Ha logrado, entre otros premios, dos podios en la legendaria carrera Cruce de los Andes, y para 2019 había completado dos veces el circuito de las World Marathon Majors. Su mejor marca en maratón es 02:44:42. Desde 2014 es columnista en Lanata sin filtro (Radio Mitre), que lidera la audiencia de su franja horaria con un millón de oyentes diarios. En 2020 trabajó en TN Running y desde 2021 publica una columna semanal en Infobae.
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