Los aviones de las aerolíneas que transportan pasajeros suelen estar pintados de blanco o casi totalmente de ese color. Esto es parte del paisaje de cualquier aeropuerto y no suele ser un dato en el que uno repare. Por supuesto, hay empresas que se destacan por sus colores sofisticados y diferentes, algo que resulta llamativo, en el albo panorama de la aviación. Pero ¿hay un motivo para esto? ¿Es una cuestión de mero gusto? ¿Tiene motivos de marketing, de seguridad, de practicidad? Aquí las respuestas.
No existe ninguna normativa que obligue a las compañías a pintar los aviones de un color determinado, la realidad es que la mayoría son blancos. Aunque pueda parecer casualidad, lo cierto es que hay varios motivos.
Uno de los motivos principales es que la pintura blanca refleja la luz solar, y lo que ayuda a mantener el avión más fresco y reducir algún daño potencial que pueda generar la radiación. Así, pintar de blanco los aviones supone un ahorro de combustible ya que se destina menos energía para enfriar el interior del avión.
“Cuanto más fría sea la pintura que protege el exterior, se requerirá menos enfriamiento en el interior, lo que se traduce en menos gastos”, explicó el profesor de aeronáutica John Hansman a Business Insider.
Además, el color blanco facilita la realización de la inspección visual que se hace entre cada vuelo y con ello reducir el tiempo de esta. Además, existen varios estudios que aseguran que las aves distinguen con mayor facilidad los aviones blancos, por lo que se reducirían las posibilidades de producirse impactos con estas durante el despegue y el aterrizaje.
Además, la pintura blanca envejece menos que otras más llamativas, que al desgastarse se nota más, es más fácil de mantener y menos costoso. Pintar un avión de línea cuesta entre 40.000 y 160.000 euros, dependiendo del tamaño de la aeronave, y de los gustos más o menos artísticos del operador, según menciona la Escuela Europea de Aviación (EAS, por sus siglas en inglés) en su página web.
En cambio, la importancia de reforzar la imagen de marca hace que los aviones de color blanco tornen difícile identificar la aerolínea a la que pertenecen. Es por esto que cada vez son más las compañías que rompen con la monotonía cromática. Por ejemplo la aerolínea holandesa KLM cuyos aviones son de color celeste o Air New Zealand que emplea el color negro.
En otras ocasiones, las aerolíneas pintan algunos de sus aviones de forma provisoria en alusión, homenaje o celebración de algún acontecimiento. Por ejemplo, el caso de la japonesa All Nippon Airways, que decidió pintar tres aviones del modelo A380 en forma de tortuga marina hawaiana, como homenaje a esa isla norteamericana, con el motivo de la apertura de la ruta que lo une con Tokio.
Los objetos que vuelan deben tener por principio el menor peso posible. Cuanto más peso lleve un avión más dificultad y mayor gasto de combustible. Por eso es tan caro llevar equipaje más allá de los pesos establecidos por cada aerolíneas. Los fabricantes han logrado con el transcurso de los años aligerar todo el mobiliario interior de las aeronaves. Las empresas ponen énfasis en aligerar el peso en todos los aspectos, uno de ellos es la pintura.
Por ejemplo, según la EAS, para pintar el exterior de un Airbus A320 hace pocas décadas se necesitaban 250 kilos de pintura. En la actualidad, las técnicas de aplicación de la pintura y su propia composición han ido evolucionando para minimizar el peso añadido por este concepto que debe soportar el avión. Actualmente, para pintar un A320 tan solo se requieren unos 100 kilos de pintura.
Como la pintura agrega peso, los diseños más sencillos y sobrios, que sean mayoritariamente blancos, agregarán menor peso.
Por otra parte, si está pintado de blanco cuando el avión sea vendido o alquilado será más sencillos su transformación para que lo utilice otra empresa.
Un avión tras ser fabricado se entrega cubierto con varias capas de pintura de base, con unas gamas cromáticas poco atractivas que pueden oscilar entre los marrones y verdes, que tienen la doble función de proteger el metal de la superficie y mejorar la posterior adherencia de la pintura, explica la EAS. Más adelante se aplicará la pintura final y los vinilos en algunos casos y logotipos que darán personalidad corporativa a la aeronave. Solo la deriva vertical de la cola suele venir de fábrica con los colores y logo finales. Estos trabajos específicos de pintura se realizan en grandes hangares habilitados con los medios necesarios para aplicar la pintura a temperatura óptima y sin corrientes de aire, lo cual garantiza la calidad del acabado.
El proceso de dar color a un avión nuevo de fábrica se inicia con el lijando la superficie a fin de eliminar restos de suciedad o grasas adheridos. Ya con el fuselaje totalmente limpio se procede a dar color y vida al exterior del avión. En muchos casos tras la aplicación de color se incorporan capas de barnices transparentes que permiten mayor protección de los colores y contra agua o polvo.
Cuando se trata del repintado de un avión, a todas estas tareas hay que añadir el decapado de toda la aeronave, a fin de eliminar la pintura vieja a substituir.
Con el paso del tiempo, la pintura del avión va perdiendo propiedades debido a que está expuesta a altos niveles de rayos UV (ultravioletas) y a los grandes cambios de temperatura -de +40 o 50ºC en algunas latitudes en verano, a -55ºC cuando se vuela a 11.000 metros de altura- que debe sufrir a diario.
Además, la limpieza, aplicación de productos químicos de descongelamientos o el mismo efecto de rozamiento del aire provoca el desgaste de la pintura. Por eso, se recomienda el repintado de la aeronave cada cinco u ocho años dependiendo de su estado.
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