¿Cuántas horas por día pasan los chicos frente a la pantalla del celular? ¿Cuánto tiempo están jugando con la consola de videojuegos? Muchos padres prefieren no hacer el cálculo porque la respuesta es dos, tres, cuatro horas o más, lo que implica mucho más tiempo del conveniente.
Sin embargo, la cantidad de tiempo frente a los dispositivos no es el único parámetro para evaluar la relación del los chicos con las nuevas tecnologías. Cuando un niño prefiere quedarse en casa jugando videojuegos antes que salir a practicar deportes o, aún más, se niega a ir al cumpleaños de un amigo, algo anda mal. Si a un chico le parece más tentador usar el celular en una reunión donde hay otros niños que jugar con ellos, hay alarmas que debemos escuchar. En estos casos, los dispositivos lejos de conectarlos lo que hacen es funcionar como un puente de desconexión con la realidad.
El español Marc Masip es psicólogo y experto en adicción a las nuevas tecnologías, además es director de Desconect@, un programa de rehabilitación terapéutica para aprender sobre el buen uso de las nuevas tecnologías. El programa tiene dos clínicas, una en Barcelona y otra en Madrid, que funcionan como hospital de día para superar la adicción al celular y a los videojuegos. En diálogo con Infobae, Masip planteó una de sus sentencias más provocativas: “las nuevas tecnologías son la heroína del siglo XXI”.
“Las drogas y el teléfono móvil causan un síndrome de abstinencia similar, digo síndrome de abstinencia por la similitud en el tratamiento para la rehabilitación, obviamente las drogas tienen otros componentes físicos y químicos que la tecnología no tiene, sin embargo, las dos te arruinan la vida pero no te matan”, explicó el especialista a Infobae y ejemplificó sobre lo incipiente y poco conocido del vínculo adictivo a los videojuegos: “Con la heroína tampoco sabíamos que era tan mala al principio”.
Para hablar de adicción, Masip se basa en varios aspectos: “El primero es el síndrome de abstinencia, todo lo que provoca cuando quiero usar o consumir algo (drogas, pantallas, videojuegos) y no puedo. Otro aspecto es la sustitución de actividades, el hecho de perderse horas de deporte, en familia o con amigos por preferir estar frente a las pantallas, esa es una señal fuerte de dependencia”.
“Hay otras señales que quizás son más claras aún, como la ansiedad, el estrés, la frustración, los problemas de sueño y de rendimiento académico. Y el último aspecto y el más claro, sucede cuando una vez que se toma conciencia del problema y se quiere controlar o abandonar el consumo, llega el problema más grande: querer y no poder. Cuando alguien quiere usar menos las pantallas y se da cuenta que no puede, ese es un gran ejemplo de dependencia”, sintetizó Masip.
El teléfono móvil o las pantallas no son un problema como objeto es sí, Masip enfatiza que es el mal uso lo que provoca un trastorno o adicción: “El celular es el síntoma, más allá de que existan aplicaciones y plataformas que fomentan la adicción. Lo que hay detrás es una mala gestión de las emociones, cuando tengo una adicción o un trastorno es porque hay un origen, un malestar de base y el mal uso de las tecnologías es la sintomatología, ya sea por problemas de autoestima, o de otro montón de problemas que son el origen del trastorno”.
El especialista es tajante respecto a la impotencia que genera la no resolución de estos conflictos de origen en los más chicos: “La frustración tiene dos salidas, o la adicción o la depresión”.
Masip marcó diferencias entre lo que consideramos nuevas tecnologías: “En el caso de redes sociales y en el uso del teléfono móvil apuntamos a un buen uso, a una terapia del buen uso; en cambio en lo que respecta a los videojuegos apuntamos a abstinencia total, porque son los causantes de la enfermedad, de la adicción que genera los mayores problemas. En los videojuegos el producto está preparado para ser adictivo, para pasar largas horas en cada juego. Por eso en los cuadros de adicción a los videojuegos, no se debe volver a jugar/consumir nunca más, es como la adicción al alcohol”.
En el mismo sentido, cuando existe un trastorno vinculado al uso de los videojuegos Masip no recomienda “graduar” el tiempo que el niño pasa frente a la consola o pantalla: “uno no le dice a un hijo si te portas bien en la semana, el viernes puedes fumar o drogarte, con los videojuegos es lo mismo, premiar con las pantallas es un error, premiar con consumo no es lo que le hace bien a los niños”.
La edad apropiada para el primer celular
“Antes de los 16 años no es recomendable que un niño tenga un teléfono móvil, porque aún no tienen las destrezas necesarias para el uso de una herramienta tan potente. Realmente, a los 10, 12 o 14 años un niño no lo necesita ni para tener amigos ni para estudiar ni para algo similar. Los chicos donde más usan el celular es en su cuarto, en la cama o en el baño, donde no son vigilados por los padres, para sentirse libres, lo que todos más deseamos es la libertad. Lo que pasa es que hay un desconocimiento del origen de la libertades, porque la libertad se adquiere desde el conocimiento, cuanto más sé más puedo elegir y por lo tanto mas libre soy, por eso si la libertad aumenta con el conocimiento, cómo es posible que les demos libertad absoluta frente a un teléfono móvil sin el conocimiento ni la madurez para manejarlo”.
Masip considera que las redes sociales tampoco son recomendables para chicos menores de 16 años: “El celular no les va a dar más amigos como creen algunos padres, todo lo contario, los niños van a perder herramientas de relación interpersonal y van a tener una comunicación más cobarde. Esa diferencia entre lo que eres y lo que muestras en redes genera frustración, da una falsa idea de uno mismo, Estamos formando adolescentes que pueden decir todo a través de una pantalla pero que no tienen las herramientas de comunicación ni la valentía para decirlo cara a cara”.
Además de los padres y la familia, para Masip hay una regulación que debiera surgir del las autoridades de cada país: “No hay una legislación que controle el uso, no hay leyes estatales que regulen el uso de la tecnología. Creo que el celular en la escuela debería estar prohibido, porque además de un lugar para estudiar, la escuela es un espacio para compartir con amigos y el teléfono móvil funciona como una distracción. No puede ser que los adolescentes lleven el celular al colegio, ni siquiera que los usen en el recreo que es el momento de sociabilizar, es el momento para conocerse, no para estar todos mirando una pantalla”.
Cómo es la terapia de rehabilitación
El tratamiento para superar la adicción a las nuevas tecnologías que Marc Masip y su equipo desarrollan en el programa Desconect@ funciona en dos clínicas de rehabilitación. Los centros funcionan de manera ambulatoria, como hospital de día. “No quitamos el móvil a los pacientes, lo que hacemos es explicarles el buen uso, darle los motivos para entender que realmente no lo necesitan”, señaló Masip.
Los profesionales de los centro de salud marcan pautas familiares vinculadas al tratamiento intensivo que se da en las clínicas de Barcelona y Madrid, con un tratamiento ambulatorio de 6 horas al día. Los pacientes son niños y adolescentes “de los 12 a los 18 años, y el tratamiento completo dura un año o año y medio, como toda terapia de salud mental son procesos largos”, destacó el psicólogo español a Infobae.
Para no llegar a los extremos de la adicción ni a un vínculo con las tecnologías que implique trastornos de sociabilidad, ¿qué pueden hacer los padres para prevenir? Masip es contundente: “De los 0 a los 6 años no deberían ver pantallas, por más que uno quiera como padre cenar tranquilo”.
SEGUIR LEYENDO: