La contaminación es parte del presente que le toca vivir a los más de 7.700 millones de habitantes del planeta Tierra. En parte heredada y también creada por las actuales generaciones, es uno de los desafíos que más pone en jaque los planes a futuro de cualquiera de los países, territorios y regiones del globo.
Este sábado se conoció el acuerdo final al que se arribó en el marco de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático de 2021 (COP26), en Glasgow, Escocia. El trabajoso documento final al que se llegó luego de dos semanas de negociaciones apenas deja vivo el objetivo de 1.5ºC propuesto por el Acuerdo de París y dilata para el año próximo, la presentación de nuevos compromisos para bajar la temperatura media global que haga posible la vida de nuestros hijos y nietos.
A pesar de este panorama desalentador, existe una luz de esperanza a la vuelta de la esquina. Los encargados de pensar las ciudades del mañana trabajan a contrarreloj en estrategias para hacer más verdes, amigables e inteligentes los centros urbanos del futuo. La misión no es nada sencilla ni fácil. Sin embargo, los especialistas subrayan que dar soluciones desde todos los ámbitos, sectores, lugares de decisión y agencias gubernamentales y no gubernamentales, es urgente.
En este contexto Infobae acudió a tres expertos con años de experiencia y un alto prestigio y reconocimiento en el área, y los consultó con tres preguntas puntuales para entender cómo se piensan las ciudades del mañana desde la planificación urbana, el urbanismo y paisajismo.
Pensar en verde
Por empezar, un interrogante que surge con fuerza es cuáles son los puntos que más se discuten y debaten en relación a las características sustentables, verdes y amigables con los ecosistemas, en un contexto global que exige medidas concretas y urgentes a favor del medio ambiente.
Julio Oropel, arquitecto interiorista, expresidente de Diseñadores Asociados de la República Argentina (DArA), docente posgrado FADU en la Universidad de Buenos Aires, con un posgrado DIES, se explayó en diálogo con este medio en relación a qué piensan los arquitectos y urbanistas de hoy sobre cómo serán las ciudades del mañana: “Hay todo un nuevo cuestionamiento en torno al urbanismo, sobre todo después de la pandemia. Las ciudades están cambiando y los lugares nórdicos son los más avanzados en cuanto a estas nuevas propuestas”.
Por su parte, Guillermo Tella, arquitecto y Doctor en Urbanismo, Director Ejecutivo del Consejo de Planeamiento Estratégico de la Ciudad de Buenos Aires y uno de los referentes del área más consultado en estas temáticas, explicó: “El complejo escenario pandémico por el que transitamos nos incita a reflexionar sobre la ciudad que hemos construido hasta hoy y sobre la que colectivamente deseamos tener. Desde esa perspectiva, resulta indispensable alimentar el debate para una urbanística postCOVID. En las ciudades se concentra la mayor cantidad de población, de inversiones, de conocimiento, de innovación. Son motores de la economía y de la producción, de mayor generación del producto bruto, de la creatividad, del desarrollo social, de provisión de bienes y de servicios”.
“Sin embargo, las ciudades también son detonadoras de conflictos si no están debidamente gobernadas, si tienen un desarrollo social inequitativo, si son económicamente inviables, si son predadoras del ambiente. Las previsiones menos optimistas apuntan a que los espacios urbanos tendrán cada vez mayor densidad demográfica y deberán afrontar crecientes problemas ambientales. Para afrontar el crecimiento acelerado y asimétrico de nuestras ciudades es necesario apuntar a ciudades que incorporen herramientas para administrar con eficiencia sus recursos”, opinó.
Tella es de los que cree que dado a que efectivamente hemos entrado en una era de pandemias, “tendríamos que diseñar ciudades con condiciones de mayor sustentabilidad, de manera que el espacio público no se transforme en territorio de peligro y de exclusión sino de contención y de cohabitación”.
Fabio Márquez, licenciado en Diseño del Paisaje y actual director de la Comisión de Participación Social de ACUMAR (Autoridad de Cuenca Matanza Riachuelo), afirmó consultado por Infobae: “Los profesionales de las ciudades -urbanistas, arquitectos, paisajistas, gente de las ciencias ambientales- pensamos más que nunca cómo pueden ser más habitables las ciudades del mañana, en función de cómo está el presente. Es un dilema muy contemporáneo”.
“Los puntos que más se discuten y debaten tienen que ver con marcos ideológicos. En principio hay un objetivo de cuáles son los modos de hacer que una ciudad sea más sostenible en términos ambientales. Cuando hablamos de ello, no solo es reducir la contaminación, bajar el efecto ‘isla de calor’, naturalizar este fenómeno, sino que sea una ciudad también equitativa”, agregó.
Según el paisajista, reconocido a nivel regional, “la sostenibilidad ambiental incluye lo ecológico, lo social y lo económico. Por lo tanto, las ciudades son de naturaleza insostenible y la preocupación es cómo instrumentar políticas que la hagan más sostenible y de mejor calidad de vida. Es una preocupación central, ya que los centros urbanos sufrirán los efectos del calentamiento global centralmente. Atenuar los males urbanos es claramente desde una perspectiva ambiental”.
Hacia una urbanística postCOVID
¿Qué tendencias se observan en el campo del urbanismo hoy en día para ofrecer soluciones en el marco del cambio climático? Ante esta pregunta, el urbanista Guillermo Tella advirtió: “La Nueva Agenda Urbana ha quedado vetusta, con evidentes niveles de desigualdad. El desafío será atender las verdaderas prioridades de nuestras ciudades hacia nuevas formas de habitar y de concebir lo urbano-ambiental, más cerca de los problemas y, por ende, de las soluciones. La idea de re-naturalizar la ciudad implica construir mecanismos alternativos de reivindicación de derechos para que las ciudades sean más justas y menos desiguales, incorporando más espacios verdes públicos de calidad, corredores ambientales, huertas urbanas, ecoparques”.
En este punto, rediseñar la estructura urbana de nuestras ciudades implica adentrarnos en un nuevo paradigma que se aleje del modelo de ciudad dispersa y que construya una red articulada de policentralidades complementarias que tiendan a disminuir los traslados intraurbanos.
De acuerdo a lo explicado por Tella a Infobae, “el camino hacia una mayor resiliencia urbana se deberá iniciar con crecimiento sostenible a partir de: una población que resida en viviendas y en barrios que cuenten con servicios de infraestructura básicos; una gestión que genere y comparta información de base sobre riesgos potenciales y grados de vulnerabilidad; una sociedad empoderada para participar, decidir y planificar su ciudad junto con las autoridades locales; y un gobierno que proponga e implemente estrategias de recuperación y de reparación ambiental efectiva. La pandemia pasará y llegará el momento de replantearnos qué tipo de ciudad queremos”.
También en relación a las nuevas tendencias y en coincidencia con Tella, Julio Oropel nombró a modo de ejemplo un distrito que para él sintetiza lo que se viene: “Hace 3 años conocí un barrio en Oslo, capital de Noruega, que para mí es una de las urbes más avanzadas en estas cuestiones, Vulkan, es un conglomerado urbano que está sobre el mar y que tiene una arquitectura totalmente innovadora y respetuosa con el medio ambiente. Su centro de energía son pozos geotermales de 300 metros de profundidad, usan la energía de la tierra. Hay a su vez, un edificio de oficinas, cuyo exterior se define visualmente por su sistema solar de calentamiento de agua. En este punto, hay una amplia variedad de empresas, particulares, hoteles, etc. que aplican el mismo sistema”, relató.
Oropel amplió, que en ese distrito, también incorporaron abejas, con la colocación de dos enormes colmenas diseñadas por el estudio de arquitectura Snøhetta, uno de los más importantes del mundo. Lo más importante es que este barrio tiene distintas situaciones de calles internas, en donde se puede llegar en auto hasta un determinado lugar, allí se debe dejar el vehículo y entrar caminando o en bicicleta. Se trata de una de las grandes tendencias del urbanismo actual.
“El auto cada vez estará más lejos de lo que son las propuestas urbanas hacia el futuro, por la contaminación que producen. Muchas calles se están convirtiendo en peatonales o en parques lineales, con gran profusión de árboles”, vaticinó el especialista a Infobae.
Ciudades a 15 minutos
“En las tendencias vigentes dentro del urbanismo actual están básicamente planteadas en función del modelo de las ciudades de los 15 minutos de París, la denominada ciudad de cercanía, en donde las personas puedan trabajar, estudiar, comprar cosas, recrearse, hacer ejercicio físico a una distancia corta de sus hogares, caminando o bicicleta de donde viven, reduciendo así el impacto negativo de grandes distancias, de consumos innecesarios, como constructor de comunidad, fortaleciendo la solidaridad”, aseveró el experto en Diseño del Paisaje Fabián Márquez.
En este punto, fue tajante: “El concepto central es que cuánto menos consuma una ciudad de modo innecesario, no solo derrochando tiempo de la gente y calidad de vida, sino también energía, se estará dando un fuerte aporte al cambio climático. Al mismo tiempo podremos contrarrestar el efecto isla de calor, para que se baje la energía que se usa para refrigerar las ciudades en el verano, poniendo naturalización, soluciones basadas en la naturaleza, como techos verdes, sistemas de arbolados integrados y con la mayor cobertura posible, aumentar las superficies de espacios verdes públicos. Reducir los vehículos automotores a combustible fósil y tratar de promover la movilidad sustentable como es la bicicleta. Estas cuestiones hacen a contrarrestar a escala local el efecto global del cambio climático”.
Julio Oropel también se refirió a esta actual tendencia que cada vez pisa más fuerte. “La ciudad a 15 minutos busca generar dentro de las ciudades áreas donde la gente pueda tener todo lo que necesita para vivir en cortos recorridos, de no más de pocos minutos. Esto es lo contario a la concentración actual, en donde está el área de los teatros, los comercios mayoristas, el área de los estudios de abogados. La idea que plantea esta corriente es que en estos nuevos centros se pueda tener lo que las personas necesitan a escala doméstica. Los profesionales independientes, los locales de mayor y de menor escala, los lugares culturales, de entretenimiento, y todo esto con la mínima circulación del auto posible”, pormenorizó.
Granjas urbanas
Otro tema referido a esto es el avance y auge de granjas urbanas, adelantó Oropel. Hay incluso proyectos de edificios enteros que son granjas con cultivos hidropónicos, que son de alguna manera una respuesta a la escases de alimentos prevista para el futuro. También se pueden generar productos orgánicos frescos, libres de químicos, y evitar los costosos traslados desde las zonas rurales, lo cual también disminuye la contaminación. También se basan en la eficiencia energética. Hay un montón de ejemplos: desde terrazas que ya las hay en Nueva York, en Brooklyn sobre todo, hasta edificios pensados para cultivos. O mismo en muchas ciudades americanas, que están empezando a aparecer espacios pequeños libres en los barrios, tipo plazoletitas, en donde los mismos vecinos se encargan de generar las propias granjas urbanas para cultivo de alimentos. Son tendencias muy modernas al día de hoy, que van fomentando el pensar en un futuro más verde.
La premisa básica de la agricultura urbana es muy atractiva, ya que habla de cómo las ciudades pueden convertirse en entidades autosuficientes, en donde los residentes pueden consumir alimentos saludables, cultivados dentro de la frontera metropolitana. Esto reduciría la huella de carbono del transporte y del almacenamiento de los alimentos, al mismo tiempo que disminuiría la cantidad de tierra destinada a la agricultura.
Los especialistas remarcan que en ya existen una gran variedad de proyectos que actualmente captan la atención de diseñadores, planificadores y omnívoros por igual y va desde granjas educativas hasta la puesta en marcha de laboratorios hidropónicos y enfoques en toda la ciudad cuyas semillas de todos estos cambios recién se están planteando.
La apariencia, importa
Hay diferentes estudios de arquitectura que buscan reinventar la apariencia de las ciudades tras la urbanización masiva y el cambio climático. Este principio, según precisó el reconocido arquitecto Julio Oropel a este medio, esencialmente se busca evitar los ángulos rectos típicos de los modos cartesianos de construcción, es decir la cuadrícula, ciudad ortogonal, calles perpendiculares, etc., en favor de formas más orgánicas que son adaptativas, biofísicas, o sea que toman forma de las formas de la naturaleza, son regenerativas y lo que es más importante, adaptadas a las condiciones locales.
La bioplanificación, concepto muy importante, propone planificar las ciudades desde el aspecto verde. Puede reducir la cantidad de infraestructura vial hasta en un 50%, al tiempo que integra más espacios verdes con el tejido urbano, con bajos costos de construcción y tiempos de respuesta más rápidos. Siempre se apunta a disminuir la presencia del auto cada vez más.
La idea es continuar construyendo ciudades sin causar más daños irreversibles al medio ambiente y al bienestar humano. Los arquitectos, planificadores urbanos, gobiernos y todos los interesados en aspectos urbanos, necesitan una forma fundamentalmente nueva de diseñar y construir, de una manera más integral, implementando principios biológicos y ecológicos en la planificación, procesos de diseño y construcción de espacios físicos más cuidados, con la idea básica de diseñar para respetar la naturaleza.
Los expertos coinciden en que muchos de estos principios ya vienen siendo explorados desde hace ya varios años por el arquitecto suizo Charles-Édouard Jeanneret-Gris, más conocido a partir de la década de 1920 como Le Corbusier. Los edificios nuevos incluso tienen fachadas con grandes balcones con árboles, donde el aspecto de la masa arquitectónica se hace más ‘liviana’ en el sentido de que se envuelve y hay una gran profusión de vegetación.
De acuerdo a Fabio Márquez, “cuánto menos consuma una ciudad de modo innecesario, no solo derrochando tiempo de la gente y calidad de vida, sino también energía, se estará dando un fuerte aporte a frenar el cambio climático. Al mismo tiempo podremos contrarrestar el efecto isla de calor, para que se baje la energía que se usa para refrigerar las ciudades en el verano, poniendo naturalización, soluciones basadas en la naturaleza, como techos verdes, sistemas de arbolados integrados y con la mayor cobertura posible, aumentar las superficies de espacios verdes públicos. Reducir los vehículos automotores a combustible fósil y tratar de promover la movilidad sustentable como es la bicicleta. Estas cuestiones hacen a contrarrestar a escala local el efecto global del cambio climático”.
-¿Se puede combinar a nivel urbanístico/paisajístico y desde la planificación urbana la ecología, las nuevas tecnologías para que la arquitectura sea inteligente como así también los materiales/artefactos/dispositivos que se introduzcan a futuro y a su vez sean entornos amigables? Esta fue la tercera y última pregunta que le hizo Infobae a los urbanistas, paisajistas y arquitectos especializados en “las grandes escalas”.
Según Fabio Márquez, conocido por sus intervenciones paisajísticas en la Argentina, recuperando la fauna y la flora autóctonas, promoviendo la convivencia urbana entre el hombre y la naturaleza, recurriendo a los laberintos como símbolo y emblema de sus actuaciones, “las nuevas tecnologías tienen que servir para sistematizar procesos de optimización de la energía, de la movilidad. En la ciudad contemporánea todos los dispositivos deben favorecer la participación social activa. Toda tecnología debe servir para hacer que las personas estén mejor vinculadas entre sí y con los gobernantes; con el objetivo de construir una democracia participativa en la cual haya más compromiso ciudadano, más fortaleza solidaria en la comunidad y que se construya tolerancia, respeto, inclusión y que se optimicen los recursos mejor distribuidos”.
“No hay tecnología como juguete tecnológico, como para un entretenimiento de los sectores de más altos recursos. Tiene que ser aplicada para democratizar la ciudad y hacerla lo más participativa posible. No hay urbe con sustentabilidad ambiental que vaya a buen puerto si no cuenta con un gobierno que esté dispuesto a transparentar la gestión, a generar debates para construir consensos de hacia dónde ir”, completó.
Desde la perspectiva de Guillermo Tella, quien es arquitecto doctorado en urbanismo, postdoctorado en ciencias sociales y profesor investigador, “Toda crisis puede ser el inicio de un camino de crecimiento. Para ello se requiere la construcción y la coproducción de capital social comunitario, entendido en términos de potencial de una sociedad para llevar adelante una visión compartida, misiones comunes y metas colectivas. Debemos garantizar el acceso a la vivienda y al hábitat digno. La ciudad del futuro será inteligente o no será nada. Las SmartCities representan un sistema de sistemas están dirigidos a mejorar la calidad de vida de los ciudadanos y a promover el desarrollo sostenible a través del uso intensivo de tecnologías de información y de comunicación”.
“Nuestras ciudades se encuentran en una fase de crecimiento demográfico y de expansión económica sustentados en el consumo masivo. Para un manejo inteligente del ambiente se requiere abordar las principales fuentes de contaminación e intervenir las zonas más afectadas. Todo gobierno deberá asumir las nuevas tecnologías en la administración de modo de optimizar la prestación de servicios, de reducir costos operativos y de incrementar la transparencia gubernamental. Esto implica posibilitar el acceso universal al espacio digital de los ciudadanos”, sintetizó a Infobae.
Fotos: Getty Images
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