Reducir la huella de carbono es una de las grandes preocupaciones de nuestro tiempo, sobre todo de aquellos que se consideran ecológicamente conscientes, pero para lograr este objetivo hay muchos caminos. Unos, como Gretha Thunberg, inspiran movimientos de activismo ecológico para buscar que los líderes mundiales se comprometan realmente a tomar acción frente al cambio climático; otros, no tan ambiciosos, deciden adoptar prácticas más amigables con el medio ambiente, incluso en el aspecto más íntimo de sus vidas: el sexo.
Aquí entra en escena el llamado “sexo ecológico”, una tendencia en el estilo de vida que busca despertar conciencia de cómo nuestras prácticas sexuales cotidianas y naturales podrían estar afectando al planeta y cómo, cambiando hábitos de consumo y ajustando ciertos aspectos del propio acto sexual, podemos contribuir a mitigarlo.
La tendencia se está afianzando con fuerza dentro de los grupos ecologistas y veganos, e incluso ha encontrado nichos de mercado interesantes para consumidores de preservativos, lubricantes o juguetes sexuales “amables con el medio ambiente”.
El movimiento es llamado por Greenpeace como “sexo verde” e incluso tiene un listado de sugerencias prácticas para que reduzcamos nuestra huella de carbono mientras promovemos “hacer el amor y no la guerra”.
Alternativas al condón
El condón o preservativo es quizá el método anticonceptivo más promovido por todos los expertos en salud sexual como la mejor defensa contra los embarazos no deseados y sobre todo, contra las enfermedades de transmisión sexual. Pero su uso masivo en todo el mundo produce una gran cantidad de residuos que no son fáciles de degradar naturalmente y que generan contaminación.
Según el Fondo de Población de las Naciones Unidas, se calcula que cada año son fabricados unos 10 mil millones de condones masculinos y unos 35 millones de condones femeninos, lo que representa millones de desechos pues la mayoría de estos preservativos termina en basureros donde no suelen ser eliminados de una manera específica y segura.
El problema de los condones va en dos vías, una que está fabricados con látex sintético, aditivos y productos químicos, lo que lo hacen muy difícil de reciclar y aunque algunos pueden ser biodegradables queda el segundo inconveniente, su envoltura.
Los envoltorios, usualmente de plástico, pueden tardar entre 100 y 1.000 años en degradarse en la naturaleza. Creando un problema permanente para el ambiente cuando tratamos de evitar que nuestra calentura nos deje con un pequeño al que criar por el resto de nuestras vidas.
Pero como la respuesta no es dejar de usar condones, sobre todo si se tienen parejas sexuales ocasionales y diversas, existen algunas alternativas para ellos.
Una son los preservativos de piel de cordero, que se usan desde la época romana. Como todo, tienen sus pros y sus contras. Un pro es que es la única alternativa totalmente biodegradable, el contra es que puede prevenir de un embarazo no deseado pero no de una enfermedad de transmisión sexual (ETS), además, su método de fabricación tampoco es muy amable con el medio ambiente pues se hacen del intestino de las ovejas.
Otra opción, que está tomando cada vez más fuerza, son los “condones veganos”. ¿Cómo es eso? Pues son preservativos cuyas prácticas de producción garantizan estar libres de crueldad animal, pues no se realizan pruebas de irritabilidad o resistencia en ellos; no tienen caseína (una proteína animal que suaviza el latex y puede causar alergias), o son “libres de gluten” (el cual puede estar presente en algunos lubricantes que les añaden a los condones tradicionales).
El objetivo de estos condones veganos es crear un producto libre de químicos tóxicos y crueldad animal y ya existen varias marcas certificadas veganas que los venden. En México, por ejemplo, está JAPI, Confortex en España, Glyde que es quizá la más conocida que es Australiana pero de fabricación en Malasia, o Fair Squared en Alemania, por mencionar algunos.
Lubricantes y juguetes sexuales
Los lubricantes son otro de los elementos comunes en un encuentro sexual, los hay de todos los tipos, sabores y sensaciones, pero, muchos de ellos están hechos a base de petróleo, lo que significa que contienen combustibles fósiles altamente contaminantes.
Esta es una de las razones por la que los lubricantes a base de agua o ecológicos están en auge. Incluso, en varias páginas “eco-friendly” o veganas se promueve el uso de lubricantes caseros y naturales.
Una promotora de estas opciones caseras es la doctora Tessa Commers, que tiene un gran séquito de seguidores en TikTok, donde comparte videos sobre sexualidad y en alguno que otro enseña a hacer lubricantes a base de almidón de maíz y agua.
Los vibradores y juguetes sexuales también se están adaptando a las tendencias del mercado del “sexo verde”, alejándose cada vez más de los plásticos y buscando alternativas como la silicona médica, la madera sostenible, el vidrio, el cuarzo o los polímeros de almidón.
Este último, por ejemplo, es el material del vibrador Gaia, muy vendido a nivel mundial, es completamente biodegradable y tarda en descomponerse entre 40 y 90 días.
“Un orgasmo no debería costarnos el planeta”, reza el lema del Womanizer Premium Eco, una compañía alemana que fabrica vibradores biodegradables y reciclables. Esta marca se lanzó este 2021 y hace sus productos de Biolene, un bioplástico compuesto en un 70% de materiales naturales. Además, el embalaje es 100% libre de plástico y está hecho de papel que también se puede reciclar.
La marca surgió de una campaña global de crowdfunding que pretendió recaudar 17 mil euros y lo consiguió en apenas dos días, una confirmación, según los directivos de la empresa, de que el futuro del mercado de juguetes sexuales está en en los productos biodegradables y ecológicamente sostenibles.
“La industria del bienestar sexual ha crecido enormemente en los últimos años y los productos están ganando cada vez más aceptación social. Pero, como en muchas otras industrias, cuestiones como el plástico y la conciencia medioambiental son omnipresentes y nos apremian a encontrar soluciones y enfoques a largo plazo, para nuestra generación y todas las futuras”, afirma Johanna Rief, Directora de Empoderamiento Sexual de Womanizer.
Evitar las baterías en los vibradores también ayuda a cuidar el medio ambiente y para hacerlo hay alternativas recargables incluso a con energía solar.
Recuerda, las baterías comunes tardan entre 100 y 500 años en degradarse, así que si se opta por un vibrador a pilas, como mínimo asegurarse de usar unas recargables.
“Los cargadores son más ecológicos, ya que pueden reciclarse, y cada vez hay más marcas que comercializan uno único para todos sus modelos”, afirma Sara Pérez, copropietaria de la tienda erótica Los placeres de Lola en España para un artículo de Cosmopolitan .
Algunas marcas vanguardistas están explorando con vibradores cargados con energía solar, como una bala vibradora vendida por la empresa CalExotics que se recarga con tan sólo situarla cerca de una ventana por donde entre sol; o el dildo Earth Angel, fabricado por Caden Enterprises que se carga dando cuerda por cuatro minutos a una palanca similar a la de una caja de música, ofreciendo 30 minutos de placer.
El manual de Greenpeace
Una de las ONG más grandes del mundo si hablamos de la lucha para defender al planeta es Greenpeace, quienes se han tomado tan en serio esto del “sexo verde” que han desarrollado un lista de consejos útiles para quienes quieren que sus revolcadas sean mucho más amigables con el ambiente.
“Todos tenemos que poner algo de nuestra parte para detener el cambio climático, reduciendo el consumo de energía”, dice la ONG, y para eso recomienda apagar las luces, así no solo podemos tener encuentros sexuales más íntimos y apasionados, donde el resto de nuestros sentidos se puedan ver estimulados, sino que de paso, estamos ayudando al planeta y a nuestro bolsillo.
Por esa misma línea del ahorro, otro de los consejos son las duchas en pareja, con las que no solo abrimos la puerta a un nuevo lugar para disfrutar del sexo, sino que gastamos menos agua. Eso sí, toca tener cuidado de no dejar la llave abierta todo el tiempo, pues hay que tener en cuenta que más de mil millones de personas en todo el mundo no tienen acceso constante al agua potable.
Para Greenpeace también es importante saber de donde salen nuestros juguetes sexuales, condones, lubricantes e incluso nuestra cama, por lo que recomienda asegurarnos de que la forma en la que estos elementos son producidos sea lo menos nociva con el medio ambiente posible.
Por último, recomienda comparar lencería erótica y sábanas hechas de bambú, algodón orgánico o nilo natural. Porque sí, hasta escogiendo ropa interior podemos tomar decisiones conscientes.
¿Ha llegado todo muy lejos?
Si algo podemos convenir es que ser ecológicamente conscientes en la cama no es algo sencillo, y hay quienes piensan que al sexo no hay que agregarle más preocupaciones como que pueda ser perjudicial para el medio ambiente.
“El sexo no debe ser restringido, sino liberador”, dice al respecto la sexóloga brasilera Flavia Dos Santos.
“Las personas deben buscar elementos que no le hagan daño al organismo, eso está muy bien, pero de ahí a componer toda una filosofía a la hora de tener un lubricante, un condón o un juguete sexual, creo que es cerrarte por una ideología y el sexo no debe ser tan restringido”, afirma.
Para ella, las prácticas como apagar las luces, bañarse en pareja o cualquier otra cosa que implique agregar actividades a la vida sexual de la pareja son muy positivas porque propician momentos sexys que son importantes para la relación, y si la gente decide hacerlo con la excusa de cuidar el medio ambiente, está en todo su derecho, lo que no comparte es agregar restricciones.
“Si el lubricante nos produce placer, sirve”, sentencia Dos Santos.
“El exceso de restricciones es propio de personas muy controladoras, que basan sus interacciones en la culpa. Está bien ser conscientes con el medio ambiente pero hay que flexibilizar y el momento del placer es para ser flexibles”, agrega.
Al final de cuentas, estas son decisiones personales y, como dice la sexóloga, “todo vale mientras no hagas daño a tu salud”, a los que promotores del “sexo verde” agregarían: ni al planeta.
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