Las teorías de la conspiración, el comportamiento abusivo y tóxico y las publicaciones generalmente ofensivas continúan proliferando en las plataformas de redes sociales, a pesar de que los desarrolladores declaran hacer todo lo posible para eliminar dicho contenido.
En un reciente documento, investigadores de la Universidad de Rutgers y del Instituto de Tecnología de Georgia, en Atlanta, se dedicaron a analizar si es posible encontrar una manera de desintoxicar las redes sociales, y concluyeron, luego de su análisis que el mecanismo adecuados sería prohibir permanentemente a los que vierten contenidos agresivos de manera sistemática.
El equipo de investigadores examinó qué sucede después de que los influencers individuales con muchos seguidores son excluidos de las redes sociales y ya no tienen una plataforma para promover sus puntos de vista extremos.
Los autores del estudio investigaron lo que ocurre cuando los “influencers extremistas” individuales con un gran número de seguidores en las redes sociales ya no pueden difundir su mensaje debido a la prohibición de plataformas como Twitter. En resumen, el equipo de investigadores sostuvo que tales prohibiciones resultan en una disminución notable en lo que consideran ideas ofensivas y toxicidad.
“Eliminar a alguien de una plataforma es un paso extremo que no debe tomarse a la ligera -advirtió, el autor principal del estudio, Shagun Jhaver, profesor asistente en el Departamento de Bibliotecas y Ciencias de la Información en Rutgers de New Brunswick- Sin embargo, las plataformas tienen reglas para el comportamiento apropiado, y cuando un miembro del sitio rompe esas reglas repetidamente, la plataforma debe tomar medidas. La toxicidad creada por los influencers negativos y sus partidarios que promueven el discurso ofensivo también puede silenciar y dañar a los grupos de usuarios vulnerables, por lo que es crucial que las plataformas presten atención a las actividades de dichos fuera de lugar”.
Con pocas limitaciones
El equipo de investigación se centró en tres personas influyentes en particular para este estudio. Tres sujetos que ya habían sido prohibidos en Twitter. El primero es Alex Jones, el controvertido teórico de la conspiración demandado por difamación por sus extravagantes afirmaciones. El segundo es Milo Yiannopoulos, un comentarista político británico que ha llamado la atención en los últimos años por ridiculizar el Islam, el feminismo y las campañas de justicia social. El tercero es el ex comediante y actual activista de extrema derecha Owen Benjamin, conocido por promover puntos de vista antisemitas y anti-LGBT.
El equipo de Rutgers incluyó más de 49 millones de tweets en este análisis. Los tweets hicieron referencia a los propios individuos o mencionaron sus ideas ofensivas. Los autores del estudio también observaron las publicaciones de sus seguidores que aparecieron seis meses antes o después de la eliminación del influencer de Twitter.
Después de las prohibiciones, el estudio encontró que los tweets que hacen referencia a los tres influencers se redujeron en un 92%. Del mismo modo, la cantidad de usuarios de Twitter nuevos y existentes que discutían específicamente sobre dichos influencers también se redujo en aproximadamente un 90%. Los seguidores de de los tres hombres en esta red social también publicaron menos en general e incluso cuando lo hicieron fue menos tóxico, según lo calificaron los especialistas en un rango subjetivo de medición de los contenidos que elaboraron para el documento. En promedio, los seguidores comenzaron a publicar un 12,59% con menos frecuencia y su toxicidad se redujo en un 5,84% tras las prohibiciones.
“Sin un líder (negativo), las redes sociales se calman”, esa es la conclusión que comentan en su escrito. Aún así, los autores del estudio explicaron que estos hallazgos constituyen un fuerte argumento sobre que prohibir las conspiraciones e ideas ofensivas de los extremistas “líderes” tiene un efecto de goteo en sus seguidores y partidarios que, en última instancia, conduce a un panorama de redes sociales menos tóxico para todos.
“Muchas personas continúan expresando su preocupación sobre los beneficios financieros de los dólares de publicidad vinculados al contenido que difunde información errónea o de acoso - sostuvo el profesor Jhaver-. Esta es una oportunidad para que las plataformas aclaren su compromiso con sus usuarios y quiten de la plataforma cuando sea apropiado. El uso prudente de esta estrategia permitirá que las plataformas aborden el problema de la radicalización en línea, un objetivo que vale la pena perseguir, incluso si conduce a una pérdida a corto plazo de dólares de publicidad”.
No analizaron en su documento cuestiones como la libertad de expresión o el modo de determinar quiénes y qué pueden incluirse en un parámetro de “ofensivo”, un gradiente difícil de determinar.
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