La diseñadora de moda británica Stella McCartney sabe que la posición que defiende es impopular; es raro ver a un líder empresarial pidiendo más regulación gubernamental para su industria. Pero después de años trabajando para producir una moda más sostenible, no le importa alborotar algunas plumas.
“La industria de la moda debe ser capaz de dejar atrás el despilfarro y prepararse para cambios tan profundos como abandonar el cuero de animales”, reivindicó McCartney, que acudió como representante del sector en la conferencia climática COP26 de la ONU. “Creo que soy una de las pocas diseñadoras de moda aquí. Y tristemente somos una de las industrias más nocivas para el medio ambiente”, explicó en entrevista a la AFP este miércoles en Glasgow.
El cuero es uno de los materiales que, para la modista, personifica los problemas ambientales y sociales de los que es responsable la industria de la moda: abuso de los derechos de los animales, contaminación del agua, salarios exiguos y precarias condiciones laborales de los trabajadores de la confección. La especialista lanzó una petición para exigir a los gobiernos que prohíban el uso de cuero y pieles de animales en la industria de la moda, tras el paso dado por Israel en junio, cuando se convirtió en el primer país del mundo en prohibir el comercio de pieles.
Sin embargo, McCartney es consciente de que abordar los materiales utilizados en la moda es solo uno de los problemas que la industria debe enfrentar para reducir su huella de carbono, que actualmente representa aproximadamente el 10% de las emisiones globales anuales de gases de efecto invernadero. El modelo de negocio de la moda rápida también tiene mucho por lo que responder.
“Las marcas de moda rápida obviamente necesitan reducir lo que producen”, sostuvo y explicó que ella también ha pasado por el proceso de reducción de su gama de productos. “Quiero mostrarle a mi industria que se puede tener un modelo de negocio trabajando de una manera más limpia y sostenible. No tienes que matar y no tienes que talar las selvas tropicales, y puedes tener un bolso hermoso, atractivo, bien diseñado y duradero. Estoy aquí para demostrar que aún puedes ganar dinero“.
Ella rechaza la idea de que la crueldad hacia los animales y la destrucción de árboles es la única forma de ser rentable. “Existe este tipo de mentalidad, que matar animales solo por bolsos, sacrificarlos, despellejarlos, talar nuestras selvas tropicales está bien, eso es capitalismo, y así es como debemos ganar dinero. Yo digo, eso debería ser culpa, deberías sentirte mal cuando trabajas de esa manera“.
Si bien es inequívoca de que el modelo de negocio de la moda rápida debe cambiar, también tiene los ojos puestos en las casas de lujo. Durante 17 años, McCartney se asoció con el conglomerado de lujo francés Kering, pero luego compró su participación en 2018. Dieciséis meses después, comenzó a trabajar con LVMH, el rival de Kering. El último proyecto entre McCartney y LVMH implica financiar un programa piloto que involucra una granja de algodón regenerativo en Turquía con el fabricante textil Söktaş. “Aquellos a los que tengo acceso, estoy tratando de infiltrarme de una manera positiva, educarlos y generar un cambio”, advirtió.
El plan maestro es aumentar los pedidos de materiales sostenibles y reducir sus precios. La diseñadora sigue siendo optimista de que más materiales alternativos se convertirán en la corriente principal en la próxima década. “Creo que está tomando más tiempo del que a nadie le hubiera gustado. Creo que llegaremos al escenario pronto, con suerte, donde puedan llegar al precio correcto y los números de implementación correctos”, añadió.
El museo y galería de arte Kelvingrove de la ciudad escocesa le rinde ahora homenaje con una instalación en la que se muestran los materiales que la firma McCartney trabaja desde hace años. Como el micelio, una materia directamente extraída de hongos, para reemplazar la piel, con la que se pueden fabricar zapatos o bolsos. O el NuCycl, una tecnología capaz, según sus creadores, de reciclar infinitamente cualquier tipo de desecho textil, ya sea natural, como el algodón, o artificial, como el poliéster. “Vine aquí para mostrar el futuro de la moda y demostrarles a todos simplemente que hay otra manera de hacer las cosas, utlizando tecnología y nuevas empresas jóvenes”, indicó a la AFP.
McCartney empezó a los 25 años como directora artística de Chloé. Vegetariana, llegó dispuesta a no trabajar con artículos de cuero, y lo consiguió, a pesar del escepticismo inicial de sus colegas. En casi tres décadas ha visto pasar una infinita colección de estilos, de ropa, de discursos. “La gente se viste con ropa de moda un máximo de tres veces antes de tirarla. Y eso significa más de 500.000 millones de dólares de desperdicio. Para mí, eso es una oportunidad de negocios”, aseguró, desafiante.
Su firma de moda es una de las preferidas de las “fashion victims”. Y entre la audiencia este miércoles en Glasgow se hallaban personalidades como el actor Leonardo di Caprio, conocido por su compromiso con la causa medioambiental. “Lo que digo es: traéme esa ropa desperdiciada y yo te demostraré aquí dentro”, dijo, señalando su exposición, “cómo puedo hacer una sudadera totalmente a partir de deshechos”.
Cuando empezó, causó sensación e incomodidad con un video de denuncia del tratamiento de animales en el mundo para la industria peletera. Este miércoles volvió a presentar extractos del video en el museo en Glasgow, enmudeciendo a la audiencia. “Veinticinco años después, las cosas no han cambiado mucho. Creo que hemos llegado a un momento en el que nos estamos convirtiendo en irrelevantes de forma muy rápida y en el que, la generación X, Y o Z dejará de comprar moda ‘sucia’”, finalizó.
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