“La Antártida para un navegante es como la Luna o Marte para un astronauta”, dice Pedro Jiménez, marinero, español y aventurero de 54 años. Pedro ama el mar y todo lo que esté relacionado con una expedición donde el agua sea protagonista. Por eso, desde hace unos años, combina esta pasión con un increíble servicio turístico que incluye ir en velero a la Antártida.
Sí, en velero, o como define él, goleta, un pequeño buque de vela de dos o más mástiles con una capacidad reducida de pasajeros “Siempre hago la cosas con alegría”, suelta desde Chile a Infobae, su actual domicilio. Es que Jiménez, desde hace unos años, vive viajando en busca de su próxima aventura.
Alegría Marineros -precisamente- es el nombre de su emprendimiento que nació del sueño hecho realidad de este emprendedor que dejó su vida España, su negocio, su casa y se lanzó al mundo a navegar. El frontman de esta expedición, que viene de dar -literal- una vuelta al mundo en los últimos 10 años, se presenta así en su página web: “Soy de origen humilde, dejé de estudiar muy pronto. He trabajado de domingo a domingo los últimos 25 años, emprendiendo y llevando varios negocios. Lo que me permite ahora cumplir mi sueño. Conozco bien Mediterráneo y Caribe, he cruzado 7 veces al Atlántico para descubrir costas brasileñas, argentinas, y la Antártida. Hice doble cruce del Pacífico llegando tanto a las Marquesas como Bora Bora y allá donde me lleve el viento”.
Hace dos años salió del puerto de Valencia de España y llegó a Brasil. De Brasil pasó a Uruguay y luego a la Argentina. De ahí se fue a la Isla de los Estados y luego a la Antártida. Luego volvió, dio la vuelta por Chile y allí se quedó. La llegada de la pandemia, fue la única forma de que bajara a tierra firme y detuviera su paso por un momento.
En estos últimos años, Pedro se hizo una pregunta: ¿por qué no convertirse él mismo en una herramienta para todos los navegantes y soñadores del mar que quisiesen ir a lugares remotos como el Cabo de Hornos, Islas la Polinesia o la mismísima Antártida? “Hay tantos lugares para conocer”, se emociona Pedro. “Muchas personas, si quisieran ir solos, en su barco, le costaría uno o dos años en la inversión del viaje y con ese barco”.
Ahora Pedro ya está preparando su próxima expedición. Hace siete meses, se fue a Estados Unidos a buscar una nave que cumpla con los requisitos para hacer este tipo viajes oceánico y a sitios remotos. “Ya encontré un velero de acero, de 88 pies. Lo compré y lo puse al día. Ahora estoy en Chile para hacerle una operación estética, es decir, los interiores y tapizados. Quiero que sea bonito para la gente”, explica.
El desafío próximo es hacer Cabo de Hornos, un viaje de 20 días. “Salgo el 10 de noviembre y llegó a Ushuaia el 1 de diciembre. Luego haremos unas salidas hacia el Canal de Beagle, visitando todo el brazo noroeste y suroeste, viendo los glaciares y ballenas. Eso lo voy hacer durante diciembre”, cuenta entusiasmado.
Viaje a la Antártida
Pero el gran viaje que propone como parte de este original servicio turístico será a comienzos de 2022. “El 10 de enero zarpamos a la Antártida que es como para mí la última frontera, el último continente”, anuncia este marinero con orgullo. Serán dos viajes: uno el 10 de enero y otro del 8 de febrero.
“El viaje son 21 días, cuatro navegando hasta la península Antártica y otros cinco días de vuelta. Estaremos como 11 días visitando distintos lugares de la Antártida, donde hacemos avistamiento de ballenas, bajamos a tierra y vemos pingüineras”, cuenta.
Pero como este es un viaje para aprender, Pedro lleva, como lo llama él, un líder de expedición. “Es un catedrático de la Universidad de Buenos Aires, un biólogo que nos va contando toda la fauna que hay por ahí. La gente sale muy informada de estos viajes. Yo doy también un curso de navegación, para que la gente que venga, vuelva sabiendo navegar”, sigue contando.
Leopoldo Soibelzon es quien acompaña a Jiménez en esta aventura. Argentino, de 52 años, es Licenciado en Biología, doctor en Ciencias Naturales e investigador Principal del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET).
Pedro se sincera: hay una serie de requisitos que tiene que tener el que quiera sumarse a este viaje. “Hay que ser aventurero, estar bien físicamente, tener buena salud, y ganas de disfrutar y descubrir partes del mundo que solamente se van a poder visitar una vez en la vida. No son viajes sencillos de hacer”, advierte este hombre que ya tiene pedidos de todo el mundo para todo tipo de viajes.
“Ahora estoy preparando una navegación en el mes de marzo para ir a las Malvinas por el 40 aniversario de la guerra. La gente me escribe a mi página y me propone cosas que quieren hacer. Grupos de ex combatientes que quieren venir, estoy abierto a cosas interesantes y a ir a los lugares más remotos del mundo”, suelta el español.
Jiménez es un convencido de que está cambiando de a poco la forma de ver la náutica en el planeta. “Todo el mundo piensa que la náutica es para ricos, que yo no lo soy; o para deportistas de alto rendimiento, que tampoco es el caso. Pues no. Quiero hacer del mundo náutico una cosa divertida que llegue a toda la gente y con travesías para todos los bolsillos”, dice.
Más de un curioso tendrá ganas de tener una vacaciones distintas. Pero probablemente se pregunte por la seguridad y comodidad de estas embarcaciones. “Estos veleros son una goleta en realidad, tienen unos 26 metros de eslora y capacidad para llevar 12 pasajeros. Dentro hay camarotes dobles. Tiene todas las comodidades. No es un velerito pequeño, es grande, tiene calefacción, aire acondicionado, potabilizadora, sistema de gasoil, cocina equipo de sonido en fin, tiene todas las comodidades y son seguros”, afirma.
Y agrega: “La vida es peligrosa, todo lo que hacemos tiene su cuota de peligro. Hoy en día un viaje a la Antártida tiene menos peligros que antes. Ahora, gracias a la tecnología que tenemos, a la meteorología y la construcción de los barcos, el peligro se ha reducido enormemente”.
Jiménez dice que la gente no se arrepiente de la experiencia y que vuelve trasformada. “La diferencia con un crucero de estos que van a la Antártida, que llevan 500 personas, es que vas y no ves nada”, asegura.
“Aquí vas pegado al agua y lo vivís como una aventura. En el crucero sos como un paquete, te bajan a tierra, te llevan a las tiendas a comprar y volvés sin ver nada”, agrega enseguida.
El marinero recalca que en su viaje en velero los pasajeros son parte de la tripulación, hacen guardias, aprenden el funcionamiento de la vela, entiende la meteorología. “En fin son parte de la navegación, del viaje, es como sentirse partícipe de la aventura”, dice.
Objetivo residuos cero
“Todo lo que va a la Antártida vuelve a la Antártida, hay protocolos ambientales que respetar”, anuncia Pedro. La Antártida es única y una de las regiones mejor conservadas del planeta. Por eso sus viajes están dentro de la IAATO, una organización de miembros fundada en 1991 para defender y promover la práctica de viajes seguros y ambientalmente responsables del sector privado a la Antártida.
“Expediciones Alegría Marineros realiza viajes y travesías y se alinea con el ideario de la organización comprometiéndose a cumplir y hacer cumplir todos los protocolos de conservación de la Antártida así como de su fauna”, cuenta.
“Todo el equipo nos sentimos muy orgullosos de llevar a cabo esta tarea así como la de ser embajadores antárticos y promover el respeto y cuidado del ecosistema más virgen del planeta”, agrega el marinero
“Viajo solo, pero nunca estoy solo en realidad”, dice Pedro antes de despedirse. Desde que largó todo, lo suyo ha sido este deseo de emprender la aventura. “Estos viajes que propongo son porque me gusta compartir las experiencias. Soy un emprendedor soñador, que invita a realizar sueños a quienes quieran vivirlos”, cierra.
Para aquellos interesados en ir a la Antártida en velero, más información en https://alegriamarineros.com/antartida/
Fotos: Gentileza Alegría Marineros
SEGUIR LEYENDO: