Las nuevas tecnologías imponen nuevos desafíos a los padres del siglo XXI, y uno de los más frecuentes es cómo poner límites a los chicos y adolescentes en el uso del teléfono móvil y en la exposición a pantallas. Por eso, los primeros interrogantes en la crianza digital son: ¿ A qué edad los niños deben tener su primer celular? ¿Cuántas horas por día deben pasar en internet y en redes sociales?
“Los chicos no deberían tener un teléfono móvil con conexión a internet antes de los 16 años”, es la sentencia contundente que promueve el reconocido psicólogo español Marc Masip, quien se especializa en el consumo digital de los jóvenes y es director dos clínicas terapéuticas (en Madrid y Barcelona) que buscan la rehabilitación de quienes sufren adicción a las tecnologías. Para el especialista, esa es la edad con la madurez mental necesaria para poder utilizar “una maquina de este calibre”.
A través del Programa Desconecta, que imparte en sus centros de salud y en conferencias que brinda por toda España, Masip apunta a una nueva “dieta digital”, que consiste en un manual para el buen uso de las tecnologías para los chicos y sus familias con el objetivo de superar la adicción al móvil.
“El peligro del abuso del teléfono móvil -los adolescentes lo consultan cada 7 minutos- no se detecta fácilmente, porque ‘todos lo hacen, no deja resaca y no produce daños físicos en un primer momento´, pero a largo plazo sí, en especial en el descenso del rendimiento escolar y laboral, cansancio, malestar y aumento de la irritabilidad”, señaló Masip en una entrevista a la agencia EFE.
El psicólogo español va más allá y compara la adicción al celular con la adicción a las drogas: “El teléfono móvil es la heroína del siglo XXI, es una droga en el sentido de la adicción”, insistió Masip en la última charla Ted que ofreció en Barcelona el año pasado. Afirmó que para decirlo se basa en tres conceptos que vinculan las dos adicciones: síndrome de abstinencia, sustitución de actividad y una actitud de “quiero y no puedo”.
El 4 de octubre, durante más de 6 horas, estuvieron caídos los servicios de Facebook, Whatsapp e Instagram en todo el mundo. Durante esas horas muchos miraban a cada rato su celular, pulsaban F5 de manera compulsiva y sentían la falta como una “desconexión” o aislamiento en el mundo laboral o personal. Para Masip eso es una muestra de lo que puede generar un apagón digital.
En casos más extremos, con una dependencia mucho mayor en el consumo del teléfono móvil, el psicólogo comparó la desintoxicación del uso de pantallas con el síndrome de abstinencia que genera el consumo de estupefacientes. La gran diferencia, obviamente, radica en que las drogas ilegales son dañinas en todas sus formas, y con una “dieta digital” es posible controlar la adicción a los dispositivos electrónicos.
El uso abusivo y adictivo de dispositivos móviles y pantallas genera “sustitución de actividad”, ahí es donde la adicción al móvil prima y posterga toda otra acción cotidiana - algo que según el especialista español - es similar al efecto que produce el consumo de drogas. Por ejemplo, si un chico debe hacer la tarea escolar pero, en cambio, usa ese tiempo para jugar en línea con sus amigos en la consola de videojuegos, reemplaza estudio por pantallas. Si un hombre o mujer antes de irse a dormir con su pareja navega por las redes sociales en su celular hasta quedarse dormido, reemplaza sexo o intimidad por el teléfono móvil.
El “quiero y no puedo”, es ese estado en el que el paciente, si bien toma conciencia de su problema o compulsión, no puede cambiar su conducta o disminuir el tiempo de aquello que le hace daño.
Ahora, frente a esta realidad de jóvenes y adultos, ¿cuál es el camino la desintoxicación digital? Primero, es necesario reconocer que el teléfono móvil es una herramienta fundamental hoy en el mundo personal y laboral, y permite una comunicación global como nunca antes en la historia.
Sin embargo, es importante controlar a los más chicos, Masip recomienda actuar desde la primera infancia, porque después es muy difícil poder contrarrestar una adicción severa. También es importante que los padres no usen los dispositivos móviles como moneda de cambio para premiar o castigar, para no darle un valor extra al teléfono celular.
Como en toda adicción, el tratamiento debe ser multidisciplinario, trabajar en el ámbito individual, social y familiar del adolescente, porque todos esas variables influyen en el bienestar y su relación con el mundo. Entre los pequeños hábitos cotidianos a incorporar, Masip recomienda: dormir con el móvil apagado, usarlo solo para comunicarse y no hacerlo más de dos horas al día, evitar mirar la pantalla cuando se está acompañado, y no usarlo como moneda de cambio para premiar o castigar a los niños.
Con información de EFE
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