Enfermeros en todo Estados Unidos están sufriendo agotamiento y renunciando, pero las solicitudes de matrícula están subiendo, impulsadas por jóvenes que ven la emergencia global como una oportunidad y un reto.
Entre ellos está Brianna Monte, de 19 años, que había considerado estudiar educación, pero optó por enfermería tras ver a enfermeras cuidar a su abuela de 84 años, que sufrió COVID-19 el año pasado y además padecía de cáncer.
“Ellas estaban poniéndose y quitándose los trajes protectores, corriendo como locas entre un paciente y otro, tratando de asegurarse de que todos sean asistidos”, explicó. “Tuve ese momento de claridad que me hizo querer entrar a la atención médica y sumarme a los trabajadores en la línea del frente”.
Nacionalmente, las matrículas en programas de licenciatura, maestría y doctorado en enfermería aumentaron 5,6% en el 2020 respecto al año previo, a poco más de 250.000 estudiantes, de acuerdo con la American Association of Colleges of Nursing.
Las cifras para el año escolar 2021-2022 no estarán disponibles hasta enero, pero los administradores dicen que han continuado viendo un aumento del interés.
La escuela de enfermería de la Universidad de Michigan reportó haber recibido 1.800 solicitudes para 150 puestos este otoño, comparado con unas 1.200 en el 2019.
Marie Nolan, vicedecana de la Facultad de Enfermería en la Universidad Johns Hopkins en Baltimore, manifestó que la escuela ha tenido su mayor número de solicitantes en la historia, muchos de ellos incluso antes de que hubiese una vacuna disponible, pese a sus temores de que el COVID-19 ahuyentara a candidatos.
Los estudiantes en esas otras escuelas han podido ganar una valuable experiencia de primera mano durante la pandemia, haciendo pruebas de coronavirus y rastreo de contactos y trabajando en clínicas de vacunación en las comunidades.
“Les hemos dicho a los estudiantes: ‘Esta es una oportunidad de carrera que no vas a volver a tener’, advirtió Nolan.
Emma Champlin, estudiante de primer año de enfermería en la Universidad Estatal de Fresno, cree que al igual que muchos de sus compañeros de clase, ella vio en la pandemia una oportunidad de adquirir habilidades y aplicarlas. Y dice que ella es joven, con un buen sistema inmunológico, “así que la idea de contraer el virus no me asustó”.
Las matrículas en programas de licenciatura, maestría y doctorado en enfermería en EE.UU. aumentaron 5,6% en el 2020 respecto al año previo
“Es hora de que nosotros demos el paso y lo demos todo y aprendamos cómo podemos ayudar, porque tiene que haber una nueva generación y tiene que ser la nuestra”, dijo la joven de 21 años.
El aumento de matrículas pudiera ayudar a aliviar la escasez de enfermeros que existía ya antes del COVID-19. Pero ha creado sus propios problemas: El incremento, combinado con la salida de enfermeras más experimentadas cuyo trabajo es ayudar a entrenar estudiantes, ha dejado a muchos programas de enfermería sin capacidad para expandir.
El alza ocurre incluso cuando miles de enfermeros han renunciado o se han retirado durante la pandemia, muchos de ellos exhaustos y desmoralizados por las presiones de cuidar a los agonizantes, la hostilidad de pacientes y familiares, y la frustración de saber que muchas muertes eran prevenibles con el uso de máscaras y vacunas.
Eric Kumor vio a muchos de sus colegas en una unidad de COVID-19 en Lansing, Michigan, transferirse o aceptar otros puestos la primavera pasada, cuando la tercera ola de infecciones comenzó. Él siguió sus pasos en julio.
“Fue como un éxodo masivo. Todo el mundo escogió su propia salud y bienestar en lugar de tener que lidiar con otra ola”, sostuvo.
Precisó que planea regresar al sector de salud algún día, pero por ahora está trabajando en un restaurante de barbacoa, donde lo peor que puede suceder es “quemar una costilla de carne”.
“No he acabado con la enfermería”, agregó.
Betty Jo Rocchio, principal funcionario de Mercy Health, que administra hospitales y clínicas en Missouri, Arkansas, Kansas y Oklahoma, sostuvo que su sistema tiene unos 8.500 enfermeros, pero está perdiendo 160 cada mes.
Las renuncias están cobrando un saldo también en la educación de enfermeros, que depende de instructores clínicos y preceptores, las enfermeras experimentadas que tutoran a los estudiantes en el trabajo.
Se espera que el número de instructores de enfermería se reduzca por 25% para el 2025 en todo el país a medida en que se retiran enfermeros o se van por agotamiento u otras razones, vaticinó Patricia Hurn, decana de enfermería en Michigan.
Mindy Schiebler, una enfermera cardiaca de Vancouver, Washington, dio clases a estudiantes de enfermería durante tres años, antes de renunciar en el 2016. Añadió que le gustaría seguir enseñando, pero que no es viable financieramente. Dice que conoce de profesores de enfermería que trabajan en múltiples empleos o usan sus fondos de retiro.
“¿Cómo puede uno subsidiar su propio empleo?”, preguntó. “Los enfermeros ganan el doble de lo que tú ganas en unos pocos años”.
Los administradores dicen que les gustaría ver más incentivos financieros tales como exenciones de impuestos para instructores y tutores. Rocchio afirmó que sería beneficioso también tener una licencia nacional en lugar de requerimientos estado por estado, dando a nuestros sistemas de salud más flexibilidad para entrenar y contratar.
Champlin, la estudiante de Fresno que ahora realiza estudios clínicos en un pabellón de COVID-19, afirma que el estrés, incluso en estudiantes, es a veces abrumador. Es física y mentalmente agotador lucir equipo protector cada vez que hay que entrar a la habitación de alguien y ver cómo le insertan un tubo por la garganta mientras la persona sigue conectada a un pulmón artificial.
“Ni siquiera sé cuándo va a parar ¿Es ésta la nueva norma? Pienso que el miedo ha pasado a este punto y ahora estamos simplemente exhaustos”. Y confesó: “Eso me hizo reconsiderar, en ocasiones, mi carrera”.
Hurn señaló que la pandemia ha llevado a un nuevo foco en su escuela en la salud mental de los estudiantes, llevando a la creación de programas como “Yoga en el césped”.
“Para la enfermería, tienes que desarrollar la capacidad de ser resistente, de adaptarse a condiciones de alta tensión”, detalló.
Monte, cuya abuela sobrevivió, piensa que la pandemia está amainando y espera tener una larga carrera, no importa los retos.
“Existe esta escasez de enfermeras ahora, lo que, egoístamente, es bueno para mí, porque no voy a tener problemas para encontrar trabajo, dondequiera que decida- concluyó- siento que no me voy a agotar, incluso si tenemos otra emergencia nacional. Pienso que seguiré dedicada a la enfermería”.
Con información de AP
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