La tradición oral ha permitido resumir historias en un microrelato minúsculo que cuenta los sucesos en menos de una línea, en el caso de Helen Fisher, serviría decir: “En casa de herrero, cuchillo de palo”. Es que, tras cinco décadas exclusivamente dedicada a desmembrar el tejido que el amor hila en el cerebro, a los 75 años aseguró: “Luego de atravesar angustias personales durante gran parte de mi vida por no encontrar esa chispa que tanto vi en otros, finalmente me topé con un romance duradero”.
Esta antropóloga y bióloga estadounidense, investigadora del comportamiento humano en la Universidad Rutgers, lleva las tres cuartas partes de su vida estudiando el amor romántico desde un punto de vista científico. Su charla TED es una de las más vistas por su categorización de tipos de amor y explicaciones concretas como el efecto de la química cerebral. Junto a la neurocientífica Lucy Brown creó un programa permanente de investigación que se llama La anatomía del amor. En sus estudios han puesto a más de 100 personas en un escáner cerebral para estudiar la influencia del amor, y más de 15 millones de personas han respondido su cuestionario de personalidad. Ha estudiado una tendencia mundial que ella llama “amor lento”, en la que las personas pasan más tiempo en las etapas iniciales del noviazgo antes de comprometerse con una relación. En la charla con Infobae sostuvo que “la pandemia puede estirar aún más este fenómeno, mejorando así la estabilidad de futuros matrimonios”.
- Es una pregunta obvia, pero no puedo omitirla. ¿Cómo define el amor?
- El amor romántico es un sistema cerebral básico. De las sensaciones más primitivas que experimentamos. Los seres humanos hemos desarrollado tres sistemas cerebrales distintos para el apareamiento y la reproducción: el impulso sexual, el amor romántico y los sentimientos de apego profundo. Aún hoy muchos siguen considerando a esas tres instancias fases de un mismo sentimiento. No es así. No son fases, son sistemas cerebrales y pueden operar en cualquier combinación y orden. Alguien a quien amas adquiere un significado especial, consigue centrar tu atención. El amor llena de energía. Cuando uno está enamorado puede charlar toda una noche sin necesitar dormir. También se experimentan cambios de humor y reacciones corporales reales: rodillas débiles y boca seca, mariposas en el estómago. Se produce cierta dependencia emocional y ansiedad ante las situaciones de separación. Aparece el pensamiento intrusivo, ese que hace que todo el tiempo el objeto del amor se presente. Las personas que investigué pensaban en su objeto de amor aproximadamente el 85% del tiempo.
-¿Cuál fue el momento que la llevó a analizar el amor bajo resonancias magnéticas?
-Estaba caminando por Greenwich Village. De repente pensé que podía poner a la gente en escáneres cerebrales y ver si era posible encontrar los circuitos cerebrales del amor romántico. La gente vive por amor. Mata por amor. Muere de amor. Tiene que estar en algún lugar del cerebro. Pero luego comencé a pensar en que los verdaderos problemas surgen cuando las personas son rechazadas por amor. Ahí es cuando sufren. Si voy a hacer alguna contribución a este planeta, será comprender el rechazo, no la felicidad y el amor. Entonces, comencé a evaluar personas rechazadas con una máquina de escáner cerebral. Eran un verdadero desastre. Hubo sollozos. Una niña no se había levantado de la cama durante tres días. Otras personas entraron luciendo muy sucias. Una persona incluso lloró tanto en el escáner que no pudimos usar los datos.
-Entiendo que descubrió que el tiempo mejora las cosas, ¿es así?
-Así es. Hay una región del cerebro donde hay muchos receptores de oxitocina, el neuroquímico básico de los sentimientos de apego. Descubrimos que cuanto más te alejas de ese momento original de rechazo, cada vez hay menos actividad en esa región del cerebro. Cuando estés en la ducha y empieces a pensar en un desamor, crea algún tipo de mantra que no tenga nada que ver con la ruptura y repítelo una y otra vez.
-La distancia que impuso la pandemia ¿mejoró o empeoró las relaciones?
-Si bien COVID-19 ha obstaculizado casi todos los aspectos de la vida diaria, contrariamente a la intuición, ha sido una bendición para los adultos solteros que buscan amor y compañía. La pandemia le ha dado a Cupido una ventaja. Durante este tiempo investigué en Estados Unidos cómo se las estaban arreglando unos 5000 solteros. La conclusión es que estamos en una etapa del renacimientos de las citas. Gracias a las limitaciones de encuentros físicos, las personas tuvieron conversaciones más extensas y significativas, abordaron temas más profundos y personales. Hubo menos necesidad de mostrarse físicamente. La mitad de los encuestados se había enamorado de alguien en videollamadas.
-¿Hay tendencias que permanecerán cuando el peligro del virus desaparezca?
-Una costumbre que creo que ha llegado para quedarse de manera definitiva es el dramático aumento de las videollamadas en el proceso de cortejo en línea, las aplicaciones de citas crecieron del 6% de usuarios antes de la pandemia al 19% desde entonces. Es práctico. Con el chat de video, no es necesario usar una máscara que oculte la mitad de la cara o estar a una distancia de dos metros. Y no se pierde mucho tiempo, dinero y sexo en el proceso de investigación. Si finalmente se organiza una reunión en persona, generalmente es más relajada. Ya sabes cómo son las casas de tus candidatos, cómo se visten, cómo se ríen. Ese acercamiento es parte del cortejo perdido.
-Ha dicho que el amor romántico es muy antiguo en la estructura cerebral
- Sí. Se produce en el área tegmental ventral (VTA). En esta región del cerebro aparece la dopamina, un mensajero químico en el cerebro que le da energía, concentración, motivación y antojo. El VTA se encuentra al lado del hipotálamo y la pituitaria, regiones cerebrales primarias que orquestan la sed y el hambre. La sed y el hambre te mantienen vivo hoy. El amor romántico te impulsa a enamorarte, formar una sociedad y enviar tu ADN al mañana. El amor romántico es un mecanismo de supervivencia.
-La fidelidad ¿también se puede ver en el escáner cerebral?
-Los seres humanos hemos desarrollado una estrategia reproductiva dual: un tremendo impulso para enamorarnos, formar una sociedad y criar a nuestros hijos como un equipo, y también, un impulso hacia fuera del acuerdo. He analizado el adulterio en 42 culturas y encontré, incluso en las sociedades donde se puede conseguir que decapiten al infiel, que para un hombre, agregar un amante puede significar duplicar la cantidad de ADN. Una mujer puede obtener muchos recursos adicionales, como carne y protección, o conseguir que un amante intervenga si su pareja es devorada por un león. No creo que los hombres sean, por naturaleza, más adúlteros que las mujeres.
-Se casó hace un año, ¿verdad?
Sí, con el periodista John Tierney.
-Pero la historia no ha sido lineal...
-¡Para nada! Primero decidió romper conmigo. Lloré por semanas. Al mes y medio me escribió una nota que decía: “me equivoqué. Fuiste lo mejor que me pasó “. Aún así no respondí de inmediato a su llamado. Cuando lo hice, utilicé mi experiencia y le pregunté si estaba dispuesto a activar sus circuitos cerebrales del amor romántico, que es lo que sucede cuando comienzas a dormir con alguien. Me respondió que sí.
-¿Y qué tal funciona?
-Muy bien. A los dos nos gusta pasar tiempo solos. Es agradable cuando puedes tener una relación en la que todos tienen algo de tiempo para sí mismos. Siempre había pensado que estar casado no era muy diferente de vivir con alguien, pero he aprendido que es más rico y profundo.
- Cuáles serían sus pautas para pisar sobre seguro en el camino del amor, ¿qué recomendaría?
-Sonríe. Es una forma segura de hacerte más atractiva para los demás. Cuando sonríes, aquellos que ven tu sonrisa, te la devuelven. Y mientras sonríen, utilizan los músculos faciales que desencadenan la liberación de neuroquímicos en su cerebro asociados con los sentimientos de placer y por lo tanto es probable que se sientan felices en tu compañía. Así que sonríe: es barato, fácil y un mecanismo primordial para hacer amigos y encontrar pareja.
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