En los aeropuertos, los parques temáticos, en las filas para sacar tickets y los locales de comida rápida los viajeros tomaron cierta conciencia de los cuidados contra el COVID-19, pero los fueron flexibilizando con el paso del tiempo. Por eso, resulta necesario volver a repasar los cambios que la pandemia nos obligó a incorporar, como por ejemplo, la forma de hacer fila, más aún cuando, en muchos de los países de destino de los viajeros, la variante Delta se encuentra en expansión.
Con estos cambios y los mandatos de máscaras renovados que se extienden por el mundo, ¿se comienza a reconsiderar la sabiduría sobre las líneas? En una era en la que el comercio y los países se han visto obligados a oscilar entre el cierre o la apertura, las empresas, los científicos sociales y los viajeros están lidiando con políticas nuevas (y algunos problemas antiguos) sobre cómo esperar con otras personas.
El profesor del MIT Dick Larson, quien se ha autoproclamado y posicionado como “Dr. Fils” sostiene que “a la hora de establecer distancias y circuitos es preciso considerar que la queja número uno de los que hacen cola no es la magnitud del retraso, es la injusticia, particularmente cuando la gente se interpone frente a usted”.
La industria del turismo ha crecido salteándose colas con un poco (o mucho) dinero extra. Ese gasto en exceso permite adelantarse en el embarque del avión en primera clase, obtener servicios de precheck para los boletos sin colas para la Torre Eiffel o el Vaticano. Para los críticos estas prácticas crean una experiencia desigual y escalonada; los que están a favor argumentan que, para algunos vacacionistas, el tiempo es dinero. Sin embargo, ahora se trata de otra cosa.
Fila estricta con distancia
Las largas filas pueden ser frustrantes y perjudiciales para viajar. Por eso algunas atracciones están aprovechando la tecnología para reducir los tiempos de espera. Para evitar cuellos de botella de visitantes, el Parque Nacional Yosemite de California y el Parque Nacional Rocky Mountain de Colorado implementaron recientemente sistemas de reserva en línea con franjas horarias asignadas.
Los parques temáticos también usan tecnología: Universal en Orlando tiene una aplicación que rastrea los tiempos de espera y permite a los clientes reservar lugares en la cola; las atracciones desde Dollywood en Pigeon Forge, Tennessee, hasta la montaña rusa Cedar Point de Ohio emplean pulseras escaneables sin colas. Las filas de las aerolíneas también se están volviendo digitales.
Los pasajeros de los vuelos de Southwest Airlines ahora pueden obtener su lugar en la fila 24 horas antes de despegar. En muchos aeropuertos, el embarque de turistas como vagones de ganado se mantiene a pesar del COVID-19, pero la tecnología permite que los madrugadores (y las personas con dinero extra o estatus de millas) obtengan un embarque prioritario. En enero de 2021, Delta agregó una función en su aplicación que notifica a los clientes cuándo abordar, un proceso similar a los buscapersonas de restaurantes que avisan a los comensales cuando sus mesas están listas.
Los aeropuertos de todo el mundo también están adoptando la tecnología para recortar líneas. En el Aeropuerto Internacional de Dubai en los Emiratos Árabes Unidos, los pasajeros pueden registrarse, completar formularios de inmigración y abordar aviones a través de tecnología biométrica de reconocimiento facial y de iris que verifica la identidad de los pasajeros. Lufthansa, Air Canada, Nippon Airways, Japan Airlines y TEVA Air ofrecen programas similares en aeropuertos seleccionados.
Esperar seguro
Para pasarlo mejor, el primer paso es tomar conciencia de la necesidad de cambiar hábitos para la propia protección y para el efecto mariposa que cada sujeto produce en su entorno. Es indispensable enfocarse en la percepción para resolver muchas de las situaciones que viven los ansiosos a la hora de esperar, y evitar situaciones de “efecto camaleón”, en las que una persona cambia pasiva e involuntariamente su comportamiento para coincidir con el de los demás en el entorno social actual.
Las personas pertenecientes a grupos de riesgo, con alguna afección o que toman medicamentos que debilitan el sistema inmunitario posiblemente no estén totalmente protegidas, incluso si tienen la vacuna completa. Deberían seguir tomando todas las medidas de precaución recomendadas para las personas no vacunadas, como usar una mascarilla que se ajuste bien a la cara y conservar un metro y medio a dos metros de distancia. Estimar que esa medida es como dos brazos extendidos va a ayudar a hacerlo personal.
La distancia no implica solo el alejamiento físico, sino también la cantidad de concurrencia, el espacio físico y la ventilación.
Elegir siempre la posibilidad de obtener tickets de manera virtual y, si lo permite, con horario pre pautado. Si existe la posibilidad, a contra hora de la concurrencia mayor.
Independientemente de las posibilidades de acceso, dentro del espacio en museos o atracciones, y aún cuando el aforo esté controlado, estar pendiente del alejamiento respecto de los otros concurrentes y del tiempo de permanencia puede ser una herramienta útil que está en manos de quien circula.
Elegir aquellas atracciones que implementan nuevas formas de cuidar a sus visitantes para reducir el contacto y concentración físicos también es un modo de alentar a que se propaguen esas costumbres.
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