Envejecimiento: cómo transformar la fragilidad en fortaleza

Cada vez se mide más el grado de funcionamiento del cuerpo, a partir de cuatro cosas: la fuerza que tiene el paciente, la velocidad, la resistencia y el equilibrio

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Envejecimiento: cómo transformar la fragilidad en fortaleza

Del mismo modo que uno se hace análisis de sangre para ver cómo está su azúcar, glucemia, su colesterol o se hace electrocardiograma para chequear cómo está su corazón y después repite para controlar cómo va, hoy se está haciendo cada vez más la medición de fuerza -en adultos mayores pero también en personas con sobrepeso o que tienen más de 40 años y son sedentarias- y se mide el grado de funcionamiento del cuerpo, a partir de cuatro cosas: la fuerza que tiene el paciente, la velocidad, la resistencia y el equilibrio.

Estos cuatro componentes marca el grado de fortaleza que tienen los músculos. Existe un fenómeno denominado sarcopenia que va pasando a medida que transcurren los años que es la pérdida de volumen y de fuerza que tienen los músculos. Cuándo aparece, la persona es más propensa a las enfermedades.

¿Cuál es la importancia de después de los cuarenta, cincuenta años, un kinesiólogo o deportólogo nos mida la fuerza? La fuerza muscular se mide con un instrumento que tienen estos profesionales de la salud y con este aparato la persona se tiene que sentar derecha, con el brazo en ángulo recto, aprieta, y ahí lo que aparece es la fuerza que se tiene. Por arriba del valor de 23 está bien y de 30 está muy bien.

¿Esto que nos dice? Que la fuerza se está manteniendo. Si la fuerza comienza a disminuir, el aparto nos está indicando que no hay más remedio que ponerse a hacer actividad física, ya que la fuerza del brazo es la que mejor representa a la fuerza de todo el cuerpo.

Cada vez más se está haciendo la medición de fuerza en adultos mayores pero también en personas con sobrepeso o que tienen más de 40 años y son sedentarias (Getty Images)
Cada vez más se está haciendo la medición de fuerza en adultos mayores pero también en personas con sobrepeso o que tienen más de 40 años y son sedentarias (Getty Images)

Al hablar de fuerza también nos referimos al aspecto moral. Cuando uno no tiene otro remedio y no conoce sus fuerzas, la forma en la que van a aparecer es cuando uno no tiene más remedio que usarlas.

Una forma de aprovechar este impulso es planificar la experiencia de comer, una reingeniería individual que deberá incluir un conocimiento personal de cómo nos comportamos frente a distintas situaciones. Esto es así porque nuestro flujo de energía (también conocido como motivación o fuerza de voluntad) puede variar en función del entorno, de nuestra situación particular en ese momento y del alimento o la bebida a la que estemos expuestos

¿Sucumbimos por falta de voluntad? ¡No! Controlar las porciones y la calidad de lo que comemos y bebemos es, para muchos, un enorme desafío, especialmente cuando enfocan la energía en la comida más que en el entorno en que comen. Esto, sumado a la automatización del acto de comer, hace que el objetivo de adelgazar o mantener los logros resulte complejo.

Sin embargo, a medida que uno comprende que nuestra alimentación es un eslabón más dentro de una cadena amplia, empieza a quedar claro que volverla más consciente es la clave para reconocer lo que es: una instancia donde también es necesario planificar y tomar decisiones saludables. Lo contrario hará olvidar un hecho fundamental que atenta contra cualquier propósito de cambio: comer es un evento social.

*El doctor Alberto Cormillot es un reconocido médico argentino especialista en obesidad, educador para la salud, escritor y conferencista. Fundó y dirige la Clínica de Nutrición y Salud que lleva su nombre, Dieta Club, la Fundación ALCO (Anónimos Luchadores Contra la Obesidad) y el Instituto Argentino de Nutrición, desde donde asesora a industrias para la elaboración de productos dietéticos y saludables.

Realización: Sam Cejas / Edición de video: Martín Tomás Rodríguez / Producción: Macarena Sánchez

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