Desde el inicio de la pandemia por COVID-19 se supo que los adultos mayores eran uno de los grupos de riesgo que más sufriría los efectos de la enfermedad. Son los que tienen más posibilidades de desarrollar un cuadro grave, y quienes engrosaron las cifras de fallecidos en casi todos los países del mundo.
Por eso fueron los primeros en comenzar a protegerse con las vacunas autorizadas de emergencia, luego del personal de salud.
A un año y medio del comienzo de la pandemia, la segunda ola en la Argentina encontró a la mayoría de ellos inmunizados al menos con una dosis de las vacunas disponibles en el país.
“No sé cuándo voy a recibir la segunda dosis, pero cuando recibí la primera, sentí que me sacaba un gran peso de encima. Empiezo a ver la luz al final del túnel”. El testimonio corresponde a una mujer de 68 años habitante de la Capital Federal, pero resume los sentimientos y sensaciones de una generación que durante un año no abandonó sus hogares, y cuando lo hicieron fue con extremos cuidados para evitar poner su salud en riesgo.
“Como antes, la vida no va a ser, el encierro me quitó vitalidad. Yo perdí personas y espacios. Pero, más allá de los obstáculos, ahora siento que empieza una etapa nueva. Después de un año congelados, volvemos a vivir y no es poco”, aseguró un hombre de 77 años que vive en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA).
Es que según un estudio de la Consultora Ethnos Strategy y de la Escuela de Medicina de la Universidad Nacional de Mar del Plata, la llegada de la vacuna generó un impacto positivo en las emociones y reafirmó el deseo de vivir de la población de más de 60 años.
“Emergen diferentes, con mucho tiempo para pensar y verse obligados a incorporar herramientas tecnológicas hizo que muchos adultos mayores estén saliendo nuevamente al mundo transformados y con algunos aprendizajes elaborado”, aseguraron desde la consultora que analizaron 500 casos de hombres y mujeres de entre 55 y 75 años del AMBA (65% de ellos vacunados con una dosis, 17% con ambas y 18% esperando turno).
A medida que la población de adultos mayores accede a la primera dosis de la vacuna, para un alto porcentaje (83% de los entrevistados que reciben la primera dosis de la vacuna), ese pinchazo después de tantos meses de encierro y temores, fue las veces de un punto de inflexión a partir del cual predomina la sensación de un nuevo comienzo, de la llegada de una nueva etapa, otra oportunidad.
Durante la primera semana de mayo 2021, la la consultora junto con la la cátedra “Salud del Adulto Mayor” a cargo del Profesor titular Diego Bernardini, perteneciente a la de la Escuela de Medicina de Mar del Plata, realizó una encuesta con conclusiones auspiciosas para el segmento de mayores de 50. “Hace un año los adultos mayores estaban en el centro de las conversaciones debido a su vulnerabilidad extrema versus otros grupos etarios -analizaron-. Se hablaba de cómo era necesario que no tuvieran contacto con nadie y con horror se veían casos de contagios masivos en geriátricos. Todos debíamos cuidarnos pero ellos representaban la fragilidad por antonomasia”.
De hecho gran parte de los cuidados a los que se invitaba a los sub 60 eran para proteger a los adultos mayores y quienes no estaban en ese rango etario tenían una sensación de falsa seguridad.
Hoy, del estudio se desprenden conclusiones que animan a estar más del lado de un humor social de optimismo que del pesimismo reinante para los mayores de 60 durante 2020. La posibilidad de vacunarse apareció como una revancha luego de un año de haber padecido vulnerabilidad y aislamiento. Este segmento lo siente como un reencuentro con la vida luego de un letargo. Las redes sociales inundadas de selfies que registran a adultos mayores en el momento de recibir la vacuna y los mensajes llenos de alegría que les siguen dan cuenta de un fenómeno: este grupo, una vez más, exhibe su resiliencia y elige sentir ilusión y volver a proyectar, algo que al resto de la población, sin tener claro cuando se vacunará y con menos experiencia de vida, le cuesta hacer.
“Uno de los grandes temores de esta etapa es el miedo a quedar en un lugar de dependencia y durante 2020 eso fue exactamente lo que le sucedió a los adultos mayores: la idea de que ser viejo es ser frágil y vulnerable fue legitimada”, observó Flora Proverbio, una de las socias fundadoras de Ethnos Strategy.
Camila Naveira, es la otra socia, y señaló que “este colectivo perdió la identidad y la individualidad, todos quedaron englobados en la marginalidad del aislamiento. Fue un año muy duro para ellos pero también de mucha resiliencia. Es en contraste con esta dimensión emocional de lo que significó para ellos la pandemia que la primera dosis es recibida con entusiasmo y les imprime una nueva sensación de empoderamiento para vivir en libertad los años que quedan”.
Algunos resultados del estudio
- Ante la posibilidad de vacunarse, un 42% afirmó sentir alegría e ilusión y querer hacer planes y reconectar con personas que aprecia. Y un 43% siente alivio y que todavía falta mucho pero ya pasó lo peor.
- Un 83% está muy de acuerdo/algo de acuerdo con la siguiente afirmación: “La posibilidad de vacunarme me devuelve la libertad y me permite reconectar con mi vitalidad”.
- Al preguntarles sobre qué actividades desean más recuperar a partir del avance de la vacunación, los resultados arrojaron que el 79% anhelaba las reuniones familiares, el 75% los encuentros con amigos, el 50% la actividad cultural, el 45% sus proyectos culturales, emprendimientos y hobbies, y el 40% extrañaba la actividad física.
Asimismo, un 87% dijo estar muy de acuerdo o algo de acuerdo con la idea de que “ante la posibilidad de vacunarme vivo la segunda ola de la pandemia con menos angustia que la anterior”, en tanto un 90% está muy de acuerdo/algo de acuerdo con la siguiente afirmación: “El año que pasamos aislados me hizo valorar más el hecho de estar vivo/a , ahora tengo más ganas de disfrutar la vida”.
Y mientras un 79% se sintió identificado con la afirmación “durante el 2020 a los adultos mayores nos hicieron sentir frágiles y vulnerables. Ese trato me atemorizó y angustió”, para un 82% de los encuestados la posibilidad de vacunarse les devolvió la libertad y permite reconectar con su vitalidad.
Finalmente, un 86% asumió que durante la pandemia mejoró su relación con la tecnología y gracias a eso se siente más integrado/a al mundo de hoy.
Riesgos y beneficios en la balanza
Los entrevistados declararon entender que las vacunas fueron aprobadas “a las apuradas” producto de lo dramático del contexto. Pero con el advenimiento de la segunda ola algunos que en principio no querían vacunarse ahora cambiaron de idea.
Un porcentaje de los entrevistados dijo conocer los posibles riesgos, pero sienten que “vale la pena”. El contraste entre pensarse vacunado, con la posibilidad de retomar una cierta normalidad versus el permanecer otro año aislado fue el razonamiento que terminó de convencer a muchos de quienes dudaron en un principio. “Claramente las ganas de vivir y estar conectado con la vida, son muy importantes”, analizaron desde la consultora.
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