Si bien el mundo sucumbió hace un año y medio ante el surgimiento del SARS-CoV-2, en pleno invierno, con predominio de temperaturas bajas, otros virus respiratorios hacen su entrada en escena. Y si bien el sistema de salud está abocado casi en exclusivo a la atención del COVID-19, conviene no descuidarse de los rinovirus, el virus influenza y el virus sincicial respiratorio.
“Los rinovirus, entre otros virus, son los causantes de los resfríos, con síntomas como moco, obstrucción, dolor de garganta, ojos vidriosos, lagrimeo e irritabilidad”, describió la médica otorrinolaringóloga Stella Maris Cuevas (MN 81701), quien amplió: “El virus influenza, con sus diferentes mutaciones y variantes, causa la gripe y se manifiesta con dolor de cuerpo de tipo muscular, dolor en las articulaciones, cefalea, cansancio, quebrantamiento, moco, fiebre de más de 38 °C y tos”.
En algunos casos, como en los pacientes con enfermedades oncológicas y autoinmunes, un cuadro de gripe puede complicarse con una sobreinfección bacteriana y dar origen a una neumonía.
Por su parte, el virus sincicial respiratorio es el responsable de los cuadros de bronquiolitis (también causada por los adenovirus, los virus influenza A y B y el virus parainfluenza). “Esta enfermedad compromete la vía aérea inferior, más específicamente a los bronquiolos -apuntó Cuevas-. Afecta en su mayoría a niños menores de dos años y a los lactantes, que presentan mucha mucosidad nasal, fiebre elevada y prolongada, tos con catarro o tos seca, respiración ruidosa (sibilancias), respiración rápida (taquipnea), hundimiento de las costillas, y dificultad para alimentarse y para dormir”.
Por su similitud con el asma, muchas veces resulta difícil diferenciar estos cuadros.
Según explicó la experta en olfato, alergista y expresidenta de la Asociación de Otorrinolaringología de la Ciudad de Buenos Aires (AOCBA), “existen factores de riesgo que aumentan la prevalencia de la enfermedad, como el ambiente, las características del huésped y el agente causal”.
Quienes tienen más probabilidades de padecer la enfermedad son los niños que viven en condiciones de hacinamiento, con contaminación ambiental (por ejemplo, por el humo del cigarrillo y la calefacción con braseros) y con escasa ventilación.
Por otra parte, “la bronquiolitis es más frecuente en niños que nacieron prematuros y los que no recibieron lactancia materna exclusiva durante el período recomendado (los primeros seis meses de vida)”.
A los fines de evitar estas enfermedades, Cuevas dio una serie de recomendaciones básicas para tener en cuenta:
- Cumplir con el calendario nacional de vacunas.
- Control periódico con el pediatra de cabecera.
- Lavado frecuente de manos.
- Cuidar la higiene personal.
- Mantener los ambientes libres de humo de cigarrillo.
- Limpiar las habitaciones con trapos húmedos, en especial los rincones, para evitar que se levante polvo.
- Limpiar objetos, picaportes, juguetes y teclados.
- Buen hábito al toser o estornudar (taparse la boca con el pliegue del brazo y el antebrazo).
“Son enfermedades de muy fácil contagio, de persona a persona, y duran entre cinco y siete días. El tratamiento es sintomático, con necesidad de reposo e hidratación”, apuntó la especialista.
La mayoría de los casos reciben tratamiento ambulatorio, y sólo se deben internar aquellos con dificultad respiratoria grave, dificultad para alimentarse, apneas, requerimiento de oxígeno y necesidad de asistencia respiratoria.
“Como siempre, lo importante es evitar la automedicación y realizar la consulta médica de manera oportuna”, enfatizó Cuevas.
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