Las precauciones que tomamos en esta nueva normalidad, indispensables en este contexto de pandemia, en especial la distancia de seguridad y el tapaboca-tapanariz (barbijo), tienen su repercusión en nuestra voz, que sufre alteraciones. Las cuerdas vocales se comienzan a resentir, pues se comienza a hablar de otra manera (más alto) y aparecen patologías como la disfonía (cambios en el timbre de la voz), la ronquera y hasta la pérdida parcial de la voz.
Este es un signo de alerta y debemos estar muy atentos, ya que el uso del barbijo será por un tiempo prolongado y sabemos que la voz es una herramienta fundamental para la comunicación.
La causa más común de alteraciones de la voz es un proceso inflamatorio de las cuerdas vocales, que se esfuerzan por aumentar el volumen de la voz ante los obstáculos que le imponen la tela del barbijo, la distancia física y el ruido del medioambiente (recordemos la importancia de la ventilación, que obliga a mantener las ventanas abiertas).
La suma de estos obstáculos tiene consecuencias negativas para la salud de la laringe. Además, se altera nuestra propia percepción de la voz, nos da la sensación de que se nos escucha menos y, para compensar, elevamos el tono. También puede aparecer picor de garganta o la necesidad de carraspear.
La voz es una herramienta indispensable para la comunicación, y el incremento de la tonalidad produce fatiga y aparece la inflamación. El esfuerzo de voz continuo puede ocasionar algún problema orgánico o de tipo funcional, como son las disfonías recurrentes.
El teletrabajo y las videollamadas también requieren el uso intenso de la voz, el tono elevado y un esfuerzo extra para que las voces no se encimen.
Los profesionales que tenemos actividad de manera presencial debemos, inevitablemente, elevar el volumen y forzar la voz mucho más que lo habitual. En el caso de los docentes, intentan mantener proyectada la voz durante períodos largos para poder ser escuchados y comprendidos. En estos casos, se deben buscar técnicas para evitar el abuso y mal uso de la voz.
Debemos recordar, también, que muchas de las personas hipoacúsicas leen los labios y la expresión facial. Ante esta situación, se debe incrementar el tono y el volumen de la voz, pues al no escuchar puede aumentar su problema de compresión y de aislamiento.
Consejos para cuidar nuestra voz en el contexto de la pandemia:
- Usar más el abdomen que el pecho para hablar: que la respiración sea diafragmática en lugar de pulmonar, para no agotar el aire.
- Tratar de no elevar el volumen de la voz, sino vocalizar y articular de manera adecuada. - Hablar de manera pausada, con tono e intensidad moderada. Esto permite descansar la voz y, además, que nuestro interlocutor nos entienda mejor.
- La hidratación es necesaria, ya que las cuerdas vocales deben estar lubricadas y es importante mantener la humedad de la mucosa: se recomienda beber sorbos de agua en forma periódica.
- En el caso de estar al aire libre o en ambientes grandes y ventilados (por ejemplo, las aulas), se recomienda el uso de micrófono para que los sonidos no sean enmascarados por ruidos ambientales.
Signos de fatiga vocal
Es importante tener en cuenta los signos de fatiga vocal, que deben llevar a la consulta médica inmediata:
- Habla con intensidad disminuida.
- Presencia de ronquera.
- Tensión de músculos cervicales (que causa contracturas).
- Temblor en la voz.
- Emisión de voz quebrada.
- Ante la presencia y aparición de estos signos, se recomienda:
- Evitar el consumo de cafeína y el uso de tabaco.
- Evitar gritar.
- Evitar la ingestión de alimentos irritantes, dado que la presencia de reflujo gastroesofágico podría empeorar la emisión de la voz.
Es importante tener en cuenta que, en los adultos mayores, hay una pérdida de tonicidad de las cuerdas vocales. Esto hace que hablen más bajo y aumenta el carraspeo. A su vez, la pérdida de la fuerza muscular hace que sea más difícil carraspear, y se produce una acumulación de moco. En este grupo etario es muy importante la hidratación, como ya se mencionó, y tener el hábito de cortar el alimento sólido en porciones bien pequeñas, para evitar el atragantamiento.
Ante la presencia de una alteración que dure más de 15 días, se solicita la consulta con el especialista.
De hecho, en estos meses de pandemia, se registró un aumento de la consulta. En ella, se debe realizar una anamnesis exhaustiva y revisar las cuerdas vocales realizando una rinofibrolaringoscopia, que permite visualizarlas y así arribar a un diagnóstico.
La voz puede ser también el blanco de los factores emocionales, como la ansiedad, el hastío y el malestar tan propios de esta época.
* Stella Maris Cuevas, médica otorrinolaringóloga (MN 81701). Experta en olfato, alergista. Expresidenta de la Asociación de Otorrinolaringología de la Ciudad de Buenos Aires (AOCBA)
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