El impacto del COVID-19 en las mujeres embarazadas no hacía incluir a este grupo entre los de mayor riesgo frente a la enfermedad durante la primera ola de la pandemia. Sin embargo, durante el segundo año del avance del SARS-CoV-2 en el mundo, ya sea durante el embarazo o el postparto, muchas de las mujeres que se infectan sufren cuadros graves de la enfermedad. Y un porcentaje muere.
En Brasil, más de 1.600 mujeres embarazadas o postparto han sucumbido a la enfermedad respiratoria desde el inicio de la pandemia, según el Observatorio Obstétrico Brasileño.
“Antes de que comenzara la pandemia, ya teníamos una tasa de muerte materna de 55,3 por cada 100.000 bebés nacidos vivos, lo que se considera extremadamente alto”, precisó Rossana Pulcineli Vieira Francisco, profesora del departamento de obstetricia y ginecología de la Universidad de São Paulo que dirige la investigación.
Y tras señalar que “no es posible decir con certeza que Brasil es el país donde más mueren las mujeres embarazadas y postparto por COVID, porque no hay muchos estudios poblacionales sobre muerte por COVID en estas mujeres”, Francisco agregó: “Ciertamente podemos decir que las cifras aquí son muy altas”.
En general, las muertes maternas en Brasil promediaron 10 por semana en el país durante 2020, según un análisis del observatorio. Este año ese número se cuadriplicó a más de 40, ya que la mortalidad en la población general se duplicó.
Lo cierto es que el número de muertos por COVID-19 en la nación más poblada de América Latina es el segundo más alto en términos absolutos después de los Estados Unidos, y el séptimo per cápita, según un análisis publicado por Financial Times.
En el caso de las mujeres embarazadas, los expertos culpan a la combinación de un sistema de salud tenso, una prestación de servicios inadecuada y desigual, la falta de experiencia en el tratamiento de tales pacientes y la circulación de una variante más contagiosa del virus.
La doctora Lílian Cristina Moreira es pediatra de Río de Janeiro y sostuvo que la investigación mostró que alrededor de la mitad de las mujeres embarazadas en ciertos estados brasileños que murieron por coronavirus no tenían acceso a una unidad de cuidados intensivos o intubación.
“De cada 100 mujeres embarazadas diagnosticadas con COVID, 12 mueren. Es muy alto. Mientras que en la población, la tasa de mortalidad es del 2,8%”, resaltó.
Los especialistas hicieron hincapié en que el embarazo inhibe el sistema inmunológico de la mujer, dejándola más vulnerable a enfermedades infecciosas, mientras que la presión sobre los órganos abdominales y el diafragma puede restringir la respiración. Junto con una mayor inflamación, el cuerpo está sometido a estrés.
Aunque se cree que la infección congénita por COVID-19 es poco común, las madres sin síntomas pueden transmitir el virus a los recién nacidos. Más de 600 niños en Brasil menores de un año perdieron la vida a causa de la enfermedad durante la pandemia, según datos del gobierno.
Varios expertos dijeron que no creían que la cepa Gamma -o P. 1- del SARS-CoV-2, que se originó en el Amazonas, fuera en sí misma más dañina para las mujeres embarazadas. Pero su mayor transmisibilidad, alrededor del doble que las variantes anteriores, provocó un aumento de infecciones en los últimos meses que a veces abruma a los hospitales.
El cierre efectivo de muchos servicios de salud regulares durante la pandemia también afectó la disponibilidad de clases prenatales y servicios de planificación familiar, agregó Moreira, quien señaló: “Creemos que las mujeres embarazadas eran más vulnerables debido al acceso al sistema de salud y al estatus socioeconómico. Las mujeres negras y las mujeres pobres murieron más”.
“Incluso cuando se dispone de las instalaciones y el equipo adecuados, el personal médico a menudo no está preparado para tratar con mujeres embarazadas gravemente enfermas’', dijo Marcelo Otsuka, médico y coordinador de la Sociedad Brasileña de Infectología.
Muchos profesionales de la salud citan como factor un fracaso de la política de salud pública del gobierno brasileño. Los críticos lo acusan de una actitud laxa, incluso negligente, ante la pandemia que contribuyó a su propagación.
Con el aumento de los temores sobre la variante delta , otra mutación altamente contagiosa, los expertos enfatizan la importancia de avanzar con la vacunación de la población (alrededor del 14% de la población brasileña de 212 millones está completamente inmunizada contra el virus).
El ministro de Salud de Brasil, Marcelo Queiroga, anunció la semana pasada la reanudación de la vacunación para las mujeres embarazadas y las nuevas madres sin comorbilidades. Cabe destacar que las inoculaciones en ese grupo habían sido restringidas a personas con afecciones subyacentes en mayo, luego de la muerte de una mujer embarazada de 35 años que recibió la inyección de AstraZeneca.
SEGUIR LEYENDO