Se sabe que algunas personas que padecen COVID-19 permanecen con secuelas de la enfermedad algunos meses después del alta epidemiológica. Es lo que los especialistas dieron en llamar COVID prolongado, long COVID o síndrome post COVID.
Y como casi todo desde el inicio de la pandemia, es el tiempo el único que puede dar respuestas a los interrogantes que plantea la enfermedad causada por el SARS-CoV-2.
Las secuelas reportadas en todo el mundo incluyen fatiga, latidos cardíacos acelerados, falta de aliento, dolor en las articulaciones, pensamiento confuso, pérdida persistente del sentido del olfato y daños en el corazón, los pulmones, los riñones y el cerebro.
Ahora, un reciente estudio publicado en la Red JAMA encontró que habían pasado 79 días desde el diagnóstico de coronavirus hasta que un grupo de personas recuperaron su frecuencia cardíaca normal en reposo.
Según vieron los investigadores, “una de cada seis personas que sufrieron COVID-19 enfrentará latidos cardíacos irregulares y niveles reducidos de energía durante al menos cuatro meses después de experimentar sus síntomas iniciales”.
La investigación se valió de dispositivos de seguimiento de la salud, como Apple Watches, FitBits y otros, para comprobar que, en algunos participantes, pasaron varios meses después de contraer el virus para volver a su frecuencia cardíaca normal en reposo.
Los dispositivos permitieron el seguimiento de los sujetos de prueba antes de la enfermedad, durante la enfermedad y durante la recuperación de 234 pacientes COVID-19 positivos y 641 participantes que dieron negativo.
El estudio señaló, además, que los problemas eran más desenfrenados en los participantes con síntomas iniciales graves de COVID-19, como tos y dificultad para respirar, que en las personas que habían cursado un caso leve del virus.
“Las personas con COVID-19 tardaron más en volver a su frecuencia cardíaca en reposo (RHR), sueño y actividad en comparación con los valores de referencia de individuos sintomáticos que fueron COVID-19 negativos -concluyó el estudio-. Esta diferencia fue más marcada para la RHR, ya que los individuos COVID-19 positivos inicialmente experimentaron una bradicardia transitoria seguida de una taquicardia relativa prolongada que no regresó al valor inicial, en promedio, hasta 79 días después del inicio de los síntomas. El recuento de pasos y la cantidad de sueño volvieron a los valores iniciales antes que la RHR a los 32 y 24 días, respectivamente”.
Consultado por Infobae, el médico cardiólogo Gabriel Lapman (MN 119.066) explicó que “lo que hace el virus es entrar en las células cardíacas, de allí los casos de miocarditis e hipertensión en personas que no eran hipertensas que se observan, y lo que provoca es una repercusión sistémica”.
“Las personas refieren síntomas de lo que se conoce como síndrome de taquicardia postural ortostática (POTS es su sigla en inglés), que también puede dar a veces sensación de mareo”, amplió el especialista del Sanatorio Modelo Caseros, quien refirió que este tipo de cuadros “se dan más en mujeres jóvenes y está directamente relacionado con la gravedad del cuadro”.
Para el médico cardiólogo Juan Pablo Costabel (MN 119.403) “son varias las explicaciones que pueden darse a esto que ocurre y que los pacientes manifiestan; una puede ser el impacto del virus en el corazón, pero dado que en general las tasas de miocarditis son menores del 1% podría pensarse que tiene más que ver con el estado inflamatorio que se genera en el cuerpo y que persiste más allá de que el virus no esté”.
“Vemos que los parámetros inflamatorios persisten en el tiempo y la frecuencia cardíaca elevada puede ser una expresión de todo esto, de que el organismo tiene una situación no resuelta”, evaluó el jefe de la Unidad Coronaria e Internación del ICBA Instituto Cardiovascular.
Acerca de cuál sería el seguimiento que los pacientes dados de alta por COVID-19 deben hacer de su salud para detectar este tipo de secuelas, Lapman recomendó realizarse “un chequeo cardiológico, ecocardiograma para descartar miocarditis, un holter de arritmias y expectancia”. “En casos muy sintomáticos se puede sumar medicamento, pero generalmente no requiere tratamiento farmacológico porque lo que se sabe es que son cuadros que mejoran con el tiempo”.
Y tras destacar que “siempre suma en la recuperación adoptar hábitos de vida saludable, reducir el estrés, hacer yoga, retomar el ejercicio de a poco, estar en contacto con la naturaleza, limitar consumo de alcohol y tabaco”, entre los más conocidos que conviene adoptar, el especialista concluyó: “Son complicaciones sistémicas que no tienen gravedad a largo plazo; es algo que va a ceder con el tiempo”.
En la misma línea, Costabel instó a “no asustarse y hacerse un chequeo más o menos complejo, según determine cada especialista en función de cada cuadro”. “El estándar es que el paciente recupere la normalidad en el tiempo”, aseguró.
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