Desde el comienzo de la pandemia de COVID-19, los investigadores han estado trabajando para comprender y caracterizar mejor los diversos síntomas de la enfermedad.
Uno de los síntomas más preocupantes es el desarrollo de grandes coágulos de sangre que pueden causar obstrucciones en las arterias que provocan el derrame cerebral.
Un equipo de profesionales del Laboratorio de Corazón y Cerebro de la Facultad de Medicina y Odontología Schulich de la Universidad Occidental de Ontario, ha estado investigando la relación entre el COVID-19 y el derrame cerebral para comprender mejor la enfermedad, el riesgo en estos pacientes y como un modo de desarrollar protocolos de ayuda en la planificación del tratamiento.
En un nuevo estudio publicado en línea en Neurology, la revista médica de la Academia Estadounidense de Neurología, el equipo de investigación informó que aproximadamente dos de cada 100 pacientes ingresados en el hospital con COVID-19 sufrirán un derrame cerebral y el 35% de ellos morirá como resultado de ambas afecciones. Los investigadores informaron que en los pacientes más jóvenes, casi el 50% no tenía otros síntomas visibles del virus en el momento del inicio del accidente cerebrovascular.
También encontraron que la interacción de la edad avanzada, otras afecciones crónicas y la gravedad de los síntomas respiratorios del COVID-19 estaban asociadas con uno de los hallazgos más reveladores de este estudio: para los pacientes menores de 50 años, muchos estaban totalmente asintomáticos cuando tuvieron un accidente cerebrovascular relacionado con COVID-19. Lorenso Sposato, profesor asociado y la Cátedra Kathleen & Dr. Henry Barnett en Investigación de Accidentes Cerebrovasculares de la Facultad de Medicina y Odontología Schulich de Western y participante del informe asegura que “comprender la interacción entre el COVID-19 y el accidente cerebrovascular es importante para la planificación del tratamiento, especialmente en áreas donde COVID-19 circula activamente en la comunidad. El mensaje para llevar a casa aquí para los proveedores de atención médica es que si está viendo a un paciente con un accidente cerebrovascular, particularmente en aquellos menores de 50 años con coágulos grandes, se debe pensar en COVID-19 como una causa potencial incluso en ausencia de síntomas respiratorios”.
El equipo de investigación completó una revisión sistémica de casos publicados de COVID-19 y accidente cerebrovascular y combinó esos datos con otros 35 casos no publicados de Canadá, Estados Unidos e Irán. En total, el equipo examinó 160 casos, considerando tanto las características clínicas como la mortalidad hospitalaria. “El COVID-19 ha cambiado el panorama del accidente cerebrovascular en todo el mundo. Como neurólogos de accidentes cerebrovasculares, necesitamos una nueva mentalidad para poder diagnosticar y tratar rápidamente a los pacientes con accidentes cerebrovasculares relacionados con COVID-19″, declaró Sebastian Fridman, profesor asistente, Ciencias Neurológicas Clínicas en Schulich Medicine & Dentistry y primer autor del estudio.
En la investigación se incluyeron 160 pacientes con COVID-19 y accidente cerebrovascular, de ellos un total de 29 eran menores de 50 años. La mediana de edad fue de 65 años y el 43% eran mujeres. Una alta proporción de pacientes ingresados con COVID-19 experimentan un accidente cerebrovascular antes o durante la estancia hospitalaria: 1,8% para todos los tipos de accidente cerebrovascular y 1,6% para los accidentes cerebrovasculares isquémicos.
Esto es más alto que los datos históricos para otras enfermedades infecciosas: 0,75% en SARS-COV-1 y 0,2% en influenza. Para los investigadores, “esta cifra puede ser una subestimación dado que muchos pacientes mueren sin un diagnóstico confirmado y que algunas personas no acudieron al servicio de urgencias cuando experimentaron síntomas leves durante los primeros meses de la pandemia”.
Los pacientes jóvenes también están en peligro, el 45% no tiene absolutamente ningún factor de riesgo y en el 50% de los casos el accidente cerebrovascular es el primer síntoma del COVID-19. Esto significa que en el 50% de los pacientes jóvenes con COVID-19 y accidente cerebrovascular, no había ningún síntoma típico de COVID-19 antes del inicio del accidente cerebrovascular.
Según datos del documento, la mortalidad es alta: entre 35% y 45%, mayor que el 15 a 30% reportado para pacientes con ictus sin COVID-19 ingresados en unidades de cuidados intensivos.
Los especialistas lograron identificar un fenotipo o grupo de alto riesgo de muerte para todos los tipos de accidente cerebrovascular considerados en conjunto. En este grupo: el 100% tenía al menos una comorbilidad significativa, el 97% expresó síntomas graves de COVID-19, la mortalidad hospitalaria fue del 59% y el 10% eran menores de 50 años.
Los analistas detectaron estos datos eso aplicando el aprendizaje no supervisado, lo que les permitió evitar cualquier sesgo de conocimiento previo. La proporción de pacientes con accidente cerebrovascular isquémico con grandes coágulos en las arterias cerebrales fue mayor que la informada anteriormente para los pacientes con accidente cerebrovascular sin COVID-19. La proporción con un coágulo de vaso grande fue del 47% en comparación con el 29% informado en estudios anteriores de pacientes con accidente cerebrovascular sin COVID-19.
La frecuencia de embolia pulmonar y trombosis venosa profunda en esta población fue 14 veces mayor que la informada anteriormente para pacientes con accidente cerebrovascular sin COVID-19 en Canadá, sitio en que se produjo el documento.
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