El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) define a las ciudades inteligentes como aquellas que “utilizan conectividad, sensores distribuidos en el entorno y sistemas de gestión inteligente computarizados para resolver problemas inmediatos, organizar escenarios urbanos complejos y generar respuestas innovadoras para satisfacer las necesidades de sus ciudadanos basándose en tecnologías para integrar y analizar una inmensa cantidad de datos generados y capturados de diferentes fuentes”.
En este sentido, la situación en América Latina aún refleja grandes márgenes para crecer en materia de ciudades inteligentes. Sólo Medellín, Buenos Aires y Ciudad de México estuvieron entre las ciudades latinoamericanas más destacadas en el Smart City Index 2020 que realizó el Instituto para el Desarrollo de la Gestión (IMD, por sus siglas en inglés), en conjunto con su Centro Mundial de Competitividad, el Observatorio de Ciudades Inteligentes y la Universidad de Tecnología y Diseño de Singapur (SUTD). Aún más adelante en el ranking –en el que se analizaron 109 importantes urbes globales- aparecen Santiago de Chile y Bogotá.
El déficit en la región alcanza un amplio espectro de dimensiones. El Banco Mundial señala que el 80% de la población latinoamericana vive hoy en ciudades en comparación con el 50% de la población en 1960. En ese período, las ciudades latinoamericanas han experimentado serias dificultades para absorber grandes concentraciones de personas de áreas rurales, con un aumento exponencial de personas que viven en barrios marginales.
De acuerdo con la CEPAL, la tasa regional de pobreza alcanzó el 28% (pre COVID-19). Con una de cada cuatro personas viviendo por debajo del umbral de la pobreza, la oportunidad de crear ciudades inteligentes es un desafío complejo.
Penetración tecnológica
Según estimaciones de la GSMA, la industria móvil en América Latina ha hecho frente al desafío de sostener la actividad social y económica de la región durante la pandemia, a pesar de un crecimiento sin precedentes del tráfico de datos. En promedio, los operadores informaron un aumento del 25% en el tráfico de datos móviles durante el aislamiento.
Para finales de 2020, casi 360 millones de personas de la región, que representan el 57% de la población, se conectaron a la Internet móvil. Sin embargo, con casi 300 millones de personas en la región que aún no pueden conectarse a la Internet móvil, la pandemia visibiliza la necesidad de acelerar los esfuerzos para cerrar la brecha digital.
El mercado móvil de la región –sin embargo- alcanzará varios hitos importantes en los próximos cinco años: 15 millones de conexiones móviles 5G en 2022, 500 millones de conexiones de smartphones para 2023 y más de 400 millones de suscriptores a Internet móvil para 2025. La llegada de 5G abrirá posibilidades al ecosistema de IoT, lo cual brindará soluciones para movilidad, infraestructura, sensores y accesos que impulsarán aún más el desarrollo de ciudades inteligentes.
La reconfiguración de la inteligencia urbana
Hasta la llegada del COVID-19 ningún otro hito histórico, guerra o peste había puesto tan en cuestión el concepto de “gran metrópolis”. Esta forma de configuración territorial está en el centro del debate como nunca antes. El virus vino a cuestionar gran parte de los supuestos sobre los cuales se basa la idea de urbe: densidad poblacional, movilidad, trabajo, espacio público, comercio, infraestructura. En muchos casos, la crisis sanitaria aceleró tendencias como el teletrabajo, la búsqueda de opciones de movilidad alternativas, conciencia sustentable o la recuperación del espacio común y recreativo.
Lo que se observa son paradigmas emergentes que van a redefinir las políticas públicas de la próxima década. “Desde la idea de la ciudades de los ’15 minutos’ hasta la vuelta al campo con las ‘Zoom Towns’, pasando por las supermanzanas o el impacto de los vehículos autónomos. Cada uno de estos vectores tiene un impacto estructural en megacategorías tan disímiles como pueden ser el retailing, la educación, el mantenimiento del hogar o la movilidad. Vistos desde una perspectiva micro, nos permiten anticipar el nacimiento de nuevos comportamientos, valores y recorridos que impactan en el consumo. Las transformaciones en las ciudades funcionan como un excelente proxy para los cambios de la sociedad y como marco para inspirar el crecimiento de las marcas modernas”, señala Ernest Riba Chief Strategy Officer Latam de Wunderman Thompson, en un informe sobre ciudades inteligentes.
Desde múltiples dimensiones, la “inteligencia” de una ciudad está en plena reconfiguración.
El concepto de smart city se transforma en una smart life, enfocado en los cambios que las personas han vivido en los aislamientos y la adaptación de sus estilos de vida cotidianos. “La revalorización del espacio propio, las economías de cercanía, la movilidad útil o necesaria y la conexión con una vida más saludable o que revaloriza a la naturaleza han cambiado los paradigmas de vida en un abrir y cerrar de ojos”, comenta Glenda Kok, Chief Technology Business Latam de la agencia.
En este contexto, la conectividad es lo que ha permitido que las actividades productivas, de conexión social o de comercio puedan continuar. La búsqueda de una movilidad sostenible va en sintonía con todos estos cambios. La posibilidad de “reset” en la manera de producir, circular y hacer uso de los recursos emergió como una nueva posibilidad y un nuevo comienzo como consecuencia de la pandemia.
Así, Wunderman Thompson presenta en su informe tres ejes para pensar las smart cities pospandemia :
-Tecnológica, racional y con inteligencia emocional: así será la ciudad de futuro
-Ciudades inteligentes: entre la oportunidad de negocios y el debate sobre los datos
-Nuevas maneras de habitar el espacio público, nuevos desafíos para las marcas
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