“El panorama de la resistencia antimicrobiana es sombrío”, advierten los especialistas.
Es que a la creciente automedicación y abuso de los antibióticos por parte de la población que ya se registraba previo a la pandemia, se sumó la administración de estos fármacos a pacientes con COVID-19, lo que llevó al crecimiento de las tasas de bacterias resistentes a los medicamentos disponibles.
Así lo había alertado la semana pasada a nivel local la Sociedad Argentina de Infectología (Sadi) sobre la base de un reporte del ANLIS/Instituto Malbrán.
Se detectó “un alto nivel de alarma” de las poblaciones de un grupo de bacterias, llamadas “enterobacteriales productores de carbapenemasas tipo KPC+NDM”, que antes no se había registrado en el país. Esas bacterias tienen un mecanismo que les confiere resistencia a los antibióticos y pueden poner en riesgo la vida de las personas que las adquieren.
El aumento de la presencia de las superbacterias fue detectado en Ciudad de Buenos Aires, provincia de Buenos Aires y Neuquén. De acuerdo a la Sadi, “preocupan sobremanera ya que, fenotípicamente, tienen la particularidad de no evidenciarse mediante las pruebas de laboratorio habituales, comportándose como bacterias sensibles a algunos antibióticos, cuando en realidad no lo son”, señaló el comunicado.
Ahora, investigadores de la Universidad de Tel Aviv desarrollaron un proceso mediante el cual los virus “buenos” pueden atacar los sistemas de las bacterias “malas”, según un comunicado de la universidad.
El método descubierto podría, a su vez, destruir y afectar la capacidad de reproducción de las bacterias al bloquear el mecanismo de replicación del ADN de la bacteria sin dañar el suyo propio, distinguiendo los virus buenos de las bacterias malas, lo que podría propiciar una mayor comprensión de los mecanismos bacterianos para evadir bacteriófagos, y el uso de bacteriófagos para combatir las bacterias.
La resistencia de las bacterias a los antibióticos es un desafío al que se enfrentan muchos científicos en la actualidad. Los investigadores de la Universidad de Tel Aviv afirman que una posible solución para este problema radica en una mayor investigación del proceso descubierto, y lo más importante es comprender los “mecanismos de los bacteriófagos para apoderarse de las bacterias como base para el desarrollo de nuevas herramientas para combatir los patógenos bacterianos”, informó la casa de estudios.
Teniendo esta noción en mente, los investigadores revelaron dicho mecanismo y encontraron que la proteína bacteriófago funciona a partir de una proteína de reparación del ADN en las bacterias para “cortar el ADN de la bacteria a medida que se repara”, agregaron los investigadores, que publicaron sus hallazgos en la revista científica Proceeding of the National Academy of Sciences (PNAS).
“El bacteriófago aprovecha la necesidad de reparación del ADN bacteriano, mientras que el bacteriófago en sí no necesita este tipo específico de reparación”, dijo el profesor Udi Qimron, uno de los autores principales del estudio. “De esta forma el bacteriófago destruye la bacteria sin sufrir ningún daño”, publicó The Jerusalem Post.
“La capacidad de distinguir entre uno mismo y los demás es de enorme importancia en la naturaleza y en diversas aplicaciones biológicas -añadió Qimron-. Así, por ejemplo, todos los mecanismos antibióticos identifican y neutralizan bacterias únicamente, con un efecto mínimo en las células humanas. Otro ejemplo es nuestro sistema inmunológico, que está orientado hacia el daño máximo a factores extraños, con una mínima autolesión”.
Los investigadores desarrollaron un proceso de búsqueda de tipos de variantes bacterianas no impactadas por este mecanismo, siendo las que desarrollaron inmunidad al mismo, lo que les llevó al descubrimiento del mecanismo bacteriano específico afectado por la absorción de bacteriófagos.
“Descubrimos que las variantes bacterianas ‘inmunes’ simplemente dejaron de reparar su ADN en formas que son vulnerables al ataque de bacteriófagos, evadiendo así el mecanismo destructivo del bacteriófago. Al arrojar más luz sobre las formas en que los bacteriófagos atacan a las bacterias, nuestros hallazgos pueden servir como una herramienta en la batalla interminable contra las bacterias resistentes a los antibióticos “, concluyó Qimron.
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