A medida que los países van desplegando sus campañas de inoculación para protegerse del COVID-19, se estudia si las vacunas también consiguen que los las personas que ya recibieron el fármaco dejen de infectarse y de contagiar el SARS-CoV-2. Las vacunas que impidan la transmisión ayudarán a tener controlada la pandemia, si se administraran a suficiente cantidad de personas.
Los análisis preliminares sugieren que algunas vacunas probablemente consigan detener la transmisión del virus. Pero no es fácil confirmar este efecto ni su contundencia, porque una caída de las infecciones en una región dada podría explicarse por otros factores, como los confinamientos y los cambios en las costumbres. Además, como los portadores asintomáticos también propagan el virus, se complica mucho la detección de dichas infecciones.
Phanter es el programa de investigación realizado en la Universidad de Nottingham, que tiene como objetivo profundizar la comprensión de la susceptibilidad, inmunidad y transmisión de Sars-CoV2 en poblaciones de riesgo.
Cuenta con el apoyo de unos 600 voluntarios de ambos hospitales de su localidad que han estado participando en extracciones de sangre semanales desde el pico de la pandemia y que tienen en el centro del estudio un recurso único de rica información biológica y genética proporcionada por la cohorte de trabajadores sanitarios voluntarios de primera línea. Su directora, Ana Valdes, tiene una maestría y doctorado de la Universidad de California y está especializada en epidemiología genética. Es profesora de epidemiología molecular y genética en la Facultad de Medicina de la Universidad de Nottingham.
Junto con el profesor Ben Olliverer, estableció una cohorte de trabajadores de la salud durante la pandemia de COVID-19, que actualmente está siguiendo las respuestas de anticuerpos de los trabajadores de la salud a la vacunación.
“Nuestras muestras se almacenan en el Nottingham Tissue Bank, bajo una licencia de investigación, que es un banco de tejidos regulado por la Autoridad de Tejidos Humanos. Queríamos comprender el riesgo para los trabajadores de la salud, las posibilidades de transmisión del virus a sus familias y cuánto tiempo dura la inmunidad”, explica Valdes en un mano a mano con Infobae.
— La implicancia del personal de salud ha sido clave. ¿Cuántos profesionales se han sumado?
— Este estudio ha sido iniciado gracias a la buena voluntad y el arduo trabajo de científicos, médicos y asistentes de investigación de la Facultad de Medicina y la Universidad de Nottingham. Ha involucrado el procesamiento, registro y envío de decenas de miles de muestras de suero de 633 médicos, enfermeras y otro personal del NHS del Queens Medical Center y del Hospital de la Ciudad. Ellos nos dieron muestras de sangre semanales o quincenales entre fines de abril y mediados de julio de 2020 y en otoño, con más muestras después de la primera y segunda dosis del vacuna”.
—¿Qué intentaron localizar en las muestras de anticuerpos?
— Los anticuerpos son proteínas producidas por el sistema inmunológico en respuesta a las infecciones. A menudo ayudan en la “lucha” del cuerpo contra las infecciones y, en muchos casos, evitan que se produzca una reinfección. La prueba de anticuerpos Phanter muestra si las personas han contraído COVID-19 o no. Al medir qué trabajadores de la salud desarrollan anticuerpos y cuántos han desarrollado anticuerpos “neutralizantes”, los que protegen eficazmente contra el virus, podemos comprender mejor la transmisión del virus dentro de los hospitales y los niveles de inmunidad presentes entre médicos y enfermeras.
—¿Qué significa el nivel de título?
—El título es la concentración de anticuerpos en sangre. El rango de títulos en nuestras muestras de seguimiento fue de 2,65 a 0,08. Los títulos entre 0,08 y 0,28 son resultados negativos. Los títulos entre 0,29 y 2,65 son resultados positivos. El coronavirus que causa COVID-19 provoca el desarrollo de diferentes tipos de anticuerpos: IgG, IgM e IgA contra dos proteínas (de pico y de nucleocápside) en la superficie. Cada persona produce un tipo diferente de anticuerpo, por lo que los hemos probado todos. Las pruebas de venta libre o ONS evalúan la IgI de la proteína de pico, el anticuerpo más común producido. Para cada una de las muestras de sangre que hemos analizado, hemos medido la presencia de anticuerpos IgG, IgM e IgA tanto para la nucleocápsida como para la proteína de pico, y en base a estos resultados se determinó que su muestra era positiva o negativa. El nivel de título muestra la producción de IgG para aumentar la proteína.
— ¿Qué datos considera que son reveladores en sus resultados?
— Encontramos fuertes diferencias en términos de etnia. Aquellos que reportaron origen afrocaribeño, negro mixto o africano negro tenían más del doble de probabilidades de tener anticuerpos, incluso después de ajustar por tipo de función hospitalaria, edad, sexo, etcétera. El 18% de los trabajadores de la salud tenían anticuerpos al menos de un punto durante la primera ola, y habían aumentado el 22% en el otoño. El 39% de los que tenían síntomas compatibles con COVID-19 tenían anticuerpos. El 85% del personal de salud con anticuerpos, desarrolló neutralizantes, que hacen que el virus deje de ser infeccioso o patógeno. Además, los trabajadores sanitarios de la Unidad de Terapia Intensiva (UIT) tenían un 55% menos de probabilidades de tener anticuerpos que otras funciones hospitalarias.
— ¿Qué tal la transmisión en casa?
— Fue muy valioso contar con los compañeros de casa y los miembros de la familia de 132 de los trabajadores de salud inscritos en el estudio que también proporcionaron muestras de sangre. Resultó ser que el 2% desarrolló anticuerpos a finales de agosto o principios de septiembre. De las personas que vivían con un trabajador de la salud que tenía anticuerpos contra el virus que causa COVID-19 durante la primera ola, el 2,5% también tenía anticuerpos. El 16% que vivía con un trabajador de la salud que había sido infectado con el virus tenía anticuerpos.
— ¿Esto sugiere un riesgo casi siete veces mayor de contraer el virus si vivían con alguien infectado?
— Sabemos que en mayo la seropositividad (una prueba positiva) en la población general era de alrededor del 5% y que los anticuerpos son menos detectables después de varias semanas (aunque eso no significa que no haya memoria inmunológica, simplemente concentraciones de anticuerpos más bajas). Si asumimos que entre la primera ola y principios de septiembre la proporción en la población con anti-SARS-CoV detectable pasó del 5% al 2,5%, eso significa que, aunque solo el 16% de los cohabitantes que dieron positivo a principios de septiembre, esto puede haber sido hasta el 32% en mayo/ junio de 2020. Eso implicaría que el 68% de las personas que viven con un trabajador de la salud que tenía el virus no desarrollaron anticuerpos contra el SARS-CoV-2, muy probablemente porque no contrajeron el virus.
— Durante este año iniciaron los análisis con la introducción de las vacunas.
— Así es. Esta investigación, que comenzó a analizar el riesgo de transmisión, ahora informa sobre la efectividad de la vacuna y la protección contra nuevas variantes de virus después de la vacuna. Comenzamos a analizar los anticuerpos después de la primera y segunda dosis de la vacuna y descubrimos que los trabajadores de la salud que habían sido infectados con el SARS-CoV-2 tenían niveles de anticuerpos mucho más altos contra la proteína de pico (la proteína del virus utilizada en la vacuna) que aquellos que no había tenido una infección. No solo eso, desarrollaron más del tipo de anticuerpos que son efectivos para combatir la infección (anticuerpos neutralizantes). Actualmente estamos probando los niveles de anticuerpos neutralizantes contra la variante sudafricana para ver qué tan efectiva es la segunda dosis de la vacuna para aumentar los niveles de estas moléculas que luchan contra los virus.
—¿Qué implicancias tiene para la población en general?
— No se trata solo de trabajadores de la salud. A través de la donación de sangre, conocemos una cohorte de personas que han estado expuestas al SARS-CoV2 y no se han enfermado. Estos resultados son esenciales para explicar cómo y por qué algunos grupos desarrollan enfermedades y otros no.
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