Resultado fetal y perinatal después de la infección por COVID-19 en el primer y segundo trimestre: evidencia de un estudio de cohorte prospectivo. Bajo ese título, un estudio realizado por investigadores israelíes dio cuenta de que los bebés nacidos de mujeres que contrajeron coronavirus en el embarazo son tan saludables como cualquier otro bebé.
Sin embargo, los investigadores hicieron una diferenciación entre las mujeres que contraen la enfermedad al comienzo de la gestación y aquellas que se contagian en el tercer trimestre, cuando existe un mayor riesgo de enfermedad materna grave y complicaciones.
Publicado en la revista Journal of Clinical Medicine revisada por pares, la investigación siguió a 55 mujeres que contrajeron coronavirus durante su primer o segundo trimestre de embarazo para evaluar el bienestar fetal, el crecimiento y la función placentaria, entre otros factores relacionados. Se realizó una amniocentesis y se evaluó el líquido para detectar el virus. Además, la resonancia magnética del cerebro fetal se realizó en algún momento entre las semanas 30 y 32 de gestación.
Yoav Yinon es el jefe de la Unidad de Medicina Fetal, Obstetricia y Ginecología del Centro Médico Sheba y el investigador principal del artículo, y señaló que “no hubo complicaciones en el embarazo, restricciones de crecimiento fetal ni complicaciones placentarias. Fue muy reconfortante“.
“Ninguno de los fetos mostró signos de enfermedad del sistema nervioso central, restricción del crecimiento y disfunción placentaria”, dijo a The Jeruaslem Post, y agregó que todos los bebés sobrevivieron y nacieron a término.
Además, no hubo evidencia de transmisión vertical, lo que significa que las madres no transmitieron el virus a los bebés a través de la placenta.
“Concluimos que la infección por SARS-CoV-2 al comienzo de la gestación no se asoció con la transmisión vertical y resultó en resultados obstétricos y neonatales favorables. Los embarazos dieron como resultado una supervivencia perinatal del 100% hasta la fecha, con una edad gestacional media al momento del parto de 38,6 ± 3,0 semanas y una tasa de partos prematuros <37 semanas del 3,4%”. Las conclusiones del estudio llevaron tranquilidad a la comunidad médica de Israel, donde a principios de este año, hubo dos casos de bebés nacidos muertos que luego se descubrió que habían contraído el coronavirus de sus madres.
Yinon dijo que tales situaciones son muy raras y las estadísticas internacionales muestran que esto ocurre en el 1% o menos de los casos.
Sin embargo, a pesar del informe positivo, el investigador señaló que las mujeres embarazadas deben asegurarse de vacunarse contra el coronavirus. Esto se debe a que existe un mayor riesgo de enfermedad materna grave y complicaciones en el tercer trimestre, lo que puede llevar a las mujeres embarazadas a la unidad de cuidados intensivos y dar lugar a un parto prematuro.
Ya hacia fines de abril la directora de los Centros para la Prevención y Control de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés), Rochelle Walensky, había recomendado a las embarazadas que se vacunen contra el COVID-19.
El anuncio tuvo lugar después de llevar a cabo un estudio en el que no se observó peligro ni para las mujeres ni para el feto.
Así lo señaló la responsable sanitaria en una rueda de prensa sobre la pandemia en la Casa Blanca, al detallar que durante los ensayos “no se observaron problemas de seguridad”.
“Pese a esta recomendación, sabemos que es una decisión personal profunda y animo a la gente a hablar con sus médicos y sus proveedores de atención primaria para decidir qué es lo mejor para ellas y para sus bebés”, indicó Walensky.
La directora de los CDC lanzó este consejo después de que esta semana saliera publicado un estudio llevado a cabo por científicos de este organismo en la revista científica The New England Journal of Medicine, con los resultados preliminares de una investigación en embarazadas inmunizadas con las vacunas desarrolladas con la tecnología de ARN mensajero.
Estados Unidos autorizó el uso de emergencia a dos sueros de este tipo, los desarrollados por las farmacéuticas Pfizer y Moderna. La otra vacuna que tiene este permiso es la de Johnson & Johnson, creada a partir de un adenovirus modificado.
Walensky detalló que se llevó a cabo este análisis porque en los ensayos clínicos de las vacunas contra el COVID-19 no hubo entre los voluntarios mujeres embarazadas. Este estudio, que se desarrolló entre los pasados 14 de diciembre y el 28 de febrero, tomó información de distintas bases de datos para cruzarla.
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