El oxímetro de pulso es un instrumento que se coloca en el dedo para medir el oxígeno en sangre y, en este último tiempo, se volvió muy habitual en la evaluación de enfermos de COVID-19.
Se trata de un dispositivo pequeño, que parece una especie de pinza para ropa pero grande. Quien lo utilice lo puede colocar en el dedo cómodamente (la mayoría exige tener la uña hacia arriba) y, en cuestión de segundos, se encenderán unas luces con números que indican el nivel de oxígeno en el cuerpo y el ritmo cardíaco.
El nivel de oxígeno en sangre normal suele estar entre los 75 y los 100 milímetros de mercurio (mmHg). Por debajo de 60 mmHg, normalmente, se considera que la persona necesita oxígeno complementario, por ejemplo, por medio de un respirador. Las personas con COVID-19 e hipoxemia silenciosa pueden tener niveles de oxígeno en sangre por debajo de 50 mmHg.
Es por eso que los pacientes con COVID-19 que no necesitan atención hospitalaria inmediata pero que tienen un alto riesgo de desarrollar síntomas graves deberían recibir oxímetros de pulso para usarlos en el hogar y así poder monitorearse.
Al colocar el dedo dentro del dispositivo, este emite diferentes longitudes de onda de luz, que son indoloras. Estas se encuentra en busca de hemoglobina, una molécula de proteína en la sangre que transporta el oxígeno. La hemoglobina absorbe diferentes cantidades y longitudes de onda de luz, según el nivel de oxígeno que transporte. El oxímetro de pulso mostrará una lectura numérica: un porcentaje que indica el nivel de saturación de oxígeno en la sangre.
La saturación de oxígeno es una constante que se suele controlar en los pacientes ingresados por enfermedades respiratorias, como neumonía, y sirve para determinar su gravedad. Además, el nivel de oxígeno en la sangre se puede medir en una muestra de sangre extraída de una arteria (una prueba que se conoce como gasometría arterial).
El dispositivo funciona mejor con manos tibias que con manos frías. Además, debido a que los niveles de oxígeno pueden fluctuar, se recomienda tomar mediciones varias veces al día. También, probarlo con distintas posiciones: por ejemplo, acostado o caminando.
La mayoría de los técnicos de la salud colocarán el dispositivo en los dedos índices, pero un estudio con 37 voluntarios reveló que las lecturas más precisas provienen del dedo medio de la mano dominante. El segundo más cercano fue el pulgar dominante. Por lo tanto, quien es diestro debe usar el dedo medio de la mano derecha. Los zurdos, en tanto, el dedo medio de la mano izquierda. La diferencia entre los dedos es pequeña, así que, si la persona prefiere el dedo índice, está bien.
Sobre si las uñas largas y los esmaltes afectan a la lectura del pulso, la respuesta es afirmativa. Por ejemplo, el esmalte negro puede afectar la precisión de la lectura. Y también las uñas muy largas dificultarán la inserción del dedo en la pinza.
Según un estudio, los oxímetros podrían ser más eficaces que el termómetro para ayudar a detectar el COVID-19 en adultos mayores. El informe evaluó 22 modelos de pronóstico para COVID-19 y encontró que la saturación de oxígeno periférico en el aire de la habitación y la edad era un predictor del deterioro clínico y la mortalidad.
“Dada su eficacia potencial para detectar cambios en la saturación de oxígeno, se deben considerar los oxímetros de pulso para detectar COVID-19 en adultos mayores. Los oxímetros ahora están disponibles como un dispositivo pequeño, portátil y económico que puede medir la saturación de oxígeno en el hogar. Se están desarrollando aplicaciones para teléfonos inteligentes para que las lecturas del oxímetro se puedan descargar (mediante una conexión bluetooth) al teléfono. Si bien es posible obtener lecturas inexactas de la saturación de oxígeno debido a la colocación incorrecta de los dedos, el esmalte de uñas, los dedos fríos, la anemia o la calidad del dispositivo, los oxímetros de pulso pueden ser un valioso dispositivo de detección de COVID-19 en situaciones agudas y no agudas”, aseguraron los investigadores.
La detección de las hipoxias es fundamental para prevenir la progresión de la infección e iniciar el tratamiento. Las intervenciones anteriores podrían ayudar a los pacientes a evitar procedimientos altamente invasivos (es decir, intubación y ventilación mecánica) y mejorar la asignación de recursos sanitarios escasos.
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