El pasado miércoles 12, Evie Field, una joven británica de 20 años, compartió su cena con los 13,2 millones de seguidores en su cuenta de TikTok (“This Trippy Hippie”). En realidad, mostró sus dificultades para comer durante un ataque “moderado” de tics: en un video editado de 55 segundos y con la música de Higher Power de Coldplay sonando de fondo, Evie arroja la comida, mueve la cabeza, lanza una carcajada, emite un chillido, desvía la mirada, balancea el cuerpo, da una palmada a la mesa, pega un grito, hace un comentario procaz y termina volcando el celular con el que se graba.
“De afuera puede parecer no muy activo, pero dentro de mi cuerpo es como si me estuviera electrocutando”, comentó Field uno de los momentos en un texto insertado en las imágenes. Tuvo más de 320.000 vistas en menos de 48 horas.
Evie es solo uno de los múltiples pacientes con síndrome de Tourette que se volvieron furor en las redes sociales durante la pandemia y que han sido celebrados como una manera de enseñar, crear conciencia, luchar contra las burlas y romper el estigma de quienes presentan esos gestos involuntarios, repetitivos y repentinos.
Sin embargo, un puñado de psiquiatras y neurólogos sospechan que el éxito de esos videos también podría haber contribuido a gatillar la aparición de tics en jóvenes seguidores con alguna predisposición, especialmente de sexo femenino, lo que explicaría un aumento marcado en las consultas por esos trastornos en los últimos meses. En Estados Unidos y otros países han empezado a bautizar ese fenómeno como “TikTok tics”.
Tamara Milka Pringsheim, una neuróloga del Departamento de Neurociencias Clínicas de la Universidad de Calgary, en Calgary, Canadá, es una de quienes suscribe esa hipótesis y alienta una mayor supervisión sobre el contenido que se sube y se visita en TikTok.
“Creo que los jóvenes que comparten sus experiencias a través de las redes sociales lo hacen con el deseo de hacer el bien, construir comunidad y abogar por otras personas con discapacidad. Pero es importante que las personas que vean los videos sepan lo que les está sucediendo a otras personas que los ven”, advierte Pringsheim en diálogo con Infobae.
Coincidencias asombrosas
En agosto de 2020, Field confió que una persona que la siguió en las redes sociales dijo que deseaba tener tics porque le parecía divertido. “No lo es”, le respondió. Pero la “emulación” podría desencadenarse de manera involuntaria.
En una entrevista con el sitio médico especializado Medscape, la neuróloga Pringsheim contó que le llamó la atención, por ejemplo, haber visto a seis pacientes en el curso de cuatro semanas que pronunciaban la misma palabra, poco habitual, cuando tenían tics vocales (sonidos repentinos involuntarios).
“Entonces comencé a buscar en YouTube, pero mi hija adolescente me llamó la atención sobre los videos en TikTok reunidos bajo el tema del síndrome de Tourette. Hay cientos de videos de tics y comportamientos similares a los tics publicados por jóvenes de todo el mundo, y algunas cuentas tienen millones de seguidores y visitas. Durante la pandemia, TikTok informó que se triplicó el número de espectadores activos”, describió Pringsheim, quien también dirige el Programa de Tourette y Trastornos del Movimiento Pediátricos del Hospital de Niños de Alberta, en Calgary,
“Lo que pensamos es que estos videos de TikTok pueden ser un disparador de comportamientos tipo tics y de tics de forma similar a lo que ocurre en la ecopraxia [imitación de gestos o acciones] que se observa frecuentemente durante reuniones de varias personas con tics”, añadió.
La neuróloga asegura que los casos comenzaron a subir de manera asombrosa en octubre del año pasado, y que colegas de Estados Unidos, Europa y Australia con los que habló observaron una tendencia similar en sus países. La mayoría son chicas adolescentes que consultan en la guardia con tics motores o vocales complejos, esto es, que implican varios grupos musculares o la pronunciación de palabras o frases. En el 70% de los casos, dice, las pacientes no tienen antecedentes de tics.
Tampoco serían casos de Tourette, un problema del neurodesarrollo que se caracteriza por muchos tics motores y vocales que perduran durante más de un año, porque en esta enfermedad los tics suelen presentarse por primera vez antes de los 12 años y empiezan siendo simples, como guiñar un ojo o hacer un carraspeo, y es tres a cuatro veces más frecuente en varones.
Para la psiquiatra María Beatriz Moyano, representante para Sudamérica de la sección infantojuvenil de la Asociación Mundial de Psiquiatria (WPA) y directora del Centro Interdisciplinario de Tourette, TOC, TDAH y Trastornos Asociados (CITA), en Buenos Aires, al menos algunos de estos casos podrían clasificarse como Tourette “atípicos”, aunque se requieren más investigaciones.
“Lo presentan chicas más grandes, con la irrupción abrupta de tics más complejos y severos desde el inicio, incluyendo acciones como pegarse, morderse o golpear a otros. Y parecen estar más asociados a ansiedad, depresión y problemas emocionales que a las clásicas comorbilidades de Tourette, como el trastorno de déficit atencional y el trastorno obsesivo compulsivo (TOC)”, dice Moyano a Infobae.
Luis Lehmann, un médico argentino especialista en psicoterapia cognitiva conductual, paciente con Tourette y director del blog TouretteAlDía.com, dice que hay reportes de Inglaterra y de Texas (Estados Unidos) que señalan un aumento marcado en las consultas por tics “psicogénicos” complejos en adolescentes mujeres durante la pandemia. Según el artículo firmado por médicos de Londres en marzo pasado, pasaron de ver 4 a 6 casos con esas características por año a ver 3 o 4 por semana en los últimos tres meses. “Llama mucho la atención. El Tourette empieza con cosas chiquititas, y esto arranca todo junto”, dice Lehman a Infobae.
La mayoría de los expertos cree que el aislamiento y el estrés por la pandemia y el cambio de rutinas pueden contribuir a la génesis de estos cuadros, así como ciertas características de la personalidad (histrionismo) y trastornos de ansiedad. Pero ver los videos de pacientes en TikTok podría ser el disparador o la gota que rebalsa el vaso.
“No es una hipótesis inverosímil”, asegura Lehmann. “Tenemos neuronas espejo, encargadas del aprendizaje motor, que hacen que muchas veces repitamos lo que otros hacen. Pasa muchas veces en reuniones de pacientes con Tourette: uno mira que otro realiza un gesto y lo hace. ¿Podría ser el mecanismo que explica que alguien vea un video y aparezcan los tics? ¿Sin pandemia hubiera ocurrido lo mismo? Son interrogantes que quedan por resolver”.
¿Qué se puede hacer?
Según Pringsheim, muchos de los jóvenes que vieron con comportamientos similares a tics tenían una historia de trastorno de ansiedad generalizada, ansiedad social y depresión. “Muchos también experimentaban estrés psicosocial relacionado con la pandemia, confinamientos, aislamiento social, dificultades académicas o conflictos familiares. Un pequeño porcentaje tenía antecedentes de tics motores o vocales simples en la infancia. Creo que los jóvenes con estas características tienen un mayor riesgo (de desarrollar tics tras exponerse a videos)”, precisa a Infobae.
La especialista sostiene que la clave para el diagnóstico es un interrogatorio cuidadoso del inicio y la evolución de los tics y cualquier problema de salud mental asociado. Y que es importante discutir el uso de las redes sociales en aquellos que hayan identificado a TikTok como un desencadenante. “Yo aconsejaría eliminar esa app del celular o la computadora”, expresa.
Para Lehmann, prohibirles el acceso a las redes sociales a los jóvenes sería “como cortarles las piernas”, pero cree que sería importante hablar con ellos sobre el tema si de la entrevista surge como un factor que pudo haber contribuido al origen de los tics.
Moyano propone un abordaje psicosocial integral y “ver lo que le pasa al joven más allá de los tics, cuál es su estado de ánimo, su nivel de ansiedad, su entorno escolar y familiar, su consumo de redes sociales”. El tratamiento puede incluir desde psicoterapia y mindfulness hasta medicación. Como es una entidad muy nueva, todavía no se conoce bien cuál es la evolución de los pacientes y qué proporción de esos tics son transitorios, como ocurre con la mayor parte de los que aparecen en la infancia.
En estos casos que no son los clásicos de Tourette, “las mujeres que tienen más tendencia a somatizar tal vez tengan más facilidad de somatizar sus problemas en forma de tics. Pero que quede claro: no es intencional, no lo hacen porque quieren”, insiste.
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