Según la Organización Mundial de la Salud, mueren por año cerca de 1,3 millones de personas, mientras que entre 20 y 50 millones padecen traumatismos con graves consecuencias. A su vez, desde la Organización de las Naciones Unidas (ONU) aseguran que cada 24 segundos, una persona fallece tras un siniestro de tránsito. Es decir, la otra pandemia silenciosa.
Por tal motivo, desde la ONU se busca promover que las calles sean más seguras para conductores y peatones, con límites de velocidad de 30km/h. Del 17 al 23 de mayo se conmemora la “Sexta Semana Mundial de las Naciones Unidas para la Seguridad Vial”. El lema de este año será “Calles para la vida - #Love30”.
“Las calles con límites de velocidad bajos salvan vidas y son la esencia de cualquier comunidad protegida. La limitación de la velocidad a 30 km/h en zonas donde se mezclan las personas y los automóviles contribuye a que las calles sean saludables, ecológicas y adecuadas para convivir; en otras palabras, calles para la vida”, describen en el sitio web de la ONU, desde donde incentivan la participación de la ciudadanía.
Con esta acción, exigen a los encargados de formular políticas públicas que actúen a favor de establecer límites de velocidad bajos en las calles de todo el mundo, especialmente en zonas donde la gente camina, se relaciona y disfruta.
“En nuestro país, la Ley Nacional de Tránsito dispone que la velocidad máxima permitida en las calles es de 40 km/h, salvo señalización en contrario. La mayoría pensará que es una velocidad relativamente baja. Pero no lo es si un vehículo impacta sobre el cuerpo de una persona. Las lesiones producidas a esa velocidad son sustancialmente más graves que si sucede a 10 km menos. La posibilidad de sobrevivir al impacto es mucho menor a 40 que a 30 Km/h”, señalan desde el sitio web de la Asociación Civil - Luchemos por la vida.
Radiografía local en materia de seguridad vial
En Argentina es ineludible remarcar un dato alarmante: los accidentes de tránsito son la primera causa externa de muerte y la principal causa de fallecimiento en jóvenes de entre 15 y 24 años.
Algunos datos brindados por el Ministerio de Transporte y Seguridad revelan que en 2020 murieron 3.138 personas en siniestros viales. Un promedio de 8,5 fallecidos por día. Cada 100 mil habitantes, la tasa es de 6,9 fallecidos y agregan que los varones, de entre 15 y 34 años, fueron las víctimas más numerosas. Entre los diferentes tipos de usuarios, desde el Ministerio destacan que fueron los motociclistas los más afectados.
Asimismo, se destaca que por cantidad de fallecidos, las provincias de Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba y Tucumán lideran la estadística. Por tasa de fallecidos cada 100 mil habitantes, las provincias de NOA y NEA presentan los registros más altos.
“Los siniestros viales preocupan en todo el mundo y en nuestro país principalmente, por el saldo de víctimas fatales y lesionados que dejan año tras año. Por ello, es fundamental aplicar leyes de tránsito más duras, educar desde la concientización, aprender nuevas formas de circulación, enseñar educación vial en las escuelas y en los hogares y más controles. Cada una de estas acciones pueden resultar ser medidas efectivas para disminuir los accidentes”, aseguró Sebastián Porto, múltiple campeón de motociclismo y Embajador Vial de ATM Seguros.
“Aunque lo repitamos una y mil veces tenemos que seguir insistiendo con el uso del casco en motos y el cinturón de seguridad y los sistemas de retención infantil (SRI) en autos. Todos ellos salvan vidas, siempre y cuando su utilización sea la correcta porque si se usan mal, no cumple su función. Hay que aprovechar este momento particular que vive el mundo para sensibilizar a la gente y difundir la importancia de la seguridad vial”, finalizó Porto.
Alcohol cero al volante en Argentina
Con el objetivo de reducir la siniestralidad y las víctimas fatales en los accidentes de tránsito, el Gobierno impulsa la sanción de un proyecto de ley de “tolerancia cero” al consumo de alcohol al volante.
Los especialistas consultados por Infobae coinciden en forma enfática: debe existir tolerancia cero en relación al consumo de alcohol al volante. En diálogo con este medio, el doctor Carlos Damin (MN 81.870), jefe de Toxicología del Hospital Fernández, de la Cátedra de Toxicología de la Facultad de Medicina de la UBA y presidente de Fundartox, equipo de profesionales especializados en todas las áreas vinculadas a la Toxicología, advirtió: “Tener una ley de alcohol cero al volante es muy muy importante para la Argentina. En las provincias que hemos logrado alcoholemia cero a la hora de conducir, la siniestralidad se redujo sustantivamente. En algunas jurisdicciones en un año ha bajado un 35%”.
“Desde Fundartox venimos trabajando hace muchos años en una Ley de Alcohol Cero. Hace algunos años hicimos un estudio en el Hospital Fernández que demostró que el 31,5% de los pacientes que ingresaban por un accidente de cualquier tipo era positivo para alguna sustancia, en donde el alcohol era claramente la que llevaba la delantera”, señaló Damin.
De acuerdo al especialista: “Es indispensable el concepto de que si uno va a conducir un vehículo no tiene que tomar, por eso tiene que ser cero. Ya que cuando se marca el 0,5 la gente está midiendo todo el tiempo cuánto puede tomar para que no lo sancione la policía. El concepto es otro: tiene que ser alcohol cero para evitar accidentes, no para que no me cobren la multa. Es muy importante y urgente que la Argentina tenga una Ley de Alcohol Cero, es importante que nos concienticemos que el alcohol al volante mata, y debe ser cero: no se puede tomar nada de alcohol si se va a manejar y si se va a manejar un vehículo y se tomó previamente, tiene que ser otra la persona que se ponga detrás del volante”.
Por su parte, para el doctor Eduardo Kalina, especialista en Psiquiatría (MN. 23.668), con más de 60 años de trayectoria, profesor titular en la materia adicciones de la Universidad del Salvador y máster en Adicciones, “en todos los países civilizados del mundo se impuso la norma de tolerancia cero al alcohol porque es muy difícil apelar a la responsabilidad individual de la gente a la hora de que sepan cuánto tomar o no para estar dentro de los límites legales establecidos”.
Según Kalina y en diálogo con Infobae, “en Argentina la ley tiene que establecer la tolerancia cero, porque se trata de la vida o muerte de los que manejan, de los acompañantes y de los demás. El alcohol altera los reflejos, de una forma en la que las personas no se dan cuenta, especialmente disminuye el área de visión”.
¿Qué genera el alcohol en las personas? Según el toxicólogo Carlos Damin, “siempre produce efectos en cualquier concentración sobre el sensorio, es decir el estado de consciencia de las personas. Incluso la ley actual marca que 0,2 gramos por litro es lo permitido para un conductor de motocicleta porque con 0,3 la persona empieza a dejar de tener equilibrio. Por lo tanto los reflejos se ven disminuidos, la capacidad de reacción se ve afectada, la velocidad en esa reacción, entre que una persona percibe el riesgo y/o el peligro y acciona por ejemplo el freno, está demorado por el alcohol, por este motivo es indispensable que la alcoholemia sea cero al conducir un vehículo”.
“A medida que la concentración del alcohol va aumentando en sangre, el efecto sobre el sistema nervioso central es mayor y siempre es depresivo, deprime el sistema nervioso en cualquier concentración y a medida que aumenta la depresión es mayor, superando los 0,5 los reflejos empiezan a estar con grandes dificultades, después produce somnolencia y por último genera la no capacidad de reacción y percepción del riesgo y del peligro”, pormenorizó Damin.
De acuerdo al jefe de Toxicología del Hospital Fernández, “otro de los problemas importantes que produce el alcohol es la sensación de seguridad: una persona con baja concentración de alcohol tiene la sensación de que está haciendo todo bien. Hay muchos test neurocognitivos que demuestran que una persona con baja concentración de alcohol consumido cree haber hecho todo bien y comete muchos errores en ese hacer. Esa falsa sensación de seguridad que da el alcohol es lo que hace que aumente la velocidad de conducción, que aparezcan las maniobras intempestivas, de riesgo, que se tienen y evidencian en los accidentes cuando finalmente ocurren”.
“Incluso con bajas concentraciones de alcohol, el juicio crítico está alterado y la capacidad de dimensionar por ejemplo sobrepasar a otro auto, dimensionar la velocidad y distancia, también se encuentran alterados en alguien que consumió alcohol”, concluyó el toxicólogo a Infobae.
Un dato importante, que suele no tenerse en cuenta al tomar la mala elección de beber y conducir, es que el alcohol genera efectos en el organismo humano desde el primer trago, y aumenta hasta en 30 veces el riesgo de causar siniestros. Según detalla la Organización Mundial de la Salud (OMS), una sola gota de alcohol produce disminución de reflejos y visión, acelera la frecuencia cardíaca y respiratoria. Es decir que solo beber una gota de alcohol es incompatible con el hecho de conducir de forma segura. Por eso es que se exige una legislación que sea clara: alcohol cero para conductores, tal como lo expresa el proyecto presentado en el Congreso de la Nación.
Según el último Estudio Nacional sobre Consumo de Sustancias Psicoactivas del Sedronar, el consumo de alcohol entre los jóvenes aumentó 12 puntos en siete años. Y en cuanto al inicio en el consumo es contundente: “El porcentaje de nuevos bebedores pasó de 9,7 por ciento en el 2010 a 37,1 por ciento en el 2017. En el caso de los varones dicha tasa casi cuadruplica a la de 2010”, señala.
Cuando se habla de la población en general, el trabajo indica que el 81 por ciento de las personas tomaron alguna bebida alcohólica en su vida. El consumo actual de alcohol se encuentra presente en el 53por ciento de la población, y en mayor medida en los varones: el 86,0 contra el 76,5 de las mujeres.
Sin embargo, los mayores aumentos, dice el estudio (que se hizo en el 2017) se evidencian entre las mujeres y los adolescentes, con un alza en las tasas de 13,5 y 18,4 puntos porcentuales respectivamente. Por otra parte, el 37,2 por ciento de la población que no había bebido anteriormente (2299598 personas), inició el consumo en el año que se hizo el trabajo del Sedronar. De ellos, unas 320000 son preadolescentes y adolescentes. Estos nuevos usuarios -dice- son mayormente varones y el 31% son menores de 25 años. Un 58 por ciento son ocupados y el nivel de instrucción alcanzado por el 54 por ciento es hasta secundario incompleto.
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