La presidenta del Consejo Alemán de Ética, Alena Buyx (43 años, casada, 2 hijos), recibirá el Premio Nacional Alemán 2021 por su compromiso con la crisis del COVID-19. La Universidad Técnica de Múnich la consideró una de esas personas que, durante este tiempo, “con un alto nivel de experiencia y un estilo claro de comunicación, no tuvo miedo a contrarrestar opiniones repetidamente”.
Además de su puesto en el Consejo, integra el Comité Permanente de Vacunación (STIKO) y la Academia Nacional de Ciencias Leopoldina, un grupo de expertos que redactó un documento de posición sobre la distribución de la vacuna contra la COVID-19 en Alemania en noviembre pasado. El documento sirvió de base para las recomendaciones del STIKO, en las que se fundamenta el orden de prioridad de las vacunaciones actualmente en vigor. En charla con Infobae aseguró que “escuchar argumentos” es su máxima prioridad.
“Al mismo tiempo, hay mucha discusión e intercambio público; como especialista en ética, creo que eso es bueno. Estamos experimentando una densidad sin precedentes de intercambio argumentativo. Tenemos que hacerlo lo más justo posible”, aseguró. Consultada sobre su interés por esta disciplina, asegura que decidió dedicarse a la ética médica “porque sentía un interés ardiente en los temas donde la medicina y las humanidades se encuentran”.
- ¿Cómo procedió el Consejo de Ética a la hora de establecer el orden de prioridades?
-Fue un proceso complejo. Examinamos juntos los principios constitucionales y éticos relevantes, es decir, la autodeterminación, la prevención de daños y la caridad, además, por supuesto, de la justicia y la igualdad general de derechos, así como la solidaridad y la urgencia. Aplicamos estos principios a la pregunta concreta y los relacionamos con los conocimientos científicos disponibles. De esto, surgieron las prioridades generales.
- El STIKO entonces se dedicó al trabajo de precisión...
-Sí, porque en ese momento todavía no estaba claro, por ejemplo, qué vacunas se aprobarían primero o qué personas del sistema de atención de la salud tenían el mayor riesgo de infección. El STIKO ha concretado las recomendaciones en el contexto de los resultados de la investigación, que se amplían constantemente. Esta evaluación está en marcha y constantemente se incorporan nuevos conocimientos. En el documento, el Consejo de Ética también se pronunció en contra de la vacunación obligatoria. No obstante, se está debatiendo si la vacunación debe ser un requisito para la admisión a eventos, por ejemplo, o si el personal de enfermería debe estar obligado a vacunarse.
-¿Cómo ve esto desde una perspectiva ética?
-En nuestro documento, excluimos una vacunación obligatoria general por razones éticas. En cuanto a la vacunación obligatoria en áreas individuales, señalamos que solo sería admisible en condiciones muy específicas. En primer lugar, debe haber más conocimiento sobre si las personas vacunadas realmente ya no pueden infectar a otras. En segundo lugar, esa obligación solo sería concebible en contextos específicos, por ejemplo, cuando personas muy vulnerables no pueden ser protegidas de ninguna otra manera. En adelante probablemente necesitemos un debate social sobre cómo tratar a las personas vacunadas.
-Otro debate gira actualmente en torno a la política de adquisición de vacunas de los países y, particularmente, de la UE y los progresos de la campaña de vacunación en Alemania. ¿Cómo observa este debate?
-Soy una persona impaciente, para mí también las cosas se mueven muy lentamente. Ciertamente tiene sentido preguntar cómo ha sido todo hasta ahora y qué se podría haber hecho mejor. Por el momento, sin embargo, creo que es más importante mirar hacia adelante y analizar dónde están los obstáculos. Era claro que al principio no habría suficientes vacunas, ahora se trata de optimizar la distribución de las dosis disponibles. Ciertamente hay un margen de mejora en el aspecto técnico, por ejemplo, en la gestión de citas. También es importante pasar rápidamente al siguiente grupo en el proceso de priorización, cuando no todos los que tienen derecho a la vacuna del grupo anterior desean ser vacunados. Es ahí donde se encuentran los escollos. Además, hay entender que la situación es extremadamente singular y la curva de aprendizaje particularmente empinada.
- ¿Se ha vacunado ya?
-No, pero cuento los días y las semanas. El momento dependerá de cuando me toque a mí. Soy médica y trabajadora de la salud, pero no trato directamente con pacientes.
-La equidad en materia de vacunación es también una cuestión clave en términos globales. ¿Ha abordado el Consejo de Ética esa cuestión?
-No era la pregunta planeada, pero la debatimos, porque está presente para todos los expertos en ética. No podemos ni debemos desconocer el hecho de que personas de todo el mundo están afectadas por esta pandemia. Por eso creo que es importante que Alemania muestre solidaridad y participe en iniciativas internacionales de vacunación como COVAX y con la Organización Mundial de la Salud. Aquí se puede hacer más para asegurar que la vacuna llegue rápidamente a las regiones más pobres. Al mismo tiempo, Alemania y la Unión Europea deberían idear un mecanismo para entregar de inmediato pedidos de vacunas a países en desarrollo.
-Usted y sus colegas son expertos muy solicitados por sus evaluaciones acerca de la ética médica durante la pandemia. Al principio se trataba del triaje, es decir, del criterio de selección y clasificación de pacientes en enfermería y medicina en caso de emergencias, ahora de la distribución de las vacunas. ¿Es el coronavirus una piedra para la deontología?
-La observación es cierta. A diferencia de otras disciplinas, quizás nosotros ya estábamos familiarizados con el tema. Yo misma escribí hace diez años un artículo sobre la solidaridad durante una pandemia. Aunque en ese momento no creí que alguna vez me enfrentaría a una verdadera. Los expertos en ética médica venimos ocupándonos desde hace mucho tiempo de cuestiones como la justa distribución de recursos escasos o de la ponderación entre los derechos individuales y las necesidades públicas generales.
Sin embargo, nuestra disciplina está evolucionando durante la pandemia: una cosa es pensar acerca de algo teóricamente, y otra muy diferente es cuando se trata de una verdadera pandemia que también se debate en la opinión pública política. La teoría puede probar ahora que también vale en la práctica... Siempre he dicho que la acusación de que la teoría no piensa en los problemas prácticos es injusta. Es cierto que la teoría es mucho más lógica y por eso más simple en realidad también debe tomar en serio la teoría, en una interacción. Y ahora estamos experimentando esa interacción en tiempo real, lo que es algo excepcional.
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